En mi más tierna juventud, admiré a Pedro Jota Ramírez, aquel intrépido director de Diario 16 primero, y de El Mundo después, que parecía querer comerse el ídem, sin temer a nada, ni a nadie. Recuerdo cuando en el juicio del 23-F le fue prohibido el acceso a la sala el primer día y cómo ya con los gobiernos de Felipe González se erigió en adalid del ‘fair play’ y combatiente máximo contra la corrupción. Aquello parecía periodismo en estado puro.
Luego llegó la decepción. Aznar ganó las elecciones y tanto él como sus compañeros en la fe (los Herrero, Federico, Anson, etc.) prefirieron aparcar el combate. El combate contra el Gobierno, se entiende. Para saciar la sed, de vez en cuando le atizaban un buen mandoble a Felipe González. Además, ‘la Brunete mediática’, que diría Arzalluz, en pleno ‘Aznarato’, vio culminados sus anhelos: en 1998 Barrionuevo y Vera dieron con sus huesos en la cárcel. Y Felipe González, con ‘X’ o sin ella, los acompañó hasta la puerta del penal de Guadalajara, los abrazó y se dio la vuelta.
Tras años de laxitud, el Pedro Jota más combativo volvió tras los atentados del 11-M de 2004 en Madrid. Sí porque sí, ETA había de ser la autora de la masacre. En ello se empeñaron el caduco Gobierno de Aznar y su candidato a la sucesión, Rajoy, quien para estupefacción general, concedió una entrevista a El Mundo que fue publicada el 13-M, jornada de reflexión. Aquellos días fueron trágicos para Aznar, que quedó caricaturizado para la posteridad. Y para los ministros Acebes y Zaplana. A ambos les creció la nariz. Tanto, que Zaplana se la ha recortado recientemente mediante una operación quirúrgica.
Y ganó Zapatero. Entonces empezaron las teorías de la conspiración. Y leyendo, leyendo, llegué a tener la sensación de que algunos apuntaban al propio Zapatero como autor intelectual de los atentados. No lo digo por Pedro Jota. Lo que sí digo es que Pedro José se entregó sin descanso a la tarea de demostrar que la salvajada de Madrid fue obra de ETA. Yo creo que fue la época más triste del director de El Mundo. Como lector, lo veía fuera de la realidad. No le valían ni los informes policiales, ni las sentencias judiciales, ni nada de nada. Lo que allí importaba era demostrar que ETA había puesto las bombas. Por no valerle, no le valieron ni siquiera unas declaraciones de Mayor Oreja, en las que algún tiempo antes de los atentados, dijo aquello de “ETA mata, pero dice siempre la verdad”. El Mundo daba la sensación de tener la necesidad de agarrarse a lo que fuera para que su tesis resultara consistente. Y si había que dar pábulo a teorías excesivamente imaginativas, se daba.
Luego llegó la crisis y, con ella, más leña al mono. Pero también apareció el caso Gürtel, y desde el primer momento Pedro José implicó a su periódico en la historia. Y ahí sigue, titulando ayer domingo de forma escandalosa ‘Cuatro horas con Bárcenas’ a cuatro columnas, que no son las cinco horas con Mario de Delibes, pero sí una bomba de relojería contra el PP y contra Rajoy, que imagino que irá publicando en pequeñas dosis, para mantener el máximo tiempo posible la atención de todo el espectro mediático.
Tuve un jefe que sostiene que, siendo cierto que Pedro José se siente feliz remando a favor de la marea del PP, también lo es que tiene una especie de gen maligno que le hace tirarse al barro en cuanto huele a porquería. Según este ex jefe, a Pedro Jota le pone más la tendencia natural a arrastrarse sobre el lodazal, que esa otra que también sería innata en él: la de apoyar al PP.
Yo no soy tan pesimista. Creo que Aznar fue a la política y al periodismo lo que Mourinho al Real Madrid y al fútbol español. Y confío en que, poco a poco, vayamos recobrando una cierta normalidad. Digo una cierta normalidad porque llevo ya muchos años viendo este tinglado y sé que no existen almas cándidas y puras, o sin intereses. Pero de la misma manera que Mourinho acabó hastiando hasta al mismísimo Tomás Roncero, los sobres de Bárcenas y otras cosas, pueden haber roto las más entusiastas adhesiones del pasado.
Lo que sí creo es que puede haber vuelto una buena versión de Pedro Jota. No es lo del anuncio de la colonia, de ‘Vuelve Jacks, vuelve el hombre’, pero sí una versión aceptable, asistida por Eduardo Inda, el periodista capaz de acumular más horas en televisión que el mismísimo Paco Marhuenda. Por cierto, si el tal Marhuenda es periodista, habrá que pedir a la Real Academia que redefina el vocablo ‘periodista’.
De lo que no hay duda es de que en Moncloa habrán pedido unas cuantas cajas de Fortasec. Por lo que pueda pasar, o por lo que se pueda publicar. Estos comprimidos son capaces de frenar las cagaleras más feroces. Y viéndole la cara a Rajoy…
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