Sé que no pinto nada y que nadie que mande va a tener en cuenta mi opinión, pero desde aquí me permito solicitar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que a la mayor brevedad, nombre ministro de Economía y Hacienda al economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez. Lógicamente, su llegada al Gobierno debe acarrear los ceses de Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, cuya deficiente gestión y nulo discurso les hace acreedores de la condición de exministros.
Díez habla claro, tanto que los profanos en la materia acabamos entendiendo lo que dice. Su lenguaje no es rebuscado, sino pedagógico. Y a diferencia de Montoro, no aspira a ser monologuista del Club de la Comedia. Al hablar tampoco falta el respeto a nadie. Y a la hora de argumentar, dice con rotundidad que no es cierto que el ‘austericidio’ sea el único camino viable para la salida de la crisis. Propone un plan de choque para la economía española que lleve aparejado un plan de empleo juvenil.
Sugiere algo que ya se ha hecho en Japón y que ha reportado excelentes resultados en el primer trimestre de 2013: un plan de choque, un “electrochoque” que pasa por la compra masiva de bonos por parte del Banco Central Europeo. Así se podrá rebajar el cambio del euro hasta los 1,10 dólares. Con esta acción, que debería llevar adosada la ejecución de un potente plan de impulso del empleo juvenil, se podrían obtener algunos excelentes resultados a muy corto plazo, ya que “este mismo verano llenaríamos Canarias de gente que vendría aquí en lugar de ir al Caribe”. Y a partir de ahí, asegura, se generaría más actividad, y nuestras empresas podrían aumentar el volumen de sus exportaciones. Poco a poco se iría cambiando la dinámica hacia algo mucho mejor. Con medidas de este tipo Japón ha conseguido crecer un 3,5% en el primer trimestre de 2013.
Si José Carlos Díez tiene algo claro es que España no se puede permitir la inacción durante mucho más tiempo. Hay que tomar medidas desde la política y cuanto antes. En este sentido, recrea la situación de nuestro país de una forma muy gráfica: “Ángela Merkel es la jefa de los bomberos pero aparece en el escenario de la crisis española con camiones que no llevan agua”. Y así, lógicamente, “resulta imposible apagar el incendio”.
La verdad es que escuchando al economista jefe de Intermoney, hasta se recupera la autoestima, porque al final resulta que no toda la culpa era nuestra. ¡Por fin lo dice alguien! Es evidente que antes del inicio de la crisis la economía española ya presentaba problemas de agotamiento muy serios, pero también lo es que en el momento en el que alguien en Estados Unidos tomó la decisión de dejar caer Lehman Brothers en septiembre de 2008, el mercado laboral español quedó sentenciado. De forma inmediata “se comenzó a crear un importantísimo número de desempleados”.
Tantos como 6.200.700. Seres que van más allá de las cifras; personas de carne y hueso que se las ven y se las desean para vestir y alimentar a sus hijos. Parados que esperan que, por una vez, Mariano Rajoy se decida a tomar decisiones en su propio partido, prohibiendo la utilización de vocablos y expresiones que pudieran resultar ofensivas para determinadas personas. Es algo que debe realizar en toda España y, muy especialmente, en la Comunidad Valenciana y en la provincia de Castellón, donde algunos dirigentes y representantes públicos del Partido Popular manifiestan mayor histrionismo e incontinencia verbal.
Un territorio comanche en el que una diputada, Andrea Fabra, lo mismo te dice aquello de ¡Qué te jodas! (por estar en el paro), que otra diputada, en este caso en Las Cortes Valencianas, Carmen Amorós, se mofa de la cifra de desempleados existente en la Comunidad. Es lo que ocurrió el pasado miércoles cuando los diputados de Compromís exhibieron en el hemiciclo unos folios en los que se podía leer 720.000, que es justamente la cifra de personas en paro en la Comunidad Valenciana. A la diputada Amorós no se le ocurrió otra cosa que, sugerir vía twitter, que la gente fuera a una Administración de Lotería para comprar décimos del Sorteo Extraordinario de Navidad, con ese número, el de los desempleados valencianos.
A partir de aquí puede rematar la faena sin ningún tipo de complejos el concejal del Ayuntamiento de Castellón, Juan José Pérez Macián, el rey de la incontinencia, el edil que no dudó en tildar a los integrantes del movimiento del 15-M como híbridos de hiena y rata.
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