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La excesiva contundencia flaquea en sus contenidos

Ondas o partículas

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Si algo nos va quedando claro, es la enorme complicación de la cual formamos parte activa. El cielo nos plantea retos de altura si queremos ser consecuentes y la materia resulta muy superficial, la mayor parte es indetectable en el Universo como materia oscura. Las energías y las condensaciones nos traen de cabeza, hasta el punto de que avanzamos sin avanzar, de ver sin ver, o muchas situaciones similares. La fijación y el movimiento nos sobrecogen con el intercambio continuado de sus POSICIONES, nos afectan en todo el amplio abanico de percepciones; esas de las cuales no podemos desprendernos. Configuramos entidades particulares metidas de lleno en un engranaje complejo, con mucha tendencia a enredarlo más.


Si en una sola partícula, se suceden una serie de enlaces de largo alcance con reacciones incomprensibles para la mente humana; la trama originada cuando se juntan varias de ellas se torna un ente indefinible. Para cualquier sujeto, la comprensión de su conjunto de conexiones vitales, se convierte en un asunto utópico, porque apenas avizoramos los indicios de esos conocimientos. Al hablar de cantidades, formas o maneras de funcionar, parece que trabajamos con retales. Las DIMENSIONES personales son inabarcables. Las previas de cara a la configuración del sujeto, las relacionadas con su presencia vendrán después. Extienden sus enlaces a través de las distancias y los tiempos. Nos agrandan y empequeñecen enigmáticamente.


Somos muy contundentes al tratar de hechos en las diferentes informaciones, en muchas ocasiones, sin dar opción a relacionarlos con determinadas circunstancias; no es raro el poner un énfasis exagerado en alguno de sus matices, desdeñando al resto. Con la mención de las diferentes conexiones que nos involucran, perceptibles o desconocidas, incluidas las provocadas maliciosamente; los estudiosos llegan a escribir eso de lo volátil del hecho en sí, por que sólo podemos manejar INTERPRETACIONES. Ni tanto ni tan polarizado. Aunque de todo esto se deduce nuestra incapacidad para conocer del todo cuanto sucede y asimilarlo. Un asesinato, una guerra, un abuso; los grados de participación, los factores favorecedores, exigen un análisis profundo.


Las disyuntivas nunca se acaban, los abundantes condicionantes las multiplican, son las opciones decisivas las que se muestran esquivas. Ante los acontecimientos relevantes del entorno suelen aplicarse numerosas palabras para explicarlos y, como contrapartida, detectamos la pujanza del dinero para justificarlos. Declaraciones y dinero suelen ir disparejas. Por un lado, discurren las ondas con sus reflejos, mientras las partículas asientan en derroteros distintos. En esto, las DIRECCIONES de las ondas, los efectos directos en línea recta o las tortuosidades complican el examen de lo acaecido. La precisión de los comportamientos en unas circunstancias concretas, se diluye entre los hilos de la madeja. El uso de las palabras y del dinero, se diversifica.


Estamos incrustados en una serie de constelaciones de las cuales no podemos desprendernos, en muchas ocasiones ni tan siquiera las percibimos encima. Son como entidades aparte que nos afectan con influencias complejas. Las palabras, el dinero, nos utilizan y los utilizamos. No son los únicos, establecen determinadas áreas con unos efectos concretos. Citemos sino al SISTEMA, como genio plenipotenciario regulador de las actividades, incluso colaboramos con sus ordenamientos. Nadie lo vio, no; ni sabríamos concretar sus esquemas de funcionamiento. Sin embargo, sus directrices sibilinas se cuelan en las variadas actuaciones cotidianas, cuando no son auténticos topetazos estrepitosos. Sus circuitos superan nuestras destrezas.


Como suele decirse, el sistema engulle sus alrededores con zarpas entrevistas, las percibimos en asombrosos formatos. Siendo poderosas, estas zarpas no son las únicas que nos presionan. Si nos fijamos, otras capacidades humanas se erigen en verdaderos sistemas opresores por su uso inapropiado. Nos ocurre en torno a la RAZÓN, usada al margen de otras cualidades o sensibilidades con una exclusividad improcedente. Su potencial no ofrece dudas, sus aplicaciones son amplias; a base de razones podemos precipitarnos hacia severas monstruosidades. La imaginación de sus múltiples influencias no justifica su exclusividad. El panorama humano es mucho más amplio, con potencialidades más allá de la razón.


La comodidad nos aboca a ser demasiado pasivos, aunque el ser muy impulsivos nos eleva a fijaciones intempestivas. El hecho de que estas polarizaciones prescindan de muchas consideraciones, no evita la presencia real de las numerosas conexiones; costumbres, comentarios, las mismas diversiones o las ocupaciones diarias, van modelando el perfil del protagonista. En una determinada fase de ese proceso, el perfil puede convertirse en AUTOMATISMO y todas las ramificaciones influyentes invierten su dirección. El sujeto pensante desaparece, pasa a ser dirigido por los resortes automáticos. Los hilos colaboradores de la persona se transforman en alambres rígidos, en respuestas verdaderamente impersonales.


Esas diferencias en la gestación de las sensaciones particulares, no impide, al revés, acaba por propiciar la orientación del núcleo central de unas determinadas respuestas; que no son independientes, sino firmemente entroncadas con cada persona. Las circunstancias se multiplican; pero, la persona añade otras nuevas, no le es posible eludir su participación. Ante la gente extraña venida de fuera no son suficientes los rechazos primitivos, repugna las actitudes XENÓFOBAS en la actualidad; aunque subyace en medio de sociedades pretendidamente civilizadas o quizá no lo sean tanto como proclaman. El lamento no enmascara su detección en las comarcas actuales, Cataluña o similares.


No podemos negar la enorme profusión de estímulos surgidos en los ambientes donde nos desenvolvemos, en relación directa con nuestras andanzas particulares y colectivas; aparentemente alejados de los avatares propios o incluidos en las percepciones íntimas. Precisamente, del olvido de ese conglomerado de relaciones simultáneas, deriva gran parte de los malos aires activados en las comunidades contemporáneas. La sana CONVIVENCIA atrae la asimilación de tan variadas perspectivas. Sin embargo, también abundan las actuaciones tendentes a la configuración de murallas para obstaculizar los contactos o bien para tergiversar el sentido de los pronunciamientos, contribuyendo a la crispación general.


Es muy fácil sacar a colación al destino, así como achacarle las causas de las desdichas. A pesar de esa tendencia, queda de manifiesto la secuencia de diversas OPORTUNIDADES propicias para la intervención personal, con las consiguientes consecuencias derivadas, con diferentes grados de participación y por lo tanto, de responsabilidades. Mantenerse al margen, quizá no sea posible.

Entre las energías de ondas y partículas, impulsos y reacciones, quedan por escribir las líneas de la INTEGRACIÓN personal en esa madeja caótica o de reglamentaciones desconocidas. Si bien la participación siempre es aventurada, o por eso mismo, permanece abierta a las interpretaciones menos rutinarias. La adaptación personal a esos rumbos confiere a la aventura los rasgos apasionantes del sentido propio.

Ondas o partículas

La excesiva contundencia flaquea en sus contenidos
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 19 de abril de 2024, 10:55 h (CET)

Si algo nos va quedando claro, es la enorme complicación de la cual formamos parte activa. El cielo nos plantea retos de altura si queremos ser consecuentes y la materia resulta muy superficial, la mayor parte es indetectable en el Universo como materia oscura. Las energías y las condensaciones nos traen de cabeza, hasta el punto de que avanzamos sin avanzar, de ver sin ver, o muchas situaciones similares. La fijación y el movimiento nos sobrecogen con el intercambio continuado de sus POSICIONES, nos afectan en todo el amplio abanico de percepciones; esas de las cuales no podemos desprendernos. Configuramos entidades particulares metidas de lleno en un engranaje complejo, con mucha tendencia a enredarlo más.


Si en una sola partícula, se suceden una serie de enlaces de largo alcance con reacciones incomprensibles para la mente humana; la trama originada cuando se juntan varias de ellas se torna un ente indefinible. Para cualquier sujeto, la comprensión de su conjunto de conexiones vitales, se convierte en un asunto utópico, porque apenas avizoramos los indicios de esos conocimientos. Al hablar de cantidades, formas o maneras de funcionar, parece que trabajamos con retales. Las DIMENSIONES personales son inabarcables. Las previas de cara a la configuración del sujeto, las relacionadas con su presencia vendrán después. Extienden sus enlaces a través de las distancias y los tiempos. Nos agrandan y empequeñecen enigmáticamente.


Somos muy contundentes al tratar de hechos en las diferentes informaciones, en muchas ocasiones, sin dar opción a relacionarlos con determinadas circunstancias; no es raro el poner un énfasis exagerado en alguno de sus matices, desdeñando al resto. Con la mención de las diferentes conexiones que nos involucran, perceptibles o desconocidas, incluidas las provocadas maliciosamente; los estudiosos llegan a escribir eso de lo volátil del hecho en sí, por que sólo podemos manejar INTERPRETACIONES. Ni tanto ni tan polarizado. Aunque de todo esto se deduce nuestra incapacidad para conocer del todo cuanto sucede y asimilarlo. Un asesinato, una guerra, un abuso; los grados de participación, los factores favorecedores, exigen un análisis profundo.


Las disyuntivas nunca se acaban, los abundantes condicionantes las multiplican, son las opciones decisivas las que se muestran esquivas. Ante los acontecimientos relevantes del entorno suelen aplicarse numerosas palabras para explicarlos y, como contrapartida, detectamos la pujanza del dinero para justificarlos. Declaraciones y dinero suelen ir disparejas. Por un lado, discurren las ondas con sus reflejos, mientras las partículas asientan en derroteros distintos. En esto, las DIRECCIONES de las ondas, los efectos directos en línea recta o las tortuosidades complican el examen de lo acaecido. La precisión de los comportamientos en unas circunstancias concretas, se diluye entre los hilos de la madeja. El uso de las palabras y del dinero, se diversifica.


Estamos incrustados en una serie de constelaciones de las cuales no podemos desprendernos, en muchas ocasiones ni tan siquiera las percibimos encima. Son como entidades aparte que nos afectan con influencias complejas. Las palabras, el dinero, nos utilizan y los utilizamos. No son los únicos, establecen determinadas áreas con unos efectos concretos. Citemos sino al SISTEMA, como genio plenipotenciario regulador de las actividades, incluso colaboramos con sus ordenamientos. Nadie lo vio, no; ni sabríamos concretar sus esquemas de funcionamiento. Sin embargo, sus directrices sibilinas se cuelan en las variadas actuaciones cotidianas, cuando no son auténticos topetazos estrepitosos. Sus circuitos superan nuestras destrezas.


Como suele decirse, el sistema engulle sus alrededores con zarpas entrevistas, las percibimos en asombrosos formatos. Siendo poderosas, estas zarpas no son las únicas que nos presionan. Si nos fijamos, otras capacidades humanas se erigen en verdaderos sistemas opresores por su uso inapropiado. Nos ocurre en torno a la RAZÓN, usada al margen de otras cualidades o sensibilidades con una exclusividad improcedente. Su potencial no ofrece dudas, sus aplicaciones son amplias; a base de razones podemos precipitarnos hacia severas monstruosidades. La imaginación de sus múltiples influencias no justifica su exclusividad. El panorama humano es mucho más amplio, con potencialidades más allá de la razón.


La comodidad nos aboca a ser demasiado pasivos, aunque el ser muy impulsivos nos eleva a fijaciones intempestivas. El hecho de que estas polarizaciones prescindan de muchas consideraciones, no evita la presencia real de las numerosas conexiones; costumbres, comentarios, las mismas diversiones o las ocupaciones diarias, van modelando el perfil del protagonista. En una determinada fase de ese proceso, el perfil puede convertirse en AUTOMATISMO y todas las ramificaciones influyentes invierten su dirección. El sujeto pensante desaparece, pasa a ser dirigido por los resortes automáticos. Los hilos colaboradores de la persona se transforman en alambres rígidos, en respuestas verdaderamente impersonales.


Esas diferencias en la gestación de las sensaciones particulares, no impide, al revés, acaba por propiciar la orientación del núcleo central de unas determinadas respuestas; que no son independientes, sino firmemente entroncadas con cada persona. Las circunstancias se multiplican; pero, la persona añade otras nuevas, no le es posible eludir su participación. Ante la gente extraña venida de fuera no son suficientes los rechazos primitivos, repugna las actitudes XENÓFOBAS en la actualidad; aunque subyace en medio de sociedades pretendidamente civilizadas o quizá no lo sean tanto como proclaman. El lamento no enmascara su detección en las comarcas actuales, Cataluña o similares.


No podemos negar la enorme profusión de estímulos surgidos en los ambientes donde nos desenvolvemos, en relación directa con nuestras andanzas particulares y colectivas; aparentemente alejados de los avatares propios o incluidos en las percepciones íntimas. Precisamente, del olvido de ese conglomerado de relaciones simultáneas, deriva gran parte de los malos aires activados en las comunidades contemporáneas. La sana CONVIVENCIA atrae la asimilación de tan variadas perspectivas. Sin embargo, también abundan las actuaciones tendentes a la configuración de murallas para obstaculizar los contactos o bien para tergiversar el sentido de los pronunciamientos, contribuyendo a la crispación general.


Es muy fácil sacar a colación al destino, así como achacarle las causas de las desdichas. A pesar de esa tendencia, queda de manifiesto la secuencia de diversas OPORTUNIDADES propicias para la intervención personal, con las consiguientes consecuencias derivadas, con diferentes grados de participación y por lo tanto, de responsabilidades. Mantenerse al margen, quizá no sea posible.

Entre las energías de ondas y partículas, impulsos y reacciones, quedan por escribir las líneas de la INTEGRACIÓN personal en esa madeja caótica o de reglamentaciones desconocidas. Si bien la participación siempre es aventurada, o por eso mismo, permanece abierta a las interpretaciones menos rutinarias. La adaptación personal a esos rumbos confiere a la aventura los rasgos apasionantes del sentido propio.

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