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Hablar de libertad en el Opus Dei es como hablar de castidad en un prostíbulo

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (X)

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En los comentarios a los puntos 14 y 15 de la carta de 2 de octubre de 2011 está la clave para entender por qué en el Opus Dei no se respeta la libertad de las conciencias, y por tanto, para entender por qué hablar de libertad en el Opus Dei es como hablar de castidad en un prostíbulo.


Mencionábamos ayer algo que tenía que terminar sucediendo en la era de Internet con una organización de la Iglesia Católica que no vive bien el espíritu del evangelio: tarde o temprano tenía que surgir una organización paralela que denunciara los abusos cometidos. Tarde o temprano la gente herida que antaño perteneciera al Opus Dei, tenía que terminar por agruparse y organizarse. Esto es sociológicamente inevitable.


En la era de Internet, la transparencia que debió tener el Opus Dei, y no tuvo, explotó por otra parte; la doble careta del Opus Dei, una para la Santa Sede y otra de puertas adentro, terminó saltando por los aires.


Vimos en la entrega de ayer el paralelismo entre los Legionarios de Cristo y el Opus Dei. Vimos la solución dada a los primeros y esbozamos la que se siguió para el Opus Dei. Probablemente, Benedicto XVI se daría por conforme si desde el Opus Dei se llevaba a cabo una rectificación pública sobre la praxis que se venía siguiendo; una rectificación pública en la que quedara claro el respeto a la conciencia individual por parte del Opus Dei.


Esa rectificación llegó con la carta que el prelado Javier Echevarría envió a todos los miembros del Opus Dei el 2 de octubre de 2011, en la que se decían cosas totalmente contrarias a lo que siempre se había dicho, escrito y vivido en el Opus Dei. Obviamente, dicha carta llegó a los centros, pero "no se puso especial empeño en difundirla". Es más, pasó desapercibida, como de puntillas, y nunca fue comentada.


Sin embargo, en la página web aparece publicada desde entonces. Es una carta que "hay que enseñar" a quien convenga que le sea enseñada para decirle, más o menos: "mira, así vivimos nosotros estos asuntos en el Opus Dei". Es una carta que no interesa enseñar a los miembros del Opus Dei, pero sí a la Santa Sede. Es un escudo frente a eventuales acusaciones. (http://opusdei.org/es-es/document/carta-pastoral-del-2-x-2011/)


En la carta hay mucha "paja", mucho material de relleno que sirve para distraer la atención del lector y envolver los temas fundamentales dentro de un contenido teórico. La carta lleva por título "Formación para la nueva evangelización", y trata sobre los cinco aspectos que san Josemaría consideraba importantes dentro de la formación que imparte el Opus Dei: formación humana, espiritual, doctrinal, apostólica y profesional. Ocupa 27 páginas y tiene externamente el aspecto de una carta más, monográfica sobrela formación, análogo a la carta que ahora comentamos de 9 de enero de 2018, monográfica sobre la libertad.


Hasta ahí, todo normal. ¿Donde está el meollo de la carta, lo que no es "rollo", lo que no es "paja", lo que interesa enseñar al Vaticano, al Papa?


El meollo está en los puntos 14 y 15 de la carta, que textualmente dicen lo siguiente:


"PUNTO 14. La unión del trabajo con la lucha ascética, la contemplación y el ejercicio de la misión apostólica, requiere una honda preparación: por eso, el Opus Dei nos ofrece un amplio abanico de recursos de formación personales y colectivos. Entre los personales, uno reviste especial importancia: es la charla fraterna, que llamamos también Confidencia precisamente por su carácter interpersonal lleno de confianza.


Es una conversación de dirección espiritual, que se sitúa en el contexto del servicio fraterno, para vivir a fondo, con libertad y responsabilidad, el encuentro cotidiano con Cristo en medio del mundo. Ya en las páginas del Nuevo Testamento encontramos cómo el Señor quiso servirse de la mediación de hombres y mujeres para encaminar las almas hacia la meta de la santidad. Cuando llama a san Pablo en el camino de Damasco, le pide que acuda a otro hombre, Ananías, que le comunicará lo que ha de saber acerca del nuevo camino que está a punto de emprender (cfr. Hch9, 6-18; 22, 10-15). Luego irá a Jerusalén videre Petrum , para ver a Pedro y aprender de él muchos aspectos de la doctrina y de la vida cristianas (cfr.Gal 1, 18). De hecho, la dirección espiritual es una tradición cuyo espíritu se remonta a los primeros pasos de la Iglesia.


En el Opus Dei, esa ayuda espiritual tiende a facilitar que las personas asimilen con fidelidad el espíritu que nuestro Fundador recibió de Dios y nos transmitió, y que ha sido propuesto por la Iglesia como un camino de santidad [34] .

PUNTO 15. San Josemaría explicaba que, en la Obra, la dirección espiritual personal se realiza in actu , es decir, en el momento en que se tiene esa conversación. Esa atención se sitúa en el ámbito del consejo para ayudar a progresar en la vida cristiana. Nuestro Padre comparaba alguna vez la dirección espiritual a la tarea de un hermano, que se preocupa por la marcha de los hermanos más jóvenes; de un amigo o una amiga leales, movidos por el deseo de invitar a otros a ser mejores cristianos [35] . En definitiva, la Confidencia es una conversación entre hermanos, y no la de un súbdito con su superior. Los que atienden esas charlas fraternas actúan con una delicadeza extraordinaria, fruto de la preocupación exclusiva por la vida interior y las tareas apostólicas de sus hermanos, sin pretender jamás influir en los asuntos temporales —de carácter profesional, social, cultural, político, etc.— de cada uno.


En la Obra, la separación entre el ejercicio de la jurisdicción y la dirección espiritual se asegura en la práctica, entre otras cosas, por el hecho de que precisamente quienes reciben charlas de dirección espiritual —los Directores locales y algunos otros fieles especialmente preparados, y los sacerdotes al celebrar el sacramento de la Penitencia— no tienen ninguna potestad de gobierno sobre las personas que atienden. El Régimen local, en lo que comporta de capacidad de gobierno, no se refiere a las personas, sino sólo a la organización de los Centros y de las actividades apostólicas; la función de los Directores locales, en lo que se refiere a sus hermanos, es de consejo fraterno. No coinciden en un mismo sujeto, por lo tanto, las funciones de jurisdicción y de ayuda espiritual. En la Prelatura, la única base de la autoridad de gobierno sobre las personas es la jurisdicción, que reside sólo en el Prelado y en sus Vicarios.


¿Qué ofrece, pues, el Opus Dei? Fundamentalmente, una dirección espiritual a sus fieles y a las demás personas que la pidan. Los fieles de la Prelatura, porque aspiramos a nuestra santificación personal y a realizar la misión del Opus Dei en la Iglesia, no tenemos inconveniente, de ordinario, en hablar con quienes nos indican los Directores —aunque sea alguien más joven—, siempre con plena libertad y con fe en la gracia divina, que se sirve de instrumentos humanos. La charla fraterna no es una cuenta de conciencia. Si en esa dirección espiritual se nos pregunta algo —y, en ocasiones, puede ser bueno y hasta necesario que nos pregunten—, procederán con mucha delicadeza, porque nadie está obligado, concretamente, a decir en la Confidencia lo que es materia de confesión.


Todo lo que os menciono, hijas e hijos míos, os parecerá obvio, pero he deseado recogerlo en el contexto actual de la sociedad, que manifiesta una particular sensibilidad por el respeto a la intimidad de las personas, aunque también abundan, en ciertos ambientes, la falta de pudor y de respeto a la vida privada de los demás. A todos nos explicaron, al poco de conocer la Obra, que no se nos ocurría, ni se nos ocurre, llamar "mi director espiritual" a quien nos escucha, sencillamente porque, repito, no se da ese personalismo en la Obra, ni se ha dado nunca. El que recibe una Confidencia transmite el espíritu del Opus Dei sin añadiduras: quien tiene el encargo de ofrecer esa ayuda desaparece para poner a las almas frente al Señor, dentro de las características de nuestro camino. Un camino, decía nuestro Padre, el de la Obra, quees muy ancho. Se puede ir por la derecha o por la izquierda; a caballo, en bicicleta; de rodillas, a cuatro patas como cuando erais niños; y también por la cuneta, siempre que no se salga del camino".


Quizá a quienes no conozcan bien el Opus Dei, les parecerán estos puntos algo bueno, razonable. Les sonará bien. Propongo al lector un ejercicio consistente en lo siguiente: Vamos a dejar por hoy el tema aquí para que el lector vuelva a leer pausadamente esos dos puntos, 14 y 15, que he transcrito, y mañana empezaremos con una crítica puntual a esos puntos.


Aunque parezca que nos estamos separando del tema de estas colaboraciones, que es comentar la carta de 9 de enero de 2018, sucede justo todo lo contrario, pues en los comentarios a los puntos 14 y 15 de la carta de 2 de octubre de 2011 está la clave para entender por qué en el Opus Dei no se respeta la libertad de las conciencias, y por tanto, para entender por qué hablar de libertad en el Opus Dei es como hablar de castidad en un prostíbulo. 

Opus Dei: Comentario crítico a una carta (X)

Hablar de libertad en el Opus Dei es como hablar de castidad en un prostíbulo
Antonio Moya Somolinos
sábado, 16 de junio de 2018, 00:03 h (CET)

En los comentarios a los puntos 14 y 15 de la carta de 2 de octubre de 2011 está la clave para entender por qué en el Opus Dei no se respeta la libertad de las conciencias, y por tanto, para entender por qué hablar de libertad en el Opus Dei es como hablar de castidad en un prostíbulo.


Mencionábamos ayer algo que tenía que terminar sucediendo en la era de Internet con una organización de la Iglesia Católica que no vive bien el espíritu del evangelio: tarde o temprano tenía que surgir una organización paralela que denunciara los abusos cometidos. Tarde o temprano la gente herida que antaño perteneciera al Opus Dei, tenía que terminar por agruparse y organizarse. Esto es sociológicamente inevitable.


En la era de Internet, la transparencia que debió tener el Opus Dei, y no tuvo, explotó por otra parte; la doble careta del Opus Dei, una para la Santa Sede y otra de puertas adentro, terminó saltando por los aires.


Vimos en la entrega de ayer el paralelismo entre los Legionarios de Cristo y el Opus Dei. Vimos la solución dada a los primeros y esbozamos la que se siguió para el Opus Dei. Probablemente, Benedicto XVI se daría por conforme si desde el Opus Dei se llevaba a cabo una rectificación pública sobre la praxis que se venía siguiendo; una rectificación pública en la que quedara claro el respeto a la conciencia individual por parte del Opus Dei.


Esa rectificación llegó con la carta que el prelado Javier Echevarría envió a todos los miembros del Opus Dei el 2 de octubre de 2011, en la que se decían cosas totalmente contrarias a lo que siempre se había dicho, escrito y vivido en el Opus Dei. Obviamente, dicha carta llegó a los centros, pero "no se puso especial empeño en difundirla". Es más, pasó desapercibida, como de puntillas, y nunca fue comentada.


Sin embargo, en la página web aparece publicada desde entonces. Es una carta que "hay que enseñar" a quien convenga que le sea enseñada para decirle, más o menos: "mira, así vivimos nosotros estos asuntos en el Opus Dei". Es una carta que no interesa enseñar a los miembros del Opus Dei, pero sí a la Santa Sede. Es un escudo frente a eventuales acusaciones. (http://opusdei.org/es-es/document/carta-pastoral-del-2-x-2011/)


En la carta hay mucha "paja", mucho material de relleno que sirve para distraer la atención del lector y envolver los temas fundamentales dentro de un contenido teórico. La carta lleva por título "Formación para la nueva evangelización", y trata sobre los cinco aspectos que san Josemaría consideraba importantes dentro de la formación que imparte el Opus Dei: formación humana, espiritual, doctrinal, apostólica y profesional. Ocupa 27 páginas y tiene externamente el aspecto de una carta más, monográfica sobrela formación, análogo a la carta que ahora comentamos de 9 de enero de 2018, monográfica sobre la libertad.


Hasta ahí, todo normal. ¿Donde está el meollo de la carta, lo que no es "rollo", lo que no es "paja", lo que interesa enseñar al Vaticano, al Papa?


El meollo está en los puntos 14 y 15 de la carta, que textualmente dicen lo siguiente:


"PUNTO 14. La unión del trabajo con la lucha ascética, la contemplación y el ejercicio de la misión apostólica, requiere una honda preparación: por eso, el Opus Dei nos ofrece un amplio abanico de recursos de formación personales y colectivos. Entre los personales, uno reviste especial importancia: es la charla fraterna, que llamamos también Confidencia precisamente por su carácter interpersonal lleno de confianza.


Es una conversación de dirección espiritual, que se sitúa en el contexto del servicio fraterno, para vivir a fondo, con libertad y responsabilidad, el encuentro cotidiano con Cristo en medio del mundo. Ya en las páginas del Nuevo Testamento encontramos cómo el Señor quiso servirse de la mediación de hombres y mujeres para encaminar las almas hacia la meta de la santidad. Cuando llama a san Pablo en el camino de Damasco, le pide que acuda a otro hombre, Ananías, que le comunicará lo que ha de saber acerca del nuevo camino que está a punto de emprender (cfr. Hch9, 6-18; 22, 10-15). Luego irá a Jerusalén videre Petrum , para ver a Pedro y aprender de él muchos aspectos de la doctrina y de la vida cristianas (cfr.Gal 1, 18). De hecho, la dirección espiritual es una tradición cuyo espíritu se remonta a los primeros pasos de la Iglesia.


En el Opus Dei, esa ayuda espiritual tiende a facilitar que las personas asimilen con fidelidad el espíritu que nuestro Fundador recibió de Dios y nos transmitió, y que ha sido propuesto por la Iglesia como un camino de santidad [34] .

PUNTO 15. San Josemaría explicaba que, en la Obra, la dirección espiritual personal se realiza in actu , es decir, en el momento en que se tiene esa conversación. Esa atención se sitúa en el ámbito del consejo para ayudar a progresar en la vida cristiana. Nuestro Padre comparaba alguna vez la dirección espiritual a la tarea de un hermano, que se preocupa por la marcha de los hermanos más jóvenes; de un amigo o una amiga leales, movidos por el deseo de invitar a otros a ser mejores cristianos [35] . En definitiva, la Confidencia es una conversación entre hermanos, y no la de un súbdito con su superior. Los que atienden esas charlas fraternas actúan con una delicadeza extraordinaria, fruto de la preocupación exclusiva por la vida interior y las tareas apostólicas de sus hermanos, sin pretender jamás influir en los asuntos temporales —de carácter profesional, social, cultural, político, etc.— de cada uno.


En la Obra, la separación entre el ejercicio de la jurisdicción y la dirección espiritual se asegura en la práctica, entre otras cosas, por el hecho de que precisamente quienes reciben charlas de dirección espiritual —los Directores locales y algunos otros fieles especialmente preparados, y los sacerdotes al celebrar el sacramento de la Penitencia— no tienen ninguna potestad de gobierno sobre las personas que atienden. El Régimen local, en lo que comporta de capacidad de gobierno, no se refiere a las personas, sino sólo a la organización de los Centros y de las actividades apostólicas; la función de los Directores locales, en lo que se refiere a sus hermanos, es de consejo fraterno. No coinciden en un mismo sujeto, por lo tanto, las funciones de jurisdicción y de ayuda espiritual. En la Prelatura, la única base de la autoridad de gobierno sobre las personas es la jurisdicción, que reside sólo en el Prelado y en sus Vicarios.


¿Qué ofrece, pues, el Opus Dei? Fundamentalmente, una dirección espiritual a sus fieles y a las demás personas que la pidan. Los fieles de la Prelatura, porque aspiramos a nuestra santificación personal y a realizar la misión del Opus Dei en la Iglesia, no tenemos inconveniente, de ordinario, en hablar con quienes nos indican los Directores —aunque sea alguien más joven—, siempre con plena libertad y con fe en la gracia divina, que se sirve de instrumentos humanos. La charla fraterna no es una cuenta de conciencia. Si en esa dirección espiritual se nos pregunta algo —y, en ocasiones, puede ser bueno y hasta necesario que nos pregunten—, procederán con mucha delicadeza, porque nadie está obligado, concretamente, a decir en la Confidencia lo que es materia de confesión.


Todo lo que os menciono, hijas e hijos míos, os parecerá obvio, pero he deseado recogerlo en el contexto actual de la sociedad, que manifiesta una particular sensibilidad por el respeto a la intimidad de las personas, aunque también abundan, en ciertos ambientes, la falta de pudor y de respeto a la vida privada de los demás. A todos nos explicaron, al poco de conocer la Obra, que no se nos ocurría, ni se nos ocurre, llamar "mi director espiritual" a quien nos escucha, sencillamente porque, repito, no se da ese personalismo en la Obra, ni se ha dado nunca. El que recibe una Confidencia transmite el espíritu del Opus Dei sin añadiduras: quien tiene el encargo de ofrecer esa ayuda desaparece para poner a las almas frente al Señor, dentro de las características de nuestro camino. Un camino, decía nuestro Padre, el de la Obra, quees muy ancho. Se puede ir por la derecha o por la izquierda; a caballo, en bicicleta; de rodillas, a cuatro patas como cuando erais niños; y también por la cuneta, siempre que no se salga del camino".


Quizá a quienes no conozcan bien el Opus Dei, les parecerán estos puntos algo bueno, razonable. Les sonará bien. Propongo al lector un ejercicio consistente en lo siguiente: Vamos a dejar por hoy el tema aquí para que el lector vuelva a leer pausadamente esos dos puntos, 14 y 15, que he transcrito, y mañana empezaremos con una crítica puntual a esos puntos.


Aunque parezca que nos estamos separando del tema de estas colaboraciones, que es comentar la carta de 9 de enero de 2018, sucede justo todo lo contrario, pues en los comentarios a los puntos 14 y 15 de la carta de 2 de octubre de 2011 está la clave para entender por qué en el Opus Dei no se respeta la libertad de las conciencias, y por tanto, para entender por qué hablar de libertad en el Opus Dei es como hablar de castidad en un prostíbulo. 

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