Roberto Carrera / Corresponsal Vigo
Dicen los más viejos del barrio que era habitual escuchar aquello de “ondiñas veñen, ondiñas van…” (olas pequeñas vienen y van) resonando a grito pelado en los graderíos del estadio celtiña a cada victoria del club de su ciudad. “La Rianxeira”, patrimonio celeste por excelencia, es en estos días carnaza para nostálgicos de karaoke tras un nuevo inicio liguero más que preocupante.
Y es que cualquiera que tenga el valor de citar éxitos presuntamente recientes (¿finales de Copa?, ¿¿Champions??) recibirá por respuesta un resignado alzamiento doble de ojos del aficionado vigués. El temor a acostumbrarse al fracaso revolotea cual gaviota descompuesta por la ciudad olívica, y la fe en la escuadra se reduce proporcionalmente a cada jornada de quiero y no puedo de los hombres de Eusebio.
Entrenador confirmado, entrenador condenado
Pocas horas después del tropiezo ante el Córdoba, la directiva del Celta declaraba abiertamente su apoyo incondicional al actual entrenador, lo que en estos tiempos se podría definir con el acertado término de no-te-echo-hoy-pero-vete-tú-a-saber-mañana. ¿Está en el banquillo el origen del mal? Como sucede habitualmente, es poco probable que las tácticas del pucelano sean la causa principal de este comienzo calamitoso, aunque conviene detenernos en algunos aspectos.
El 4-3-3 que defiende Eusebio a capa y espada promete, si se aplica correctamente, un juego vistoso de ataque y comprometido en defensa. En realidad, nadie puede negar que visto lo visto el Celta fabrica un fútbol más que interesante para el espectador pero, ¿vale esto en la Liga Adelante? Las ausencias en la delantera han condenado al equipo en estas primeras jornadas, y la eficacia goleadora de los presentes compromete un sistema de juego tan arriesgado. Trashorras es un futbolista de clase, pero no es Messi ni cuenta con Ibrahimovic a su vera. Si el juego del equipo pasa por su irregular trayectoria la cosa está ciertamente complicada.
Por atrás, Falcón ya ha quemado el sofá del salón para saltar la hoguera y ahuyentar a meigas y rivales, con el fin de que al menos en algún partido no tenga que llevar a cabo su habitual flexión vespertina para sacar el balón de su portería.
La esperanza llega de los que se recuperan… y de los lesionados
Sergio Ortega vuelve a estar a disposición de su técnico para reforzar la defensa tras superar sus molestias. Aunque la bendición del año va para Parejo, que tras haber fracturado involuntariamente el hombro de Joselu en un entrenamiento con la Sub-20, permite a los celestes contar con el de Silleda con unas semanas de adelanto. Mala fortuna para el futuro madridista, pero agua de mayo en casa Celta.
Todos saben que esto de la Segunda es un peregrinaje donde más vale constancia que destellos fugaces. Por ello, a pesar de que la mayoría de los 13000 socios celestes aún no han calentado su butaca en Balaídos, la afición mantiene un halo de ilusión por cambiar el rumbo y ver a su Celta sumando las victorias que se presumían cuando esto aún no había comenzado. El espíritu del Eurobasket de Polonia inunda Vigo, y el sueño de Eusebio de triunfar jugando a fútbol de verdad todavía no se considera una utopía inalcanzable. Eso sí, tendrá que darse cierta prisa. De momento, ya lo han confirmado.