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En lo que se refiere a la erupción volcánica de La Palma, Reyes Maroto ha defendido que lo prioritario es dar tranquilidad a los turistas afectados y a los que están llegando a la isla. Es más, ha añadido que «se está dando información para que los turistas puedan viajar a la isla y disfrutar de algo inédito de poder ver en primera persona».
Estamos en un país donde parecen abundar los burdéganos, acémilas, alelados, estólidos y estultos. Lo preocupante es que están en los aledaños del poder u ocupando puestos en el Gobierno del «doctor» y tienen el BOE para dictar normas y cometer atrocidades. En esta ocasión me estoy refiriendo a la ministra receptora de la navaja durante la campaña electoral madrileña.
Últimamente parece que también ha entrado en el club de los que no soportan a Leticia S.M Juan Carlos I, que parece que ya se ha manifestado en varias ocasiones contrario al comportamiento de la actual reina de España.Pero ha sucedido, recientemente, un hecho que estimamos de suma gravedad y que demuestra el grado de autosuficiencia, engolamiento, fatuidad y engreimiento de Leticia que no ha tenido inconveniente en demostrar, en público y ante una multitud de personas, su incontinencia verbal, su abuso de autoridad, su falta de respeto por sus subordinados y su nulo autodominio al no saber reprimir su cólera ante una situación en la que la única culpable era ella misma, al caminar sin mirar por donde pisaba lo que motivó que tropezara y estuviera a punto de caer, aunque no llegó a tocar el suelo con su pérdida de equilibrio.
Pero, al calibrarla (“En cualquier momento puede haber noticia”), surge todo un rosario de posibilidades, intenciones y decisiones por descubrir que producen alarma si se compara la situación de hoy y lo que se hace (conocido o no) con la que existía y lo que se hacía en la ocasión anterior (descubierto u oculto) en que el Rey decidió que era momento de enfrentar una situación como la que había antes, durante y después del 23 de febrero de 1981.Para sosiego de todos, conviene advertir que no estamos como en 1981.
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