Dijo Heráclito que nada es permanente a excepción del cambio, y cuando se trata del “proceso de cambios” del “marxista y bolivariano” obispo de los pobres Fernando Lugo, la verdad de la frase aparece en toda su dimensión.
Durante una entrevista en la CNN, el ex embajador de Estados Unidos en Paraguay James Cason se refirió con detalles desconocidos sobre su actuación durante las elecciones que llevaron al cura Fernando Lugo a la presidencia del Paraguay.
En la nota, Cason reconoció la autenticidad de los cables donde afirmaba que fue el primero en felicitar a Lugo por su victoria electoral, y en la que vaticinaba que el cura sería un gran aliado para Estados Unidos.
En otras comunicaciones diplomáticas Cason sugería al departamento de estado que Lugo además de buen aliado de Estados Unidos, podía ser útil como “moderado” para dividir a la izquierda latinoamericana creando una vertiente diferente a la de Castro y Chávez, y que la mayoría de los seguidores de Lugo estaban dispuestos a aparentar su filiación con la causa bolivariana pero “sólo por dinero”. “Están dispuestos a tomar el dinero y para ello fingen su simpatía por Chávez, pero es sólo en apariencia” había advertido el sagaz diplomático que ganó celebridad por su enfrentamiento con Fidel Castro, durante su estadía en Cuba.
Que James Cason había dado en lo cierto pronto quedó de manifiesto cuando al llegar la nueva embajadora de Estados Unidos Liliana Ayalde, Lugo ratificó sus simpatías por el imperio y por sus planes de penetración de instituciones paraguayas. La embajadora Ayalde, como un ministro más, empezó a participar de la toma de decisiones del gobierno arzobispal y a acompañar a Lugo en los actos públicos.
El diario ABC color, gran impulsor de la candidatura de Lugo, llegó a exhibir en su primera plana una foto del cura y la embajadora Ayalde en la misma canoa, disfrutando de la pesca en el Chaco.
Todos los programas de “cooperación” de Estados Unidos con Paraguay en el plano policial y militar fueron también ratificados, y se dio nuevo impulso a la “guerra contra las drogas” impulsada por la DEA, montando otro escenario de micro-militarismo teatral como el que escenifica en México el presidente Felipe Calderón.
Lugo también ordenó a su ex ministro Rafael Filizzola que solicite cooperación en la embajada norteamericana y en Colombia para la represión de organizaciones campesinas, algo que pronto dio sus frutos con la ejecución extrajudicial de Severiano Martínez, Gabriel Zárate, Nimio Cardozo y el arresto de decenas de militantes de organizaciones campesinas pro-chavistas en Paraguay.
En una entrevista ante CNN, el mismo Lugo reconoció que solicitó en la embajada norteamericana sofisticados equipos para realizar escuchas telefónicas ilegales, algo que se supo también a través de las filtraciones de WIKILEAKS.
En materia de conducción económica, Lugo demostró inmediatamente que seguiría la senda neoliberal de sus predecesores, convocando para manejar la economía del país a un conocido personero del FMI y otros organismos de la usura internacional en Paraguay, Dionisio Borda.
Su ex ministro Efraín Alegre impulsó incluso la privatización de los aeropuertos en un país mediterráneo como Paraguay, proyecto que hoy se encuentran a un paso de su concreción. Luego de ser aprobado el proyecto presentado por Lugo al Congreso derechista, sólo falta la firma de su promulgación. Como una prueba más de su filiación neoliberal, Lugo se mostró como un devoto cultor de las cifras macroeconómicas y del “crecimiento” con el cual los organismos financieros premiaron su lealtad al modelo neoliberal.
Respecto a los procesos de integración que parecían irreversibles, a través de organismos como el Mercosur y el UNASUR, Lugo no ha hecho otra cosa que seguir fielmente el libreto de la prensa reaccionaria que lo patrocinó, tiroteando de manera infernal e inoportuna contra los demás socios, al punto de dejar a presidentas como la argentina Fernández sin ganas de participar de los encuentros.
Sin embargo, ya en las postrimerías de su gestión y viendo que su proyecto reeleccionario no prendía, se encendió nuevamente la despreciada lamparita de las reivindicaciones “bolivarianas” y tras buscar convencer a la prensa chavista con una visita al líder venezolano, retomó la senda de arrojar las piedras y esconder la mano, instigando invasiones de tierras por parte de organizaciones campesinas protegidas por su gobierno.
Ya Simón Bolívar advirtió que servir a una revolución es parecido a labrar en el mar, hoy quienes sirven a Fernando Lugo pueden confirmarlo.
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