Roberto Carrera / Corresponsal Vigo
Hay determinados hechos en esta vida que no tienen remedio. Que a uno le molesta que pasen, pero de los que es consciente que, en algún momento, sucederán. Algo así como ver a Tom Hanks en la escena final de ‘Camino a la perdición’. Usted desearía que la película finalizase en ese momento, con unas maravillosas vistas y esa calma desbordante, pero interiormente se ha resignado a que la cosa termine mal.
Además de destrozar el largometraje, esta comparación cinéfila refleja en buena medida el tortuoso peregrinaje de Eusebio Sacristán en el Celta de Vigo. El de La Seca ha conseguido mantenerse fiel a sus principios, y con gran voluntad y fe ha intentado construir un equipo competitivo a pesar de las penurias económicas que sufre el club.
De la cantera ha sacado o ha mantenido (ambas acciones fundamentales), a jugadores como Aspas o Hugo Mallo, que tan buen resultado están dando a pesar de su juventud. Ha intentado, en un grupo donde no sobran los recursos, adaptar un juego de ataque preciosista para un campeonato usualmente aliñado con una pizca de agresividad y dos cucharadas soperas de cerrojazo.
Pero a pesar de sus nobles intenciones, en la reunión del Consejo el titular era claro, cuatro partidos ganados de treinta con Eusebio en el banquillo. El Villareal ‘B’ y el Cádiz han acabado por restar todo el crédito del entrenador a base de dolorosas derrotas, y el Girona puede convertirse en el verdugo final del técnico celeste.
Se habla también de incorporaciones, o al menos todo lo que se puede hablar en un club, como tantos otros, noqueado por sus deudas. Parece que el argentino Esteban Solari (hermanísimo del ex-jugador del Real Madrid) sería la primera opción. A pesar de que ha jugado menos de media hora en lo que va de temporada con el Almería de Hugo Sánchez, el punta de Rosario podría convertirse en la solución inmediata para el inocente ataque vigués.
Pase lo que pase, el Celta afrontará tres partidos antes de las campanadas de vital importancia para el propio futuro de la entidad, y el club es consciente de ello. Los octavos en Copa del Rey ante el Villareal han sido recibidos con indiferencia tanto por técnicos como jugadores, pues ambos son conocedores de que el sueldo se lo jugarán en el campeonato liguero.
Siempre queda tiempo mientras las matemáticas no abandonen, pero la afición celtiña espera que los turrones lleguen con el equipo fuera de las ya peligrosamente habituales posiciones de descenso. Quizá, quién sabe, este ‘camino a la perdición’ sí acabe antes de la tragedia y el Celta recupere el aliento antes de ahogarse. De momento, la primera botella de oxígeno, este sábado en Girona. Y con Eusebio.