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Florencia Etcheves (Buenos Aires, 1971) es una periodista, escritora y presentadora de noticias especializada en casos policiales. Fue muy popular en el canal televisivo Todo Noticias, al que perteneció desde 1995 hasta febrero de 2018. Recibió el Premio Martín Fierro a la mejor labor periodística argentina en 2010 y 2011. Como ensayista es autora de los libros ‘No somos ángeles’ y ‘Mía o la tumba fría’, que trata cuatro casos emblemáticos sobre la violencia de género. Del ensayo y la televisión dio el salto a la ficción y ya lleva publicadas tres novelas policíacas: ‘La Virgen en tus ojos’, ‘La hija del campeón’ y ‘Cornelia’.
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La espera, al otro lado del hilo telefónico, se demoró un poco. La avalancha de medios informativos madrileños interesados en hablar con Florencia Etcheves fue grande. Poco antes de las siete de la tarde pude teclear su número en el móvil y conversar con ella. El motivo de la entrevista fue la publicación en España de su tercera novela, ‘Cornelia’, editada por Planeta, en la que relata el secuestro de una adolescente por una banda de delincuentes especializada en la trata de mujeres para la explotación sexual. El libro forma parte de la serie de novelas protagonizados por dos policías, un hombre, Francisco Juánez, y una mujer, Manuela Pelari, que se enfrentan a todo tipo de crímenes y violencias en la Argentina actual. En ‘Cornelia’, Florencia Etcheves ha dejado el mensaje, mejor tal vez la advertencia o el aviso, de que ninguna mujer está exenta de riesgos y que todas son vulnerables por el mero hecho de serlo. Después de los saludos protocolarios, comenzó nuestra charla. La grabadora, piloto rojo encendido, registró atenta nuestras palabras.
¿Qué significa escribir para Florencia Etcheves? Escribir es encontrar un nuevo canal donde poner mi voz. Trabajé veinticinco años en la televisión como periodista de sucesos y no había tiempo para pensar, había que salir al aire rápidamente. En los libros puedo elaborar mucho más lo que quiero decir y exponer mi voz de un modo mucho más reflexivo.
¿En tu caso la escritura tiene un valor terapéutico? Absolutamente terapéutico. Al principio fue bastante traumático, porque yo tenía a mi alcance todas las posibilidades de inventar, mientras que en el periodismo, de donde yo procedo, eso no era posible, porque allí inventar es una mala palabra, es como traicionar a la profesión. Durante un tiempo me sentía culpable y me costó mucho superar esa sensación, pero una vez me acostumbré me di cuenta de que la escritura de ficción me hacía feliz. Esa capacidad de matar o revivir gente, según lo requiera la historia, me parece un ejercicio fabuloso y lo estoy pasando bien.
Y ¿cómo surgieron Manuela Pelari y Francisco Juánez, los protagonistas de ‘Cornelia’ y de las otras novelas tuyas? A mí me gusta escribir varones, me cuesta mucho escribir mujeres, porque al ser mujer tengo que alejarme. Varones me resulta más fácil, hablo con ellos, les pregunto, trato de sacar cosas suyas y de narrar cómo los percibo yo. Todo lo referido hasta ahora tiene que ver con Juánez, pero ocurrió que, cuando ya tenía avanzada la primera novela, mi hija que se llama Manuela, me preguntó si en el libro había algún personaje con su nombre. Y la verdad es que no había. Me agarró el sentimiento de madre culposa y me inventé un personaje, cortito, con su mismo nombre para que ella estuviera contenta. La sorpresa fue que, al entregarle el libro a la editora, le gustó mucho y me pidió que le diera más cancha, porque le encantaba la dupla Juánez-Manuela. Manuela Pelari comenzó a crecer y se erigió en la protagonista. Así que mi hija, al final, fue la que ganó.
¿Desde el primer instante tuviste claro que querías escribir una serie? No, nunca. Para mí era una historia que empezaba y terminaba, pero ‘La virgen en tus ojos’ fue muy exitosa. La gente quería saber qué iba a pasar con ellos dos, me lo decían en las ferias y a través de las redes sociales, y me pareció que una buena forma de devolver al público sus atenciones y su cariño era escribir de nuevo sobre ellos y convertirlos en una especie de Scheherezade policial.
¿’Cornelia’ está basada en un hecho real o en varios hechos reales? Ahí está, en muchos hechos reales. ‘Cornelia’ se basa en una mecánica criminal que tiene que ver con la trata de mujeres para la explotación sexual. Los personajes, Juánez, Sirena, Cornelia o Manuela no existen, pero la mecánica y situaciones por las que ellos pasan es real. Sucede en mí país y en otros de Sudamérica y Europa y tenía ganas de contarlo en una novela.
Si tuvieras que clasificar la novela, ¿qué etiqueta le adjudicarías? Thriller, sin ninguna duda. Cuando pienso la historia y armo la trama argumental la concibo como un thriller. Algunos dicen que es novela negra, pero yo no la construyo así..
Y ¿de dónde arranca tu sobrenombre de Dama del Policial? El sobrenombre viene de que en su momento era la única mujer de la televisión argentina que hacía sucesos exclusivamente. Tiene mucho que ver con la invisibilización de las mujeres, me designaban con un apodo porque no sabían cómo me llamaba.
Me interesa mucho cómo armaste la novela: la acción avanza, regresa, prosigue, incluso adelanta cosas al lector que los protagonistas ignoran… ¿Hay mucho plano detrás del libro? Soy sumamente ordenada y lo primero que construyo es la estructura. Soy una fanática de la estructura. Armar la novela me ocupa ocho o nueve meses y la escritura un mes y medio o dos. Cuando me siento a escribir, sé lo que voy a narrar, lo que el lector va a saber y lo que no, incluso conozco lo que ocurrirá al final. Planeo los momentos en los que voy a plantear los misterios y en los que los resuelvo, abro y cierro llaves en el momento correspondiente. Conozco a los personajes y sé lo que les va a pasar a cada uno de ello. La estructura también me ordena a mí misma porque en un thriller has de tener claro que no se pueden olvidar cosas.
Un personaje secundario de ‘Cornelia’, Antonia Delgado colecciona esquelas y se autodenomina historiadora de la muerte, ¿qué es una historiadora de la muerte? Antonia es una mujer que se dedica a coleccionar y atesorar avisos fúnebres. Es una enamorada de leer los diarios e imaginar qué historia hay detrás de esos avisos. Algunos le gustan mucho y los almacena. Es una costumbre que heredó de su abuela. Nadie sabe más de los muertos que ella… Pero en realidad, la que hace eso soy yo. Me encantan las necrológicas, hay un género literario en eso, y a veces encuentro auténticas perlas. Antonia Delgado se me ocurrió porque quería contar a los lectores de qué iba la novela y pensé que podía ser divertido utilizarla para ello. De ese modo alejaba formas más obvias de hacerlo.
Una escena tremenda de ‘Cornelia’ narra la celebración de una misa en sufragio de una persona desaparecida. Un acto de esta naturaleza, debe ser muy distinto a una misa de difuntos, ¿no? Sí, claro, en realidad tiene mucho que ver con el recuerdo. En la época en la que hacía policiales cubrí bastantes casos de gente joven desaparecida. Si son católicos, hay familiares que, al conmemorar el día de la desaparición, como no tienen un cementerio donde ir a llorar a su muerto y depositar unas flores en su tumba, arman una misa y acuden allí porque es el único lugar donde pueden recordarlos. No hay nada más desgarrador y torturante que no poder enterrar a tu muerto. El resto es trabajo sólo de la imaginación.
La novela habla de los tipos de clientes que tiene la prostitución femenina: gente adinerada, trabajadores de clase baja, empleados sin futuro que compran una hora de placer… ¿El verdadero problema de la trata de mujeres es que siempre hay clientela para el sexo? Evidentemente, sin clientes no hay trata. Es la ley de la oferta y la demanda. Según estadísticas internacionales, el dinero lo mueve en primer lugar el tráfico de drogas, seguido del de armas y a continuación el negocio de la explotación sexual de la mujer, que quedan tipificadas como objetos. Si existe tráfico de mujeres es porque hay quien las consume y contra su voluntad además, lo que para mí constituye una violación. Y estamos hablando de millonadas de billetes.
Sin olvidar las vejaciones y violaciones a las que someten a las mujeres, ¿lo peor de todo es la despersonalización que sufren y que deben asumir para sobrevivir…? Sin duda. En los casos que yo cubrí, las chicas de ninguna manera podían decir que tenían menos de dieciocho años. La despersonalización la consiguen a golpes, porque decir su verdadero nombre o su verdadera edad sólo les puede traer más palos, una nueva violación, no comer durante días… En ese ablande, que es como los delincuentes llaman al proceso, está el éxito de toda la operación de las bandas.
¿Pensabas en tu hija mientras escribías ‘Cornelia’? Sí, todo el tiempo, especialmente cuando describo a su madre, Clara Villalba, que no se quiere mudar de casa y que lo guarda todo igual para que, si un día Cornelia regresa, pueda reconocer el sitio. Es inevitable. Mi hija ya tiene diecinueve años, sale sola y está expuesta a todos los peligros imaginables. Si en algún momento la novela tiene una hondura sensible es porque ahí apareció la Florencia madre, no la escritora.
Fotografía: Guillermo Otero
A pesar de la dureza, a veces nos encontramos con frases bellas como esta: «No hay que gritar ni llorar durante el amanecer, porque puede romperse». ¿En ‘Cornelia’ te quedó tiempo para la belleza también? Hay veces que es preciso darle un momento de descanso al lector. Por supuesto, los lectores de thriller o de novela negra saben que van a leer algo duro, es gente preparada, les gusta eso y por esa parte sé que cuento con un aliado al otro lado del libro. Pero insisto en que en algún momento hay que darles un respiro para reflexionar, especialmente en los diálogos. En caso contrario se hace todo muy cuesta arriba. Por otro lado, yo misma también necesito volcar la cabeza hacia otra parte mientras escribo, porque si no en el tiempo de escritura me convierto un poco en una persona oscura, ermitaña… En esas pausas hay también algo de egoísmo por mi parte.
Por algún lado he leído que te gusta Henning Mankell, ¿qué te interesa de su literatura? Soy una fan de Mankell y de sus libros de la serie Wallander. Me gusta la construcción de seres imperfectos como los suyos, me encanta, todos tienen alguna imperfección como nos ocurre a todos. Nadie es igual siempre, nadie es plano, no hay gente buena o mala durante todo el tiempo. Las personas somos un poco de todo y por eso sus personajes me parecen verosímiles. Mankell no los juzga, algo que yo también intento. Los míos no son moralmente correctos, son tan amorales como requiere la historia. No hacen lo que yo haría porque soy yo quien escribe la novela. No soy un político que guía las buenas costumbres, ni un cartero que lleva cartas de buena conducta. El lector es el que ha de encargarse de juzgar, porque es adulto y ya sabe pensar.
La última por esta vez: ¿proyectos futuros? Estoy escribiendo un thriller, sin Manuela ni Juánez, a los que dejé descansar por un tiempo. Será publicado por Planeta en Argentina allá por octubre y tiene que ver con dos universos: uno versará sobre las sectas y el otro sobre el mundo de la televisión, un territorio que conozco bien y sobre el que siempre quise escribir pero me parecía que no era honesto hacerlo, porque yo estaba dentro y precisaba una mirada bien alejada. Ahora creo que es el momento adecuado.
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