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Aquellos que podemos hablar con soltura del mundo de mediados del siglo XX, nos encontramos a menudo con “amigos” que te dicen sin recato: ¡Qué bien te encuentras! Tate; estás hecho una birria y eres otra de las victimas del edadismo. Ese tipo de persecución que sufrimos los que no jugamos al tenis a diario y que repetimos un par de veces las mismas cosas.
Hoy he sufrido una humillación que ha tocado mi fibra sensible. Por lo visto he llamado a un número equivocado (que estaba errado en la página web correspondiente) y por pocas me dicen que soy un inútil y un pesado. No me lo han dicho, pero me lo han insinuado.
El tema era que estaba hablando con alguien con el que colaboré hace casi 30 años y, entonces, me consideró muy útil. Así es la vida. Estamos sometidos al escrutinio diario de cuantos nos rodean. Aprovechan el menor fallo para recordarte que estas fuera de onda.
Sí alguien habla atropelladamente, no proyecta su voz o habla demasiado bajo, enseguida te envían a uno de esos establecimientos que nos bombardean constantemente con anuncios de “sonotones” y similares. Entre los odontólogos, los oftalmólogos y los otorrinos vamos a acabar siendo una especie de robot.
Nos tenemos que armar de paciencia y comprarnos un diccionario español-argot moderno a fin de poder identificar que nos dicen o con quien nos comparan.
Esta mañana, dentro de un grupo de jóvenes, salió a relucir un periodista muy famoso hasta anteayer: Jaime Peñafiel. De 40 años para abajo no le conocía nadie. Cómo se nota que no leen el Hola ni en las peluquerías. Por el contrario, yo no sé lo que es un like, ni tengo cuenta en Instagram. Así me va.
En fin. Buscaré a un gurú influencer que me ponga al día, con el fin de no hacer el ridículo. Entre tanto me entretendré apostando por que va a hacer el Presidente el lunes. Esto es bastante entretenido. El martes… volveremos a las andadas.
Realmente, la función de la filosofía se desarrolla, como un saber crítico de segundo grado, que analiza los contenidos de las diversas ciencias. Es un saber que se interesa por toda la realidad y el presente. Ya en vida de su creador Gustavo Bueno, su materialismo demostró una potencia explicativa extraordinaria, superior a la de otras corrientes o sistemas filosóficos.
Hay cosas cómicas que hay que tomar muy en serio. Son gansadas que retratan nuestro mundo. Representan el ombliguismo que nos rodea. El término es magistral: define aquello que cree está en el centro del cuerpo (del universo), sin reparar que su función se volvió inútil hace ya tiempo.
Hace unos días recibí de la editorial Anagrama el libro de Roberto Saviano titulado Los valientes están solos. Libro apasionante que he comenzado a devorar por la forma directa de contar una historia de coraje e integridad que terminó con los restos del juez Falcone volando por los aires a consecuencia del atentado perpetrado por la Cosa Nostra, al mando de ese tipo con cara de paleto bobo, Salvatore Totò Riina.
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