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Urbina

Materialismo fenomenológico de Urbina
José Manuel López García
sábado, 6 de enero de 2018, 11:04 h (CET)
Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina es un profesor de filosofía de Universidad ya emérito, pero que ha desarrollado una extraordinaria labor docente e investigadora a lo largo de muchos años. Nació en Salamanca en 1930. Dio clases en el Instituto Femenino de Oviedo y estuvo con Gustavo Bueno en la facultad de Filosofía de misma ciudad.

Posee una gran formación filosófica y aunque ha sido discípulo de Bueno ha creado un sistema o teoría filosófica nueva y original: el materialismo fenomenológico.

Considera Urbina que «la primera fase del pensamiento de Bueno es lo que yo creo que va a subsistir». Se puede afirmar que la labor filosófica de Urbina está plasmada en diversas obras entre las que cabe destacar especialmente su tesis doctoral: La Fenomenología de la verdad: Husserl en Ediciones Pentalfa publicada en 1984 y Estromatología. Teoría de los niveles fenomenológicos en la Editorial Brumaria publicada en 2014.

Se nota la influencia en Ortiz de Urbina de los escritos fenomenológicos de Merleau-Ponty, Henri Maldiney y Marc Richir ya fallecido. Es indudable que Urbina está de acuerdo con la arquitectura general del materialismo filosófico de Bueno, pero desarrolla aspectos nuevos desde una original perspectiva fenomenológica propia que se diferencia muy claramente de las anteriores.

Además, como también escribe Silverio Sánchez Corredera en relación con las densos análisis fenomenológicos rigurosamente elaborados por Urbina «La vieja respuesta del alma y del cuerpo ya no se interpreta más como una simplificación mitológica o una inercia religiosa». Además de libros y artículos Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina ha sido un gran conferenciante y profesor y en sus conferencias o lecciones ha matizado sus planteamientos fenomenológicos de una forma precisa y profunda. Es un virtuoso del lenguaje y maneja como casi nadie la jerga filosófica.

En relación con la fenomenología que ha elaborado escribe en un fragmento de su Estromatología: «La fenomenología material admite las síntesis intencionales, considera los fenómenos como puras manifestaciones hyléticas (de ahí el apelativo de material), sometiendo la apariencia de la realidad intencional a la verdadera realidad de la vida interior, de la aparición original e inmediata. No interesa lo que aparece, sino la pura aparición».

Es recomendable que se lean estas dos obras ya mencionadas y sus otros libros y artículos para darse cuenta de la precisión de su materialismo fenomenológico. Es una fenomenología a la altura del siglo XXI, ya que tiene presente a la ciencia y a la tecnología actuales y responde a la época presente con sus desafíos gnoseológicos y éticos.

Sus escritos filosóficos están influidos por Lacan, Deleuze, Badiou, Richir y otros. Y la filosofía que construye distingue entre la intencionalidad y la afectividad, ya que escribe Urbina: «Pues bien, la fenomenología que propugnamos establece que la afectividad tiene un origen diferente al de la intencionalidad, y que, básicamente, es fuerza espiritual».

Urbina es un decidido partidario de que la filosofía se enseñe en los institutos de Enseñanza Media, algo lógico, porque es una asignatura básica e instrumental. Filosofar supone aprender a argumentar, debatir, discutir ideas, escribir con coherencia y rigor, entender conceptos, etcétera.

Una de las grandes cualidades humanas e intelectuales de Urbina es que ha estado abierto a las controversias filosóficas. Está dispuesto a escuchar críticas y análisis sobre sus planteamientos fenomenológicos y a discutirlos con precisión y rigurosidad. Por ejemplo, respecto a la afectividad no duda en aceptar como ajustado a su entendimiento de lo que es la fenomenología el planteamiento ofrecido por Richir y escribe en la página 434 de su Estromatología:«En un importante artículo sobre Las raíces arcaicas de la afectividad, escribe Marc Richir: la afectividad originaria aparece, de hecho, como movimiento o aspiración a colmar el desajuste interno y originario del esquematismo, y esta aspiración sólo puede ser infinita, puesto que ese desajuste es imposible de reabsorber, es irreductible». En efecto, intencionalidad y afectividad poseen distinto origen, algo que se averigua fenomenológicamente.

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