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A ti, amable viajero,
que a visitarnos has venido,
voy a tratar de ayudarte
con estos versos sencillos.
Aunque ha sido siempre bella,
Córdoba desde hace siglos,
al llegar la primavera
se recrea en mil hechizos.
Que surgenpor todas partes,
con un vigor inaudito,
para alegrarles la vida
a los pobres y a los ricos.
Alcanzan su plenitud,
en el gran “mayo florido”,
con “patios” llenos de flores
de un vistoso colorido.
Y una “Batalla de Flores”,
que aporta un intenso brillo
más la “Fiesta de las Cruces”
llena de un sano bullicio.
Si deambulas por las calles,
engalanadas con mimo,
notarás la sensación
de estar en unparaíso.
A todos los que vienen a conoceros
Un paraíso repleto,
de claveles y de lirios,
atendidos por personas
que hacen del jardín un rito.
Restando horas al sueño,
por un sueño tan bonito,
como el de tener su patio
deslumbrante, fresco y limpio.
Y si te adentras en uno,
aunque estés entristecido,
con el amor que te brindan
quedarás restablecido.
Te fascinará el buen gusto,
la armonía y el cariño,
con que cuidan los geranios
buganvillas y narcisos.
Y si pasas por las rejas,
ventanas o tejadillos,
que hay en calles y plazuelas
sublimarás tus sentidos.
Esta modesta semblanza,
que de corazón te brindo,
espero que te sea útil
para gozar de lo lindo.
En una casona antigua y desolada, en el centro de la sala se encontraba un espejo de un metro de alto y cincuenta centímetros de ancho, montado y sostenido por una linda mesita antigua. En él convergían las articulaciones de todos los espacios.
Cuenta Irene Vallejo que San Agustín se quedó absolutamente perplejo al ver al obispo de Milán leyendo para sí mismo, al ver cómo “sus ojos transitaban por las páginas, pero su lengua callaba”. La anécdota la usa la escritora —siempre elegante, delicada y tensa— para argumentar que, hasta bien entrada la Edad Media, la lectura se hacía solo en voz alta, de ahí la extrañeza del filósofo, que veía, por primera vez, un lector tal como nosotros lo imaginamos.
Me veo en el espejo y veo el tiempo, que en el silencio, ya no muere. Mi rostro lleno de quebrantos, arrugas en mis ojos, en mis labios.
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