Evidentemente estamos en unos momentos en los que, el mantener a la ciudadanía en un estado de alerta contra la pandemia del corona virus, se puede considerar como algo imprescindible. Sin embargo, cuando la ciudadanía se apercibe que la información que se nos daba el mes de enero pasado por el señor Fernando Simón, evidentemente mucho menos alarmista, menos impactante y, por supuesto más optimista, hablando de un contagio menos preocupante y de unos pocos muertos, 3 o 4,como consecuencia de la pandemia que nos ha venido de la lejana China; nada tiene que ver con lo que la realidad de los deletéreos resultados que está teniendo la epidemia entre nuestros compatriotas, hablando de cifras de más de 11.000 contagiados y de más de 1.000 fallecidos a causa del Coby19; nos hace pensar que las noticias que vamos recibiendo de las autoridades del país siempre están edulcoradas, cuando no manipuladas, por quienes siempre tienden a menospreciar la inteligencia de aquellos, el pueblo, a quienes está destinada la información que se les da a conocer.
Si usted abre cualquier televisión, ya no hablemos de la TV1, la estatal, se verá sometido a un alud de noticias, un verdadero cúmulo de personas que exponen su opinión sobre la enfermedad, un sinfín de recomendaciones de expertos y no tan expertos, unidos a una verdadera avalancha de noticias sobre los efectos en los diversos puntos del país de la imparable propagación del virus. Nada, por supuesto, respeto a una posible curación, una vacuna o cualquier noticia que pudiera contribuir a tranquilizar a la audiencia. Todos los medios informativos, sin excepción, están dedicados, en más de un 90% de su programación, a ponernos el vello como escarpias comentando la rapidez con la que se produce el contagio; lo que afecta a personas de edad avanzada, aquí te pillo aquí te mato; lo que a cualquiera que se despiste le puede ocurrir si sale a la calle o las sanciones que se pueden aplicar a los desorientados o idiotas que salgan de bureo o, tranquilamente, de paseo por cualquier calle o parque del país gozando de la soledad de la que se disfruta en ellas.
El señor Fernando Simón se ha convertido en un personaje imprescindible pese a que, si le seguimos la trayectoria desde que se hizo cargo de dar cuenta a los españoles de los estragos de la epidemia, nos daremos cuenta de que todas sus advertencias, predicciones y anuncios sobre el progreso del virus en España, han estado muy por debajo de lo que realmente ha venido sucediendo, con una pandemia que ha avanzado a pasos agigantados, sigue haciéndolo y no parece que, ni el señor Simón, ni ninguna autoridad en medicina tenga en su mano el poder asegurar cuándo y de qué manera se va a poder neutralizar el Coby19. Y ante unos resultados tan poco satisfactorios, una inseguridad tan manifiesta y unos pronósticos tan poco fiables, no nos queda más remedio que preguntarnos si no hubiera sido mucho mejor no convertir en un tema único, súper saturado, reiterado y prácticamente exclusivo, el tratamiento de la información sobre la enfermedad que nos está acosando.
Se nos ocurre que, intentar entretener con una información más interesante, unos programas de entretenimiento más variados (el recurso a películas clásicas ya empieza a resultar aburrido) y utilizando temas capaces de acaparar la atención del público, que no sean machacar todo el día sobre la cuestión que ya, de por sí, constituye la mayor preocupación de todo el pueblo español; sería una opción interesante. Por supuesto, no se pide que se desatienda una información suficiente, veraz, resumida y edificante sobre el desarrollo de la pandemia y de los medios para evitarla, lo que no supone que la información se convierta en machacona, agobiante, pesimista y carente de cualquier matiz optimista, como ocurre con la que el Gobierno y las autoridades nos vienen transmitiendo y no parece que tenga intención alguna de modificar.
Mucho nos tememos que haya una sobreactuación por parte del gobierno del señor Sánchez, que empieza por sus continuas apariciones en la pantalla de los TV (algo que contrasta con sus escasas apariciones en público en la época en la que su unión para formar gobierno con los señores de Podemos, le inducía a mantenerse ausente de los medios de comunicación) y las no menos frecuentes apariciones, ante las cámaras, de los miembros de su ejecutivo para repetir, una y mil veces, que lo están haciendo muy bien, que tienen controlada la situación y que, cuando consigan “aplanar la curva de la pandemia” entonces ya empezaremos a ver con más optimismo el final de esta pesadilla.
Aprovechan para, como ha ocurrido esta misma tarde en la reunión del Ejecutivo, en la que ya con retraso (lo debían de haber hecho mucho antes para evitar los graves efectos, que ya se han producido en la economía del país y en sectores sobre los cuales es evidente que los efectos colaterales de la pandemia van a causar gravísimos impactos) el gobierno se ha comprometido a una serie de ayudas de tipo económico, créditos, suspensión del pago de hipotecas, retraso en pago de impuestos etc.
Mientras tanto, sigue el desabastecimiento de farmacias de determinados artículos de protección personal que, pese a los días transcurridos desde el anuncio de la llegada del coronavirus a España, no parece que se haya conseguido dotar a los servicios sanitarios, hospitales, miembros de la fuerza pública ni a los ciudadanos que lo han pedido, de las protecciones adecuadas para poder hacer frente a la enfermedad. Puede que en algunos casos no sean la panacea, pero no deberemos olvidar que la masa, el pueblo, el común de los mortales se deja llevar por instintos de conservación que se fijan tozudamente en determinados accesorios, como es el caso de las mascarillas, que consideran imprescindibles para defenderse del contagio; aunque es evidente que no sea preciso llevarlas en todos los casos.
Tenemos la impresión de que, dentro de los miembros del propio Gobierno, existen diversas opiniones que, a la vista de cualquier ciudadano de a pie, pueden resultar sorprendentes, contradictorias en muchos casos capaces de desorientar a quienes se han visto obligados a seguir unas consignas, unas órdenes o unas reglas que, al parecer, no se tienen en cuenta en las reuniones del propio Gobierno, a las que asistieron algunos miembros que deberían haber permanecido en cuarentena ( el caso del señor Pablo Iglesias fue un ejemplo de ello cuando su esposa fue diagnosticada por tener síntomas de la enfermedad) y lo mismo se podría haber dicho del señor Sánchez cuya esposa, al parecer, también ha sido diagnosticada como poseedora del virus. Nos da la desagradable impresión de que existen unas reglas para la ciudadanía en general, que no rigen para quienes están en los cargos de responsabilidad que deberían ser los primeros que, en un caso de tanta gravedad como el que nos ocupa, dieran el pertinente ejemplo ajustándose a las normas que ellos mismos han dictado.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el presentimiento de que se está llevando a la ciudadanía española a una situación de extremo estrés que es posible que se pueda mantener, como es el caso del enclaustramiento domiciliario, durante un tiempo no excesivamente largo pero que si, como se nos viene anticipando, se debiera prolongar por más tiempo, superando los 14 días del decreto actual, no sabemos las consecuencias que se puedan derivar de una situación tan prolongada, si los efectos de las medidas adoptadas, no empiezan a demostrarse válidos y efectivos para la lucha contra el Coby19. Las noticias, con placebo incluido, pueden ser efectivas durante un tiempo pero si se prolongan en demasías es muy posible que dejen se ser convenientes si no existen resultados positivos que las avalen. “Después de la agradable juventud/ después de la molesta vejez/ nos tendrá la tierra.”
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