Relatos
Amistad sin fronteras (IV)
Mejor solo que mal acompañado. También a saber como serían tus hijos si los tuvieras, hay muchos hijos que no quieren a sus padres. Y para concluir, aún puede que te cases, así que no llores niña.
Amistad sin fronteras (III)
Estaba orgullosa de él, nos hablábamos por teléfono, nos mandábamos e-mails, yo siempre con mis locuras de joven y él con la serenidad de un viejo.
Amistad sin fronteras (II)
Un día decidieron mudarse a una ciudad más grande. Tenían experiencia en sus trabajos y unos ahorros con los que comenzarían a comprar una vivienda.
Amistad sin fronteras (I)
Mi amigo, al que consideraba un sabio, era sociólogo y profesor. También era mayor que yo casi cuarenta años.
Los juegos eróticos de las fiestas de pijama
En la universidad estudiaban todos la carrera de Física, eran compañeros de aula y habían formado un grupo muy cerrado de amigos. Marisa y Carlos se llevaban fatal, tan mal, que cuando quedaban, hacían dos salidas distintas para que no se encontrasen.
Mis cinco adorables gatitos
Son cinco jotitas, las dos primeras llegaron en una caja de cartón, corría el año 1999, se llaman Bijouxdeux y Netzyn y recién nacidas entraron a mi vida cuando creía que ya no podría querer a ninguna otra mascota. Vinieron a sustituir un recuerdo muy amargo: la muerte, de otro gatito, Minio…
Reflexiones de doña Amapola, flor silvestre (III)
Esto es así porque sí… me expulsan los rayos, me estrenan canciones los enamorados, me condicionan la dulzura, me traicionan el alma, me culpan de culpable, me duele la piel, me entristece el misterio, me quejo de nada, me condeno a muerte…
Los pensamientos de la señorita Eugenia (IV)
Están advertidos… no puedo desaparecer, morir, no puedo ser ignorada en medio de la victoria, la desdicha del ser, quienes han sabido dar muerte, no me perdonarán la vida… están advertidos, uno a uno, unos a los otros… inmensamente advertidos.
El malentendido eterno
El chico tenía una cita con su amada. Le había preparado una romántica
cena. Dos velas rojas vestían con elegancia la mesa.
Los pensamientos de la señorita Eugenia (I)
Hay que disimular la ira... y me cuesta la noche entera... no comprendo lo que hacer y lamento dolor eterno, angustia que no cesa, pena sin descanso, traición y acción, contradicción...
Confesión (V)
¿Cómo sería él?, ¿qué vicios tendría?, ¿qué drogas tomaría?... ¿Cuál el color de su pelo?, ¿qué ropa usaría?, ¿qué virtudes tendría y qué platos comería?