Mientras no pocas familias tienen que afrontar el drama del desempleo y del agotamiento de los subsidios, el Gobierno se dedica a proyectar una pésima imagen de España, gracias a personajes tan siniestros como el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, un señor de estilo bronco, chulesco y burlón, que pretende ser gracioso sin serlo, y que se empeña en demostrar a diario que aquí cualquiera puede llegar a ministro, aunque carezca de sensibilidad y sea notablemente indiscreto, manipulador y torpe.
Ha pasado una semana desde que la Agencia Tributaria enviara un informe al juez del Caso Nóos, José Castro, dando cuenta de la venta de 13 fincas entre 2004 y 2005 por parte de la Infanta Cristina. También han pasado siete días desde que un portavoz de la Casa Real dijera que esa información era falsa. Y para nuestro sonrojo y vergüenza, seguimos sin saber qué hay de cierto en este embrollo. No conocemos si la Infanta vendió tales propiedades, ni si en algún momento fue propietaria de las mismas. Tampoco sabemos, en el caso de que esa información sea falsa, por qué se incluyó en el informe de la Agencia Tributaria enviado al juzgado de Instrucción número 3 de Palma de Mallorca. La verdad es que no sabemos nada de nada, porque todo lo que ha acertado a decir Montoro, el ministro más deslenguado de la historia de este país, es que no puede explicar cómo hemos sido capaces de llegar a tan esperpéntica situación. Eso sí, a pesar de su manifiesta incompetencia, ha tenido a bien regañarnos una vez más. En esta ocasión por nuestra afición a ver “fantasmas volando”.
Algo que no es cierto, no los vemos volando. A alguno de ellos lo encontramos habitualmente ejerciendo un cierto grado de matonismo dialéctico, cuando rodeado de micrófonos y grabadoras, o desde la tribuna de oradores del Congreso o el Senado, se dedica a amenazar a artistas, diputados y disidentes en general, por no estar presuntamente al día con el fisco. Quien hace gala de tamaño comportamiento, resulta que como máximo responsable de la Agencia Tributaria, se siente incapaz de contar lo que ha pasado con las 13 supuestas fincas de la Infanta.
Primero quisieron echar la culpa a Notarios y Registradores de la propiedad por confundir presuntamente el DNI de Cristina de Borbón. Cuando esos profesionales negaron tal extremo, con el potente argumento de que es imposible que 13 personas en 13 distintos puntos del país cometan a la vez el mismo error, y con un carné de identidad como el de la Infanta, que solo tiene dos dígitos (14), el Gobierno ha tenido que reconocer que se trata de un error de la Agencia Tributaria.
Un error que poca gente está dispuesta a creer. Sin embargo, son legión los que temen que en esta historia haya gato encerrado o que Montoro haya perdido el control de su ministerio, si es que alguna vez lo tuvo.
Un Montoro que debería dimitir, después de tamaño ridículo internacional. Aunque se esfuerce en hacerse el gracioso, sus dotes para el humor parecen no estar a la altura de los participantes en el Club de la Comedia. Tampoco está al nivel de Chiquito de la Calzada, al que desde aquí pido perdón por tamaña comparación. No lo estaría ni aunque a lo largo del día pronunciara cuarenta veces aquello de “¿Te das cuen…?” La verdad es que poco se puede esperar de alguien tan faltón, hiriente, insensible, manipulador, chulesco y arrogante. Y torpe, sobre todo, TORPE.
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