Estoy convencido de la existencia de los diablos, aunque también lo estoy de nuestra incapacidad para adjudicarles una imagen o una personalidad concretas; seguramente, por haberlos de muy diferentes cualidades u ocupaciones, no hay fijación de criterios. Ahora bien, todos cometemos diabluras encubiertas o descaradas; cabe la posibilidad de que el diablo forme parte constitutiva de la IDENTIDAD de cada uno. Queda mucho aprendizaje pendiente sobre lo que realmente somos.
El diablo, tratado con el énfasis de referirlo a un gran personaje ajeno a nosotros, me da que es un concepto inconveniente, por que conduce a errores. Visto a lo grande, sería el autor de las acciones de gran calado y tremendas repercusiones. En cambio, su carácter taimado adopta el disimulo como acción preferente y el engaño como objetivo primordial; las aparatosas alharacas estropearían sus montajes sibilinos. Insisto en que lo veo más relacionado con las diabluras de apariencia inofensiva. Las acciones terribles, verdaderamente diabólicas, casi siempre resultan de la participación de algunos humanos impresentables. Son las actitudes de la inteligencia al servicio de la MALDAD; de las cuales hemos recabado experiencia suficiente, aunque no parece servirnos de mucho.
Dentro de estas diabluras solapadas, que quién sabe en qué despropósitos desembocarán, no es que pasen desapercibidas, pero a la mayoría no les hacemos caso por su presentación como hechos intrascendentes. Detectadas con una condescendencia rayana en la necedad, les dejamos la cancha libre. Todos percibimos a los intelectuales ORGÁNICOS. Lejos de ilustrarnos con sus buenos razonamientos, enlace fiel con los diversos conocimientos; abandonan su independencia reflexiva, para ponerse al servicio del poderoso de turno. Ladinamente, su discurso pasa del bien común. Su actitud servil, ya sólo contempla a los diversos poderes, aunque afirmen lo contrario.
El engaño al ciudadano confiado, está en ellos en plena actividad. De parte de los políticos extraña menos, pero que alguien con dotes de intelectual se pliegue a sus ordenamientos, suena a trapisondas ocultas. El gobierno argentino acaba de crear , nada menos, que la Secretaría de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional. Sólo el enunciado, ya demuestra sus pretensiones. ¿Seguiremos considerando intelectual a quien acepte su gestión? ¿Un pensamiento para todos? Lo que decía, es bien visible la MANIOBRA, delata a sus promotores y ejecutores, pero hay aplausos y votos en su apoyo.
Es frecuente el intento de colarnos cosas así, con la cara dura de presentarlas con visos de democráticas; mientras cavilan para la anulación de las personalidades de cada sujeto, que por su configuración han de ser distintas. Aquí pasó con la asignatura para la CIUDADANÍA, plagada de indicaciones ideológicas para temas variados (Sexo, familia, educación, diversiones, leyes) y con la parafernalia de ciertos intelectuales serviles del poder socialista de aquel momento. Unos, otros y los que vendrán, emulan la ínclita Formación del Espíritu Nacional, alejada de cualquier venalidad demócrata. La pulsión demoníaca de apoderarse hasta de los funcionamientos cerebrales es incesante. ¿Permanente?
Uno de los engranajes de difícil ajuste es el de la justicia practicada en este mundo. A pesar de ello, antes de pensar en su ejercicio cotidiano, como un frecuente fenómeno de enredo social, hemos de contar con la diabólica cuestión de la VISIBILIDAD clarificadora, con vistas sobre todo al perjuicio nacido de su ausencia, que a todos confunde. Parecen tener mayor presencia y voz los injustos, corruptos o escandalosos. Mientras los que de manera discreta evitan la corrupción y son justos, parecen no existir, al menos en la misma cuantía. ¿Habrá en realidad pocos justos y honrados? De lo contrario, parece satánico, que abunden las buenas gentes y resulte tan perverso su silencio.
Este asunto de la escasa clarificación de las actuaciones lo vivimos a golpe de confusiones en los perfiles democráticos. Escenifican el juego de los alardes ANTAGÓNICOS, que por grandilocuentes llegan a parecernos la única realidad. Los representantes…de casi nada, aunque fueron votados, porque desbarraron por tantos andurriales, que ni su figura inicial representan. En cuanto a los vociferantes de algarabías populistas, debido a que no les van los filtros democráticos, sus métodos son los decibelios y el forzamiento. Sigue la pregunta en pie, ¿A qué será debido el poco interés para transformar la visibilidad franca en un imperativo categórico?
Como quien está al servicio de los demás, con apariencia de sinceridad, nos endilgan informaciones parciales tendenciosas. Suelen aportarnos algunos datos ciertos, incluso descubrimientos recientes; pero, silencian otras consecuencias derivadas de esos conocimientos y ni palabra de los INTERROGANTES, que permanecen sin dilucidar. Con lo cual, la información deviene en una diabólica deformación. ¿Por presumir los informantes de sus aportaciones? ¿Por ignorancia de los divulgadores? ¿Por malicia u otros intereses? Bastará con algún ejemplo para entrever trastiendas malolientes.
Decía deformación y es la principal añagaza que progresivamente introducen como una cuña en las mentes poco avisadas. De tal guisa, proliferan las publicaciones con la afirmación de que el amor es una cuestión de HORMONAS Dopamina, serotonina, adrenalina), las cuales canalizan el estado orgánico propicio a la atracción, el bienestar y hasta la conquista del ser amado. Con ser cierta la mencionada intervención bioquímica, al no decir nada más, la traducción sibilina resplandece; unas infusiones de dopamina y demás, a la dosis adecuada, y ahí tenemos el enamoramiento referido. Como quien no hace la cosa, han reducido a las personas implicadas a unos meros niveles hormonales. ¿No cuentan con nada más?
En el ejemplo de las hormonas, no todos los individuos responden igual, surgen modificaciones dependientes de otras sustancia y toda una red de moléculas activas en movimiento. Nadie controla ese conjunto. Y, menos aún, los influjos psíquicos, del subconsciente, de los instintos; tan peculiares de cada sujeto. El simplismo de las farsas diabólicas (Un determinado gen aislado, supresión de la sal, etc.), nos introducen en el ABSURDO de unos sabiondos, que con una partícula pretenden la comprensión del conjunto con sus abismos insondables incluidos. ¡Si no pasaran de ahí! La gravedad radica en que sustituyen la amplitud de miras para cada persona, por una cerrazón estúpida, bajo la obsesión del encajonamiento general bajo sus directrices. ¡Menos mal que la explosión vital les supera!
Con respecto a las personas, nos conviene desprendernos cuanto antes de esas manipulaciones. Apenas disimulan sus perversas ideologías encaminadas al manejo de los individuos como INSTRUMENTOS. Por hormonas, censura de informaciones, difusión de falsedades; en suma, por abusivos intentos de control. Lo comprobamos en torno a la ciencia y en casi todos los sectores de la vida comunitaria.
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