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Patricio Pron (Rosario, Argentina, 1975) es autor de cinco libros de relatos, entre los que se encuentran ‘El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan’ y ‘La vida interior de las plantas de interior’, así como de seis novelas, entre las que destacan ‘El comienzo de la primavera’, Premio Jaén de Novela y distinguida por la Fundación José Manuel Lara como una de las cinco mejores obras publicadas en España ese año, ‘El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia’, traducida al noruego, al francés, al italiano, al inglés, al neerlandés, al alemán y al chino, ‘Nosotros caminamos en sueños’ y ‘No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles’, y del ensayo ‘El libro tachado. Prácticas de la negación y del silencio en la crisis de la literatura’. Su trabajo ha sido premiado en numerosas ocasiones -entre otros con el premio Juan Rulfo de Relato de 2004-, antologado de forma regular y publicado en revistas como The Paris Review. En 2010 la revista inglesa Granta lo escogió como uno de los veintidós mejores escritores jóvenes en español del momento. Pron es doctor en filología románica por la Universidad Georg-August de Göttingen (Alemania) y vive en Madrid.
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Después de mucho tiempo sin entrevistar a nadie por andar metido en otras escrituras, concerté el encuentro con Patricio Pron (Rosario, *osario según su preferencia, Argentina, 1975) con innegable interés no exento de curiosidad. Si uno se adentra en la lectura de ‘Lo que está y no se usa nos fulminará’, su nueva colección de cuentos, llega un punto, página 145, en el que ha de enfrentarse al relato ‘Este es el futuro que tanto temías en el pasado’, donde el escritor rosarino, ¿tal vez *osarino?, habla de sí mismo, en una suerte de autorretrato sin óleos pero con tinta. Cargado de humor, saturado de presentaciones, entrevistas y conferencias, cuenta que llegó un momento en que decidió contratar los servicios de un actor, o una actriz, o de ambos a la vez, de edades diferentes a la suya, incluso superiores, para que le suplantasen en esos eventos que tanto le agobian, o cansan, o aburren, o de todo un poco. Así que quien se preparaba para conectar la grabadora, el mismo que llevaba mucho tiempo sin entrevistar a nadie, anduvo unos días cuestionándose si vendría Pron u otro ser vivo, asalariado por supuesto, con el necesario discurso para atender sus preguntas.
Por tanto, el primer tema a tratar resultaba obvio: ¿estaba Patricio Pron en València o había enviado a uno de sus contratados para representarle? ¿Era Patricio Pron quien protocolariamente intercambiaba frases de cortesía conmigo o era otro individuo? Es una magnífica pregunta que no estoy autorizado a responder, así que me temo que vamos a dejar la incertidumbre abierta durante un tiempo.
¿Qué significa la literatura, la escritura para Patricio Pron? Para muchos de nosotros [Pron bebe agua], hay algo específico que constituye nuestra identidad y es la relación que existe entre las palabras y el mundo. No somos capaces de comprender nuestro lugar en el mundo si no es a través de nuestra relación con las palabras y el efecto que éstas surten. En mi caso, la producción de literatura lo es todo, no sólo una forma de expresión sino también de posición política, el deseo de contribuir a una discusión amplia sobre lo que somos y lo que deseamos ser. Con mis textos trato de involucrar al lector, de convertirlo en participante activo de una conversación y de que la escritura no sólo sea beneficiosa para mí sino también para quienes me leen.
En tu carrera literaria se alternan casi a la par novelas y cuentos, ¿te sientes más cómodo en algún género concreto? Juan Villoro, el escritor mexicano, afirma que la novela y el cuento son remedios distintos para enfermedades distintas. Creo que este símil médico sirve bien para definir la manera en que los autores nos aproximamos a los géneros. Como dices, en mi trabajo hay una alternancia absoluta e involuntaria entre novela y cuento, ahora bien eso no obedece a un plan preconcebido. En mi caso al menos, ambos géneros tienen condiciones de producción muy diferentes. La novela requiere que me encuentre en un solo sitio trabajando en una misma cosa durante meses, algo que no ocurre mucho en mi vida desde hace años. Sin embargo, los cuentos pueden ser escritos en distintos lugares, al alimón de la inspiración. Aunque al comenzar ignoro hacia donde caminará la historia, sí que sé si lo que voy a escribir es cuento o novela. En la novela siempre tengo clara la unidad que va a presidir la redacción, cosa que no me ocurre con los cuentos. Cuando termino de escribirlos me asombro, porque observo que entre ellos existe una cierta unidad y reflejan temas que me han preocupado durante un tiempo. Posiblemente, ‘Lo que está y no se usa nos fulminará’ sea el libro de cuentos más contemporáneo que he escrito, pero se ha formado de modo involuntario por completo.
Algunos cuentos incluyen capítulos numerados, en otros, como en ‘’He’s not selling any alibis’, elevas las notas de pie de página a la categoría de texto, ¿en el cuento cabe cualquier estructura a pesar de su menor extensión? Sin duda y creo que, al menos desde el punto de vista cuantitativo, vivimos un momento particularmente importante en cuanto a la reivindicación del cuento como un género tan específico y complejo como lo pueda ser la novela. Hemos dejado atrás la opinión de la superior complejidad de la novela sobre el cuento. Se está escribiendo mucho, aunque es verdad que estamos pagando esta superproducción porque parece que las formas del cuento se han fosilizado de alguna manera. Es como si todos los relatos hubieran de ser breves y tener una estructura con introducción, nudo y desenlace. Precisamente, si el cuento es un género digno de consideración lo es porque ofrece enormes posibilidades creativas. Estamos ante un territorio polimorfo, que todavía no ha sido completamente cartografiado ni explorado y que invita a profundizar en él.
El cuento, entonces, es un género vivo y la literatura también, ¿no? Sí, hay que desterrar la idea de que la literatura está estancada o en regresión. [Pron bebe agua de nuevo] Vivimos tiempos de replanteamiento, en los que las distancias entre el lector y el autor han disminuido de tal manera que todos, a través de los móviles o redes sociales, estamos produciendo mucho texto, como nunca antes en la historia. Lo que ocurre es que todavía no percibimos si estas escrituras tienen valor desde el punto de vista literario. Hay que estudiar este hecho por si se trata de las nuevas formas de contar historias en el día de hoy.
Mao Tsé Tung, que ya murió, fue tu gato. Y le dedicas un agradecimiento en este libro, donde afirmas que escribiste los cuentos sosteniéndolo en tu regazo, ¿cómo se escribe con un gato a cuestas? Se escribe con enorme dificultad. Y con dos, ni te cuento. Es curiosa la relación que mantenemos los escritores con los gatos. Todo el mundo se pregunta ¿por qué a los escritores nos gustan tanto los gatos? Sin embargo, la cuestión más interesante de responder no es ésa, sino la contraria: ¿por qué les gustamos los escritores a los gatos? Siempre se establece una relación singular con ellos. Los gatos encarnan la belleza y de ellos dijo Borges que era la concesión que se nos había dado a los autores para poder acariciar un tigre. Lo cierto es que, estar al lado de alguien que escribe y emite un ruido constante con el teclado, no parece muy atractivo para un gato. Y no lo es. Mao Tsé Tung me lo recordó muchas veces echándose sobre las teclas, pero también me inspiró cierta perseverancia por vivir a consecuencia de la enfermedad que él padecía. Su interés por la vida resultó contagioso durante los años que lo tuvimos.
Te preguntaba por un gato pero tú me hablas de dos. Tras un tiempo de duelo por su muerte, nos trajimos otros dos gatos de aquí, de València, hermanos, antitéticos, que son una pesadilla auténtica, y ahora he de pensar cómo se escribe con dos animales que se tiran constantemente encima de mí y lo rompen todo. Uno de ellos, cuando me ve leer un libro lo muerde en las esquinas y sale corriendo, de manera que parece que mis libros han sido agujereados por una grapadora [risas]. Y, sin embargo, no puedo concebir mi vida sin ellos. Traer un gato a la casa de uno es una negociación con el caos y resulta imposible no pensar que es la misma negociación que mantenemos los escritores con el mundo exterior, con el que negociamos muy malamente.
En ‘La repetición’, uno de los cuentos más singulares del volumen, un tipo trata de reconstruir un episodio de su pasado, que pudo cambiar su vida. Al final de su peripecia, le aguarda una recompensa. Ah, eso está muy bien visto. ‘La repetición’ es un cuento muy impropio de mí, porque no tengo piedad con mis personajes, pero pensé que el protagonista se merecía una segunda oportunidad y creo que es a él a quien podemos considerar un héroe que intenta recuperar un momento que pudo hacer distinto el resto de su vida. Esta fantasía, propia de todos nosotros en algún momento de nuestra vida, no sé si obedece a la nostalgia o a la negación de la nostalgia.
Es un cuento, además, escrito en tres lenguas, que puede originar que alguna parte del texto quede sin leer. Lo de los lenguajes obedece a la necesidad que tengo como autor de que, al igual que se me imponen los relatos y los personajes, también se me impone la forma en que debo hablar de ellos. Y esta fue una demanda, surgida del propio texto, que me llevó a concebirlo trilingüe, algo que podría resultar disuasorio para el lector, porque al menos dos de ellos no los domina. Sin embargo, aún desechando los párrafos que no están escritos en español, se puede tener una idea clara de lo que significa el cuento. Y eso ocurre porque esos diálogos no obedecen a la comunicación, sino a la expresión de una proximidad, que es algo más importante que aquello de lo que se habla. Lo cierto es que no suelo pensar en un lector ideal, pero quizá mi modelo es el de alguien que no va averiguar lo que se dicen los personajes y que acepta la verdad que yace en ese relato que tiene agujeros.
‘La bondad de los extraños’ es un cuento referido a «un gran poeta chileno», sin más datos, y que te permite tratar esa rivalidad existente entre chilenos y argentinos. Las rivalidades entre territorios vecinos son universales, transportables a países cuyos tamaños invalidarían esa rivalidad por su tamaño. Existe en el ámbito deportivo, sobre todo futbolístico con el aumento de los éxitos chilenos, y también en el literario, donde alcanza cierta complejidad. Pienso que parte del hecho de que los chilenos, creo recordar, tienen dos Premios Nobel, y los argentinos ninguno, una circunstancia que duele mucho a los argentinos más nacionalistas. A su vez, las tradiciones literarias de ambos países son completamente distintas. La argentina es de narrativa y la chilena de la poesía. Esa divergencia, sorprendentemente, ha hecho posible que los mejores narradores de mi generación sean chilenos, ya que ellos no han de enfrentarse a los grandes autores del pasado, lo que les permite desarrollar una mayor libertad creativa de la que los argentinos carecemos. En contrapartida, nosotros tenemos un campo más amplio para trabajar la poesía. Todo ello hace que ambas tradiciones literarias sean complementarias. En cualquier caso, esta rivalidad no es más que un aliciente para seguir produciendo y de eso trata el cuento sobre el gran poeta chileno, que es el más inspirado en hechos reales de cuantos aparecen en el libro. Uno de mis primeros trabajos en la Universidad de Alemania fue hacer de cicerone para los poetas chilenos que pasaban por allí. Todos ellos tenían unas características muy propicias para transformarlos en personajes literarios y acabe cediendo a la tentación de convertir a uno de ellos y redimirlo al final. Además el cuento me permitió hablar de la inexistencia de una relación directa entre la personalidad y moralidad de los autores y su producción literaria.
‘Este es el futuro que tanto habías temido en el pasado’ es un cuento en el que te conviertes en protagonista de la historia, ¿estamos ante un ejercicio de exorcismo personal? Sí, absolutamente, sí. Los escritores tenemos una única diferencia con los lectores que consiste en que nosotros podemos transformar nuestras malas ideas en forma de cuento y no llevarlas a la práctica en la realidad. Llevar este proyecto a la realidad hubiera resultado doloroso para mí y los que me rodean, convertirlo en preocupación, transformarlo en relato me ha evitado muchos problemas. En contrapartida, y para mí lo más curioso, es que mis editores han creído que se trataba de un chiste, cuando en verdad nunca he escrito nada más serio que este texto.
Nos avisan de que estamos sobre el tiempo. Es como si sonase la campana del último asalto. Hay que concluir la charla, pero aún queda hueco para una nueva pregunta, la última eso sí. Patricio Pron es de Rosario, igual que Lionel Messi, ¿te gusta el fútbol? ¿Te gusta Messi? Me gusta el fútbol, mucho, y es imposible amar el fútbol y que no te guste Messi. [Pron se termina el agua] Vivimos en casas separadas por menos de diez calles de distancia, pero tenemos talentos distintos. Y es evidente que con los míos se ganan mucho menos dinero que con los suyos. Él es de Newell’s y yo de Rosario, ésa es nuestra única fuente de conflicto. Pero Messi tiene mala prensa en Argentina. Allí prefieren a Maradona, que era un jugador puro, de la calle. Messi se lo tuvo que trabajar desde pequeño.
Y aquí acabó la charla. Varias preguntas, varias dudas se quedaron sin resolver, en el tintero. A la próxima. Seguro que sí.
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