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Confesión (I)

Conociendo a su gato
Aurora Peregrina Varela Rodriguez
sábado, 17 de diciembre de 2016, 11:00 h (CET)
Luz lunar, estación, luz veraniega, sombras cantadas más no, luz corazón, mirada candente que mira y no se detiene. Candela pura, fortuna universal que se quemó, restarán sus huesos, su lamento, no verán la luz del sol, pero la lunar... Yo no lo sé, deseo verla, pero ya no sé. Luz lunar, sol y estrella y tu nombre hasta la tumba.

Espectáculo sin luz, acabándose mis ganas y me acojo a tus labios de cristal, como a un premio del verdadero estrellato me alimento, como la sombra de un río, como mar, como la luz en la penumbra tu mirar, observar y destacar que Dios nos quiere unidos y yo, también. Algo perderé, lo sé, Dios me sorprenderá gracias a Dios.

En mi cuerpo tus manos, estoy deseándolo, ya no puedo más, deseo tus manos sobre mí, reconstituyéndome de principio a fin, tuya y de nadie más, tal será mi entrega, porque además me gustas mucho. Tus manos probándome, y yo sintiendo todo eso, deseando que sea eterno, que dure una inmensidad, quiero ser probada toda, sólo por tus manos.

Se llamaba Jefecillo, Tomás el valiente, elefante sin mucha suerte, trotador, gato grande, pecado... Incomprendido también. Así era "gato", el gato de dos piernas y dos brazos y una boca que besaba duro, buenos labios tenía ese ser, trotador de mundos, Gigantón, se fijó en mí, se fijaba en todas...

Yo iba con un vestido de flores blancas, azules y rosadas ceñido al cuerpo, caminaba como una paloma que salió de su palomar, entonces "gato" me deseó.

"Gato" de mis amores, grande, deja a esta blanca paloma, permíteme seguir volando, no cortes mis alas, voy así de señorita, de constante y con mis carnes meneándome calle abajo para pasear y comprar, tú también lo haces, no me toques "gato", déjame vivir, relajarme, tranquilizarme, quiero seguir siendo paloma por ahora. Hay que dar sabor a la vida, sobretodo cuando no lo tiene, no quiero apresurarme en mi lamento, aún no me has tocado, déjame en libertad, de la mía. La noche pasada estuviste con otra gata, aún llora en su casa, ¿a dónde quieres llegar?...

Sal de mi paso. Ya me has visto y quiero seguir mi rumbo, acertado o no.
"Gato" respondió:
-Gatita no soy el de de ayer, hoy es hoy, bonita, elegante la noche nos une, ya podías salir con pantalón.
-Me gusta el vestido, le dije al "gatito". Saca tus ojos de mi figura, busca otra pareja.
-Gata, yo no busco, encuentro. Dios me las pone delante, es él el que manda.
-Si me tocas gritaré...
-Sí sólo tus ojos miré, no, yo no quiero tocarte, sólo quiero conquistarte, ¿podemos vernos otra vez?..
-Difícil es.
-¿Por qué?
-Porque mi amor he jurado a un joven que dice amarme con la fuerza de un volcán.
-Eso se arregla, amor mírame, ¿sientes algo por mí?...
-De entrada, ¿cómo?... si por momentos mis dudas tengo de si me abordarás de mala manera llevándome a un portal cualquiera para robarme un beso.
-Soy gato bueno, soy como el "Zorro", un justiciero. Bríndame tu amor.
-No mi Tomás, no puedo creerte.
-Quiero un besito.
- No.
-Una cita...
-Mañana en mi balcón hablamos, en la calle 345 donde están las rosas rojas, al amanecer, llámame por mi nombre, Amapola, y yo saldré. Se dijeron adiós, pero él le tocó la mejilla y le dijo:
-Serás para mí, Amapola, encantadora Amapola, no dejaré que jamás te encuentres… sola.

Continuará…

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