El editorial “Falta atender a las causas del cambio climático” del 9 de diciembre en GARA nos alarmaba sobre las bien fundadas consecuencias del cambio climático recogidas en un estudio de Naciones Unidas, el cual: “…nos dibuja un panorama desolador”. Así terminaba: “Lo que resulta sorprendente es que se centre en las consecuencias, sin realizar ninguna reflexión sobre las causas. Pero este es un aspecto que llevaría a cuestionar los actuales modelos de producción y consumo”. Lo que deja de decir uno, lo dice otro… en su línea.
Pienso que a nadie se le escapa que el editorialista da por supuesto que el cambio climático se debe a la acción humana e implícitamente al CO2 derivado de los procesos productivos y transporte motorizado utilizados por las personas en “los actuales modelos de producción y consumo”.
La primera parte del artículo es obligada dentro del guion de la Agenda 2030. La parte final es voluntaria y tristemente forma parte del mismo guion.
La penúltima reunión COP28 UAU del IPCC, subvencionada con fondos públicos de la ONU y celebrada en Dubái en 2023, reunió a 70.000 delegados. Se reparten en equipos bien coordinados que encabezan cinco puntas de iceberg: burócratas gubernamentales, ONGs ecologistas, consultores de secuestro de carbono, periodistas medioambientales y jefes de prensa de energías renovables. Todos deben su progreso económico, personal, profesional y empresarial ascendente al cambio climático como consecuencia de las emisiones de CO2, a su vez debido a los hábitos humanos… según el guion de esa Agenda Global y GARA.
Hoy en día, el negocio del clima es la actividad empresarial más floreciente. A su vez, es una herramienta eficaz para el control, la sumisión, la restricción y la penalización ciudadana y de países emergentes… la más eficaz de los gobiernos occidentales.
Una actividad empresarial que ya mueve billones, y todos dependen de un tótem invisible como es el CO2. ¿Qué causa podría inutilizar esa herramienta o comodín climático-sanitario, poniendo en riesgo sus negocios? 1) Que después de años castigando a sus ciudadanos y a países emergentes no puedan seguir escondiendo que, tras haber conseguido rebajar las emisiones de CO2, la temperatura del planeta sube por hechos naturales y la acción solar; o 2) desmontar el mito de que el CO2 sea el causante del cambio climático.
Ocurrió así con el agujero de la capa de ozono. ¿Por qué no se abren a debatir con colegas que, durante décadas, han trabajado codo a codo en sus laboratorios y participado de los mismos eventos, reconocimientos y galardones? Científicos que, a pesar del ostracismo oficial y mediático, en base a sus estudios y tesis actualizadas, siguen disfrutando de aval académico y técnico en el campo de la meteorología, geología, física, astrofísica; profesores de universidad, asesores presidenciales, exmiembros del IPCC, etc., como Dick Lindzen, Steven Koonin, Will Happer, Dr. John Clauser (Premio Nobel de Física Cuántica y Radiación Atmosférica en 2022), Nir Shaviv, Matthew Wielicki, Patrick Moore (fundador de Greenpeace), Ross McKitrick, Willie Soon y el laureado Premio Nobel de Física en 1973 Ivar Giaver, asistente de honor al Panel de Discusión IPCC sobre Cambio Climático en Lindau 2008. Cuestionan con datos su relato y la teoría del CO2, a costa de ser etiquetados como mínimo de negacionistas. Hoy todos sufren criminalización mediática, intimidación y acoso, como mínimo quienes están jubilados, y retirada del puesto docente e investigador, al negar financiación a quienes estaban activos, llevándoles al suicidio profesional y la ruina familiar… todo un asalto a la libertad individual.
Ninguno niega la ciencia, pero sí cuestionan sus complicidades y el choque con los intereses económicos de corporaciones empresariales: “El clima siempre está cambiando, así que nadie niega el cambio climático. Nunca un consenso científico basado en que el CO2 es el principal causante debe ser tomado como único aval para imponer como dogma las causas del cambio climático; siempre hay discusión y ninguna ciencia es definitiva. Es absurdo cuando aseguran que la ciencia del clima ya está establecida; lo único que demuestran con ello es que está establecida una nueva herramienta para negocio y control”.
Según el físico John Clauser: “El CO2 carece de importancia en la variación del clima, su influencia es trivial. Así, si no es el CO2 el causante del cambio climático, entonces ¿quién lo es? Lo importante son las nubes naturales que reflejan la luz solar”. Hipótesis completada con el estudio conjunto de los astrofísicos Henrik Svensmark y Nir Shaviv, que atribuyen el cambio climático a la formación de nubes por la actividad solar y la radiación cósmica. Se reafirma con ello el también astrofísico Willie Soon al afirmar con contundencia: “En el cambio climático influye 0% el CO2 y 100% el sol. ¿Por qué lo silencian?”.
Todos coinciden en que en el siglo pasado, con una menor actividad industrial que hoy y emisiones menores de gases de efecto invernadero (GEI), se alcanzaron temperaturas en EE.UU. de hasta 49 ºC en 1930. Es diferente la medida de temperatura que la sensación de calor, pues esta es una cuestión subjetiva. Coinciden en que, más que calentarse el planeta, se ha suavizado el clima al reducirse el contraste entre la temperatura nocturna y diurna. Son estudiosos y anteponen su honradez y honorabilidad al interés económico o profesional.
Traen al recuerdo lo vivido-sufrido con el mito y dogma del agujero en la capa de ozono “provocado” por aerosoles y resto de GFC, en que años más tarde se reconoció error oficial debido al “va y viene” estacional del ozono de una latitud a otra. Enriqueció a nuevas empresas y arruinó a otras ya consolidadas. Comparable con lo que está ocurriendo hoy y lleva a consecuencias dramáticas por el freno al desarrollo industrial en países emergentes debido a las amenazas coercitivas y de sanción económica, obligándoles a descarbonizar la actividad industrial siendo su fuente de energía más asequible la fósil; la misma que en un siglo han utilizado esos mismos países occidentales para alcanzar la actual cota de progreso, negándoles hoy su uso y obligándoles a entrar en el consenso.
En la prensa, la actividad del periodismo de investigación se ha reducido a la mínima expresión, y obligan a los ciudadanos a cubrir esa labor. Al igual que todas las ramificaciones privadas que enlazan con el Ministerio de Transición Ecológica, reciben más subvención pública que nunca, en un país en el que la compra de voluntades a golpe de subvención con dinero público nos lleva a que ocupemos la cabeza de la UE con un 60 % por encima de la media. Pero ¿para qué a la prensa, si han reducido plantilla y el costo de edición? Una prensa que no cumple con su labor social al censurar a quienes les suplimos. ¿En qué niveles de civismo nos movemos y qué clase de humanismo compartimos? Todo es fruto del consenso climático-sanitario amalgamado por lo mediático.
El editorial de GARA titulado: “Falta atender a las causas del cambio climático”, se deriva de ello, ya que con su línea editorial conocida hasta hace como mínimo media década, ese título sería: “Falta entender las causas del cambio climático”, siendo más asumible para su gente… al menos para la de entonces.
En esta guerra espiritual, la modificación de la información cósmica y del contenido orgánico respirable originales en la atmósfera; la modificación de la información original en códigos genéticos de personas, animales, plantas; la modificación y añadidos en piensos, medicamentos, alimentos y agua, más la pretendida modificación del curso evolutivo de la humanidad y ciclos naturales del planeta Tierra, son la consecuencia causada por una ciencia mutadora y endiosada, con el mismo fin de quienes operaron para modificar la esencia divina de los seres de aquel Paraíso Terrenal. Guerra que hoy, como nunca, obliga al Creador a redoblar esfuerzos para que sus criaturas humanas puedan completar la razón de su existencia y poder salir de este infierno terrenal que hemos creado, pasando a la otra Orilla… ya en la Tierra Prometida.
Esta situación trae a la memoria el pasaje bíblico de las dos madres que se disputaban una misma criatura ante Salomón. Así que, siendo la última batalla por la paz de esta guerra espiritual entre el frío lunar y el calor solar que dura millones de años dentro de esta caverna, afianzarnos en unidad con nuestra fuerza interior equivale a crear el único asidero que impida hundirnos cuando nos intenten quitar hasta el suelo que pisamos… la Tierra de la cual nacimos.
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