Le quedó la espina clavada de Rumasa y por eso fundó Nueva Rumasa. Segundas partes nunca fueron buenas y eso le ha pasado a José María Ruiz-Mateos, que tiene ante sí una dura suspensión de pagos que deja al imperio de la abeja al borde de la extinción. La carrera del empresario andaluz gira en claro contraste entre el crecimiento empresarial y los juicios, donde un día acudió vestido de Superman.
José María Ruiz-Mateos vestido de Superman.
Manuel Monfort / SIGLO XXI
El empresario eludió ayer el Juzgado de Instrucción número 45 de Madrid al alegar que padece una lumbalgia que le impide caminar bien. Ruiz-Mateos tenía que prestar declaración por sendos delitos fiscales de alzamiento de bienes y falsedad documental en la investigación abierta por su gestión al frente del Rayo Vallecano.
Este sólo es un capítulo del largo listado de fraudes que se le atesoran al fundador de Nueva Rumasa, el mismo que protagonizó un mítico duelo con el ex ministro Miguel Boyer, al que agredió a la salida de los juzgados por la expropiación de la antigua Rumasa. Ése es Ruiz Mateos, un personaje peculiar y único que montó un imperio de la nada. Una bola que se fue hinchando e hinchando de empresas y capital hasta explotar completamente en los juzgados, un lugar maldito para Ruiz Mateos.
Un 11 de abril de 1.931 nació, en Rota (Cádiz), José María Ruiz-Mateos y Jiménez de Tejada. Cursó el bachillerato en la ciudad malagueña de Ronda y, a posteriori, se graduó como profesor mercantil en la Escuela de Comercio de Jerez. Su afición por los negocios no le tardó en llegar, pues a una edad temprana ya se involucró en la empresa de comercialización de vinos que dirigía su padre.
Estos primeros pasos le animaron a crear su propio negocio y es así como se decidió a fundar Rumasa, una empresa destinada a poseer la mayor parte de las acciones de otras compañías que iba adquiriendo. Su andadura por cuenta propia empezó en los años 60, concretamente en Barcelona, donde constituyó su negocio con un capital inicial de 300.000 euros y, unos años después, tras acumular más capital a raíz de comercializar con empresas vinícolas, extendió su actividad hacia las entidades financieras. Así es como adquirió el Banco Condal y el Banco Atlántico.
El periodo comprendido entre finales de los 70 y principios de los 80 supuso un importante crecimiento para Ruiz Mateos. La expansión en otros sectores fue clave para que el imperio de la colmena se hiciera más grande y ya en 1982 contaba con más de 700 empresas, además de dar trabajo a 65.000 personas. Galerías Preciados, Loewe, Banco Atlático y Bodegas Garvey fueron algunas de las grandes entidades de aquella época que formaban la columna vertebral de Rumasa.
El castillo de naipes formado por Ruiz Mateos se desmoronó totalmente con la llegada del Gobierno socialista de Felipe González en 1983 que supuso, a la postre, la expropiación forzosa de Rumasa por orden del ministro de Economía, Miguel Boyer. En la memoria quedaran los puñetazos que Ruiz Mateos le dio a éste último a la salida del juzgado, justo cuando el Gobierno decidió echar abajo Rumasa tras apreciar distintas irregularidades económicas. Desde entonces, el pulso Gobierno-Ruiz Mateos se convirtió en un ir y venir de juicios, apelaciones y recursos que desembocó con el encarcelamiento del empresario durante un largo periodo de tiempo.
Ruiz Mateos también hizo sus pinitos en el mundo del fútbol y la política. Como representante público formó su propio partido –Agrupación Ruiz Mateos– que le permitió ser Diputado en el Parlamento Europeo en 1989. En el aspecto deportivo, en 1992, compró las acciones del Rayo Vallecano y, tras dos años siendo presidente, dejó el testigo a su esposa, Teresa Rivero, como máxima mandataria del club madrileño. El Rayo, con la familia al frente, se ha debatido entre Primera y Segunda, incluido un breve paso en 2ªB, pero tiene en su haber el mérito de haber llegado a cuartos de final de la Copa de la UEFA. Actualmente, vive sometido a una ley concursal al formar parte del grupo de Nueva Rumasa.
Nueva Rumasa era, precisamente, la oportunidad de Ruiz Mateos para dirimirse de la caída de su antiguo imperio pero, nuevamente, se ha vuelto a quedar al borde del abismo. La secuela del imperio de la abeja nació en 2007 con empresas como Dhul, Clesa, Elgorriaga, Tranchettes o Bodegas Garvey, entre otras, y ofreció la posibilidad de comprar participaciones a cambio de una rentabilidad muy elevada. Beneficio, éste último, que no existió tal y como Ruiz Mateos le reconoció a Emilio Botín en una de las cartas que le escribió al presidente de Banco Santander, en la que admitía que había engañado a los inversores para “generar confianza”.
El pasado 17 de febrero, diez empresas de la compañía se acogieron al procedimiento especial de la Ley Concursal, mediante la cual se reconoce que la compañía tiene una deuda de 700 millones de euros comprendida entre bancos, acreedores y organismos públicos. Éste ha sido el último tropiezo de Ruiz Mateos. Un empresario que formó un imperio que se desmoronó. Ha querido volver a levantarlo y, de nuevo, ha vuelto a caer. Superman es humano…
Hoy se cumple un mes desde que la DANA azotó con inusitada violencia la provincia de Valencia, causando inundaciones catastróficas que resultaron en la pérdida de 222 vidas humanas y han dejado a miles de familias en situación de vulnerabilidad. Municipios como Alaquàs, Albal, Aldaia, Alfafar, Benetússer, Catarroja, Massanassa, Paiporta y Picanya, entre otros muchos, han sido especialmente afectados, y siguen enfrentándose a una devastación sin precedentes.
La titular de Trabajo persigue un triple propósito: que los trabajadores no pierdan poder adquisitivo, que se alcance por fin el 60% del salario medio nacional como recomienda la Carta Social Europea y que las futuras subidas salariales queden reguladas y aumenten automáticamente sin que tengan que estar al albur del gobierno de turno o de su aprobación en el Congreso de los Diputados.
A tan solo semanas de finalizar el año 2024, aún queda sin convocar un número significativo de plazas correspondientes a las Ofertas de Empleo Público (OEP) aprobadas en 2024, al menos 5.000, a las que hay que sumar las que aún siguen pendientes de la OEP de 2023, como por ejemplo las oposiciones de Gestión de la Administración de la Seguridad Social, que tiene 326 plazas pendientes.