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'Apegos feroces' de Vivian Gornick, una autobiografía sobre la relación siempre difícil y tormentosa de madre e hija

Una reflexión acerca de la condición femenina en la sociedad actual
Ana Alejandre
jueves, 8 de febrero de 2018, 07:33 h (CET)

El tema de la relación entre madre e hija ha hecho correr muchos ríos de tinta y hay una serie de nombres de escritoras que hicieron de ese tema el eje central de sus obras, entre las que destacan las británicas Virginia Woolf y Doris Lessing; y las francesas George Sand y Colette, entre las más cercanas en el tiempo. Hay que destacar que la literatura francesa es la que más ha incidido sobre este tema tan candente y común para las mujeres de cualquier época y país, contrastando con la escasa atención, por parte de las escritoras del ámbito hispano, hacia este espinoso tema de relación materno-filial que parece ser un tabú en nuestra literatura.


Todas ellas eran escritoras célebres y controvertidas feministas y, también, compartieron la dura experiencia de vivir sus respectivas maternidades de hijas con las que mantuvieron relaciones conflictivas.


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La influencia de la madre es muy importante para la maduración psicológica y emocional de su hija que toma a su progenitora como único referente para poder entender el mundo y conformar su propia identidad de mujer. Eso ya lo afirmaba Wirginia Woolf, destacando el importante papel que representa cada madre para su hija y para el aprendizaje verbal de esta, ya que es su madre quien le enseña a comprender el mundo que la rodea a través de los conceptos, ideas, prejuicios, creencias y fobias que van conformando el ideario de una mujer transmitido por su madre. Para ello, no puede contar con las experiencias masculinas que son diferentes en cuanto a la sensibilidad y forma de pensar a la de las mujeres, y, por ello, la mujer tiene que empezar a conocer, comprender y juzgar la realidad a través de la mirada de su madre que le va conformando la suya propia o, por el contrario, se convierte en antagónica por un afán de rebeldía, incomprensión o distanciamiento emocional.


El papel de una madre es fundamental para el crecimiento emocional de sus hijos, especialmente de sus hijas, desde antes de su nacimiento, por llevarlo nueve meses en su vientre. Ella va conformando todas las experiencias sensoriales del aún no nacido que le determinarán en el futuro su propio mapa emocional. Las hijas para poder empezar a ser autónomas como seres humanos necesitan crear su voz propia, rechazando y contrastando el discurso materno.


Esto es de lo que trata el libro autobiográfico Apegos feroces, de Vivian Gornick. Un análisis profundo y sin contemplaciones de la relación con su propia madre, desde la visión de la madurez de la autora y de la ancianidad de su progenitora.


La autora utiliza el diálogo con su madre ya anciana, en sus paseos por las calles de Manhattan, siendo ya una mujer madura; encuentros en los que se producen agrias discusiones, en muchas ocasiones. A lo largo de esos paseos se van desgranando sin cesar los diálogos en los que abundan los reproches, los recuerdos, las ya casi olvidadas complicidades, algunas recuperadas y, con ellas, Gornick va creando el relato que describe el esfuerzo de una hija por definir su propia personalidad y encontrar su propia voz, -la expresión de su pensamiento sin influencias maternas-, y su propia identidad de persona singular, sin dejarse mediatizar por la influencia notable de su madre, El tiempo no es lineal, sino que vuelve al pasado cuando era aún la autora una niña y adolescente, y cuando era una mujer adulta y su relación con su madre ya anciana. Ambos tiempos, pasado y presente, se superponen para crear una visión de conjunto que hace más completo el retrato de esas dos mujeres, enfrentadas y con esa relación de amor-odio profundo que sólo puede existir entre madre e hija.


Para ello, tiene que elegir entre dos modelos femeninos muy distintos, contrarios en muchas cosas, que representan dos mujeres, ambas viudas, su madre, por una parte; sumida en el dolor de la pérdida de su esposo; y Nettie, por la otra, su vecina, otra mujer sola que adopta una actitud diferente a la de la madre de Gornick, pues hizo del sexo y su relación con los hombres una forma de desquite y un arma para afianzar su propia identidad de mujer, sin dejar por ello de ser una habitante más del bloque de casas de judíos, en el Bronx en el que viven, y en el que las mujeres son mayoría en el entorno vital de las tres que protagonizan esta obra.


Ambos modelos de mujer la hacen sentir sensaciones contradictorias hacia ellos, pues siente rechazo y atracción, al mismo tiempo por los dos prototipos. Esa ambivalencia le marcará profundamente y será la que definirá su relación con otras mujeres, con los hombres y con el mundo laboral.


Gornick intenta analizar la causa que provoca que una hija pase de la más absoluta adoración a la figura materna cuando aún es una niña, a la etapa de rechazo físico y moral a partir de la pubertad y juventud. La autora define en una pregunta de su madre de por qué no se marcha ya que nada la retiene, la verdadera naturaleza del problema entre ambas: ella no puede dejar a su madre porque ya se ha convertido en una mujer igual a ella. No puede irse ni quedarse, en una ambivalencia que la define y la atrapa dentro de la contradicción que supone. Hace realidad la frase, o refrán español, que afirma que “toda mujer acaba pareciéndose a su madre”. Ese parecido que la autora rechaza, pero que advierte con el paso del tiempo y de la certeza de que ha ocurrido.


Como decía Lacan, el psiquiatra suizo que había estudiado la relación madre-hija durante cuarenta años y terminó confesando que era la cuestión más difícil y espinosa que había encontrado en su carrera profesional, por lo que afirmaba que, para que una relación madre e hija llegue a un punto de encuentro y entendimiento entre ambas, primero tiene que ser devastadora.


Eso es lo que Gornick ha intentado explicar a través de esta obra y sus múltiples vericuetos. La relación de madre e hija sólo puede llegar a ser buena cuando deja de existir la rivalidad, la dependencia emocional de la hija hacia su madre, y crea aquélla su propia identidad en la que siempre habrá retazos de su madre, pero de cuya influencia habrá quitado todo lo aceptado como valedero sin haber pasado primero por la criba de su propio criterio personal.


Sólo desde la libertad se puede crear y transformar una relación difícil y traumática en otra más cálida, enriquecedora y satisfactoria. Labor difícil para madre e hija que siempre terminan encontrándose, antes o después, cuando los años, la experiencia, el desencanto y la desilusión vital han hecho su labor en el ánimo de las dos y les otorga la lucidez `para comprender que ellas son, como todos los seres humanos, igual de imperfectas, insatisfechas, limitadas y vulnerables que el resto de los seres humanos. Solo entonces, los reproches y el rencor dejan paso, al fin, al intento de acercamiento, comprensión y perdón.


Vivian Gornick (Nueva York, 1935) afirma que "toda obra literaria contiene tanto una situación como una historia". En su obra “The situation and the story” que constituye su antología sobre el subgénero del ensayo personal, sostiene que lo más necesario para hallar esa voz propia es saber quién habla y por qué lo hace. Para esta autora, la situación es el contexto o circunstancia, e, incluso, la trama; y la historia es la experiencia emocional, la idea que preocupa al autor, lo que quiere decir. Gornick, en1969, empezó a colaborar con el semanario alternativo The Village Voice, donde comenzó a reivindicar los principios del feminismo radical. Su periodismo lo iniciaba desde las barricadas del movimiento y con especial acierto, ya que, supo llevar esa mirada a la crítica literaria. Esta autora es una de las voces más importantes de la segunda ola feminista de EE.UU., y su obra “Apegos feroces”, fue publicada en 1986 en dicho país. con éxito clamoroso, y eso le permitió convertirse en un referente literario y una de las voces más importantes del feminismo de su país.


Esta autobiografía novelada es de lectura recomendable para comprender la relación, siempre traumática pero indestructible, entre madres e hijas, narrada por una autora que es una ardiente feminista, combativa y exigente, pero que no deja por ello de ser mujer y escritora que sabe narrar y tiene de qué hacerlo con sinceridad, en algunas ocasiones, crudeza, en otras, pero nunca exenta de sensibilidad y comprensión hacia el difícil mundo lleno de contradicciones de la mujer actual.


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Apegos feroces. Vivian Gornick. Prólogo de Jonathan Lethem. Traducción de Daniel Ramos. Sexto Piso, 2017. 195 páginas. 

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