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Jorge Hernández Mollar
Jorge Salvador Hernández Mollar nació en Melilla en 1945. Casado y con tres hijos, se considera ante todo católico, vitalista y optimista, además de respetuoso con las personas y con los derechos humanos. Se licenció en Derecho por la Universidad Complutense Madrid y ha sido funcionario del Cuerpo Superior de la Seguridad Social. Ha desempeñado cargos orgánicos en el Partido Popular y ha sido Senador, Diputado en las Cortes y Diputado en el Parlamento Europeo. |
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Entre tanto ruido político y mediático alrededor de quienes aplauden y abogan por el derecho de la mujer a disponer de la vida de un ser humano aún no nacido, se ha producido en Andalucía un hecho que debería remover las conciencias de quienes invocan la ley, aunque sea moral y éticamente injusta, para justificar sin cortapisas el aborto.
Si hay algo enigmático en el ser humano es que cada uno de los que tenemos el privilegio de haber sido “elegidos” para la vida nos diferenciamos del “otro” física y anímicamente: “la vida que estamos llamados a promover y defender no es un concepto abstracto, sino que se manifiesta siempre en una persona de carne y hueso: un niño recién concebido, un pobre marginado, un enfermo solo y desanimado…” (Papa Francisco).
Bajarse al moro es una película española argumentada sobre una obra de teatro de José Luis Alonso de Santos de 1985. Utilizo el título porque me parece muy ilustrativo en relación con los comentarios que me sugieren este nuevo sainete en el que el gobierno de Sánchez viene convirtiendo las relaciones entre España y Marruecos.
No resulta fácil sustraerse a acontecimientos como los ocurridos a lo largo de esta semana, y que al menos a mí me han producido una profunda desazón interior. Reconozco que han sido dos noticias que me han sobresaltado porque coinciden con algunas de las raíces que dan sentido a mi vida: la universitaria y la católica.
Hacer una llamada a la serenidad, al sentido común y a la honestidad intelectual de los dirigentes políticos actuales, resulta obligado en estos difíciles momentos por los que estamos atravesando la sociedad española y especialmente ante el reto de poder pronunciarnos libre y democráticamente en las próximas elecciones municipales y autonómicas.
Como si de un centro comercial se tratara este gobierno que padecemos, ha puesto España en venta a precio de saldo. Los enemigos de la Nación española, léase independentistas catalanes, herederos de ETA y fenicios vascos, han descubierto que Sánchez era el mercader apropiado para que, a cambio de unos votos ignominiosos, se las sirviera en bandeja para poder trocearla y humillarla.
Acabamos de cruzar la frontera de un nuevo año. El pasado forma parte ya de nuestra historia personal para lo bueno y para lo malo. Pero no está de más reflexionar sobre los hechos acontecidos, tratar de entenderlos y encarar el nuevo año con un espíritu renovado para luchar y no dejarse vencer por los acontecimientos indeseados que a veces nos sobrevienen de una forma inesperada.
"Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt 16,13-20). Desde hace más de dos mil años, la Iglesia de Cristo navega en las aguas procelosas de este mundo, bajo el gobierno de los sucesores de Pedro.
Soy uno de tantos millones de españoles que la noche del día 24, esperaba con impaciencia y no sin ciertas reservas, las palabras de S.M el Rey. Palabras que tradicionalmente y siguiendo una costumbre cristiana, preceden a la cena de Navidad.
Todos los años una gran parte de la humanidad ilumina de una forma extraordinaria las calles y plazas de sus pueblos y ciudades huyendo de la oscuridad de la noche para acercarse a la luz que proyecta la alegría de una buena nueva: el nacimiento del niño Dios.
“Los pueblos que ya no tiene solución, que viven ya a la desesperada, suelen tener estos epílogos letales: se rehabilita en todos sus derechos a los condenados, se libera a los presidiarios, se hace regresar a los exiliados, se invalidan las sentencias judiciales….“ Hace dos mil años, Cicerón alertaba a sus contemporáneos; nuestra generación está sufriendo idéntica situación.
“Ya hay un español que quiere/vivir y a vivir empieza,/ entre una España que muere/ y otra que bosteza…”, estos versos del poeta Antonio Machado a quien el corazón se le helaba entre las dos Españas, encierran mucha melancolía y preocupación ante el desgarro de una nación que se agitaba entre la agonía de su muerte y la fatigade sus luchas y disputas.
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