Ayer comentábamos el punto 14 de la carta de 2 de octubre de 2011 del anterior prelado del Opus Dei. Sobre el punto 15 cabe decir lo siguente:
Primero.- Dice el prelado que en la charla se da "consejo" para ayudar a progresar en la vida cristiana. Parecería lógico que eso fuera así en el supuesto de que tal charla no fuera obligatoria, sino pedida por quien quiere consejo. Sin embargo, la charla es una obligación de todos los miembros del Opus Dei.
Segundo.- En el mismo sentido, cuando expresa que no es conversación entre súbdito y superior. Esto no tiene explicación desde el momento en que, constantemente, en el Opus Dei que hay que "obedecer" a los consejos de la charla. Clara contradicción, porque los consejos no se obedecen, por definición. La obediencia exige siempre un superior y un súbdito que le deba obediencia.
Tercero.- El prelado hace mención a que en la charla no se influye en asuntos temporales. Desde el momento en que en la charla se obedece, y desde el momento en que los miembros del Opus Dei, al menos formalmente, viven en el mundo, es evidente que los asuntos temporales forman parte de su vida completa e inciden en aspectos anímicos, espirituales, sociales, formativos, apostólicos, etc. Por tanto, es evidente que en la charla se incide en aspectos temporales, de la misma manera que si se buscara el consejo de un amigo en un bar. La diferencia sería que, ese amigo del bar, como mucho, daría un consejo que jamás sería tomado como mandato, mientras que en la charla que se practica en el Opus Dei, hay que obedecer a esos "consejos", que muchas veces se refieren a cuestiones matrimoniales absolutamente íntimas, que en el Opus Dei está establecido que sean tratadas en el caso de los supernumerarios.
Cuarto.- El asunto más peliagudo está en lo que dice el prelado acerca de la separación entre "el ejercicio de la jurisdicción y la dirección espiritual". Esto es absolutamente falso, pues en el Opus Dei siempre ha existido y existe un flujo de información entre quienes ejercen esa dirección espiritual llevando esas charlas y los directores del Opus Dei que ejercen jurisdicción. Ese flujo se lleva a través de despachos periódicos de quienes llevan charlas, con los directores; y a través de informes confidenciales que quienes llevan charlas envían a las delegaciones del Opus Dei. Hay un libro interesantísimo escrito por un ex-sacerdote numerario del Opus Dei llamado Antonio Esquivias, en el que cuenta de primera mano todo esto, ya que durante años trabajó en las oficinas del Opus Dei en España en la calle Diego de León 14, precisamente dedicado a la gestión administrativa de todos estos informes íntimos de todos los numerarios que entonces había en España. El libro se titula "Opus Dei: El cielo en una jaula". Lo recomiendo. Es muy esclarecedor. Está también en kindle.
Esa falta de respeto absoluta a la intimidad de las personas es instrumento de control desde la institución, pues se posee una información valiosísisma sobre las disposiciones interiores de las personas del Opus Dei y su compromiso interior con la organización, aunque sea manoseando las interioridades de cada uno.
Quinto.- Parece que en este punto el prelado se extiende más. Es lógico que de más explicaciones ahí, pues es en ese punto donde tenía que dejar satisfecha a la Santa Sede. Me refiero a lo que dice acerca de que quienes reciben charlas, no tienen potestad de gobierno.
Vuelve aquí la polisemia, porque el prelado se está refiriendo aquí a que la potestad de gobierno sobre las personas, jurídicamente hablando, solo la tienen en el Opus Dei el prelado y sus vicarios, lo que quiere decir que en cada país solo la tiene el vicario regional o consiliario y los vicarios delegados de las Delegaciones del Opus Dei, si las hay.
Por tanto, el prelado está con esto diciendo que, por ejemplo, en España, solo tienen potestad de gobierno en el Opus Dei unas ocho o diez personas de un total de 35.000 (que es el número aproximado de miembros que puede haber en España), lo que equivale a decir que, en este contexto, la separación entre jurisdicción y autoridad es algo irreal, pues equivaldría a decir que entre el consiliario y los vicarios delegados llevan a cabo, ellos solos, toda la labor de gobierno en ese país (lo cual, obviamente, no es cierto); o que entre ellos y los que forman parte de sus consejos (y entre estos y los consejos locales) solo despachan de lo que les ha cobrado el persianero la última vez que les arregló las ventanas de un centro, pero nunca nada relacionado con las personas.
Por el contrario, como no podía ser de otro modo, la realidad es que todos los que llevan charlas, participan de un modo más directo o indirecto, en ese flujo de información que llega a los vicarios sobre los aspectos más íntimos de la vida de los miembros, y que tiene como soporte fundamental la dirección espiritual, que eufemísticamente se llama "charla" o "confidencia" en el Opus Dei.
Sexto.- Más adelante, en el mismo número 15, el prelado dice que el Opus Dei "ofrece" dirección espiritual a sus miembros y a quienes se lo piden. Esto no es cierto para los miembros del Opus Dei. A ellos no se les "ofrece", sino que se les obliga a tener esa dirección espiritual con quien designan los directores y se les prohibe que la tengan con personas que no son de la institución argumentando sistemáticamente que tales personas no son para ellos "el buen pastor".
Algo más adelante, da por supuesto algo que no tiene por qué serlo: "Los fieles de la Prelatura, porque aspiramos a nuestra santificación personal y a realizar la misión del Opus Dei en la Iglesia, no tenemos inconveniente, de ordinario, en hablar con quienes nos indican los Directores".
Habría que preguntar a Javier Echevarría si acaso tener inconveniente en hablar con quien indiquen los directores supondría necesariamente no tener aspiración de santidad personal o no querer que se realice la misión del Opus Dei en la Iglesia; o simplemente supondría tener deseo de ejercer la libertad personal al elegir la persona con quien se quiere tener confidencias sobre la propia vida interior.
Séptimo.- Continúa el prelado diciendo "la charla personal no es una cuenta de conciencia". Esto es rigurosamente falso, pues desde siempre, y ahora, en el Opus Dei se insiste a los miembros con palabras del fundador: "Abrid de par en par vuestra conciencia en la charla, tened sinceridad salvaje; el que calla algo, tiene un secreto con Satanás". En el Catecismo del Opus Dei y en la Instrucción para llevar charlas, el fundador dejó detallado de qué se tenía que tratar en la charla, en qué puntos debían rendir cuentas de conciencia los miembros ante quien lleve su charla.
En este punto, el prelado hace referencia, quitando importancia, al hecho de que quien hace la charla, sea preguntado. Esto forma parte de la cuenta de conciencia: si alguien es más remiso a contar motu proprio sus interioridades en la charla, la mecánica que se sigue en el Opus Dei es la de preguntarle, sonsacarle, aunque sea violentar la intimidad de modo agresivo.
Octavo.- Continúa el prelado afirmando que nadie está obligado a decir en la confidencia lo que es materia de confesión. Esto es otra gran mentira, pues desde siempre, en el Opus Dei se ha dicho a los miembros que "quien calla algo en la charla, comete un pecado grave contra la sinceridad, y por tanto, contra la fidelidad a la vocación al Opus Dei", y debe confesarse de ello con el propósito de decirlo después en la siguiente charla; de lo contrario, se confesaría sacrilegamente porque no tendría verdadero propósito de enmienda, pues en la charla hay que decir lo mismo que en la confesión, si bien en esta última, más brevemente. Y por supuesto, en el Opus Dei, hay que confesarse con sacerdotes del Opus Dei. De todas formas, en los últimos años, esto lo tienen como una batalla medio perdida y cada vez hay menos gente del Opus Dei que se confiesa con sacerdotes de la prelatura, sobre todo supernumerarios.
Como puede verse, esto es algo terrible, pues supone una instrumentalización del sacramento de la penitencia al servicio del control de la institución sobre sus miembros. Cuando esta carta fue leída por los miembros del Opus Dei en el año 2011, muchos quedaron estupefactos porque el mismo prelado decía algo contrario a lo que habían dicho él mismo y sus dos antecesores desde hacía más de 80 años atrás.
Se nota que el prelado era consciente del sobresalto que estaban produciendo estas últimas manifestaciones en gente con muchos años en el Opus Dei, que de golpe se sintieron perplejos o engañados. Quizá por ello, para quitar hierro, el prelado continúa diciendo "Todo lo que os menciono, hijas e hijos míos, os parecerá obvio, pero he deseado recogerlo en el contexto actual de la sociedad, que manifiesta una particular sensibilidad por el respeto a la intimidad de las personas".
A la vista de estas últimas palabras, esos miembros mayores, absolutamente acríticos con el prelado y sus predecesores, probablemente pensarían que todo lo que ellos venían practicando y enseñando desde hacía decenas de años, era algo equivocado, propio de su personal incapacidad para enterarse de las cosas, y que habían entendido justo lo contrario de lo que deberían haber entendido.
Sin embargo, cuando esos miembros mayores hayan visto que, tras la carta de 2011, todo sigue igual que antes, probablemente habrán entendido menos todavía, y antes de pensar que el prelado, los directores o ellos mismos se han vuelto locos, quizá hayan optado por no seguir pensando, que siempre es lo más seguro, o hacer como Fidel Castro: "para lo que me queda en el convento, me cago dentro".
Noveno.- Termina el punto 15 de esta carta con una alusión a que a nadie en el Opus Dei se le ocurriría ni se le ocurre referirse a quien lleva su charla como "mi director espiritual" para evitar personalismos, ya que quien lleva la charla, transmite el espíritu del Opus Dei.
Aquí hay varias polisemias, medias mentiras o mentiras completas.
Es verdad que siempre se ha evitado decir de quien lleva una charla en el Opus Dei, "mi director espiritual", pero ese "evitar personalismos" en realidad es (así se ha explicado siempre en el Opus Dei) porque siempre se ha sostenido que en la charla, la dirección espiritual no la lleva la persona, sino la institución, el Opus Dei, a través de la persona que lleva la charla de dirección espiritual.
Es el Opus Dei quien lleva la dirección espiritual institucionalmente. Esa es la razón por la que desde siempre ha habido una comunicación fluida, obligatoria y continua entre quienes llevan charlas y los directores, ya que siempre se ha entendido que es la institución la que lleva la dirección espiritual, siendo quien lleva la charla un mero instrumento. O lo que es lo mismo, que para el Opus Dei, de facto, es un cuento eso de la separación entre el fuero interno y el externo. Esto es una clara desobediencia a la Iglesia, está totalmente prohibido, no solo por el canon 630 ya mencionado, sino porque el Opus Dei, como institución, con un fin pastoral, no puede ni debe entrar en el fuero interno de los miembros, pues la jurisdicción de la prelatura solo alcanza a los fines pastorales de la misma, y nunca al derecho a recibir cuentas de conciencia de los miembros.
Por eso, lo que el prelado dice en este punto es una verdad a medias. La charla es verdadera dirección espiritual obligatoria de los miembros, pero se les prohibe llamar a quien la lleva "director espiritual" porque ello pondría en evidencia un masivo incumplimiento del canon 630 del Código de Derecho Canónico.
El "argumento" que se da para ello es el de evitar personalismos, lo cual es como entrar en Malagón, porque entonces queda más patente un mayor incumplimiento de dicho canon, ya que lejos de inducir a que un miembro de la organización sea quien lleve la dirección espiritual, pone de manifiesto que es la misma organización, institucionalmente, a través de ese miembro, quien la lleva.
Con estos comentarios a la carta de 2 de octubre de 2011 hemos tocado bastante de lleno el tema de la libertad, y sobre todo, hemos visto cómo las incongruencias institucionales llegan a tener una fuerte incidencia en la vida personal de los miembros del Opus Dei. Siempre ha sido algo constante en el fundador, en sus sucesores y en los directores del Opus Dei el afán por mantener a ultranza un prestigio ante los miembros de la institución y ante la sociedad en general. Ese afán les ha llevado a no reconocer nunca sus errores y a practicar constantemente una huída hacia adelante, encubriendo sus errores o los del fundador.
Tras la denuncia de marzo de 2008 y la carta de octubre de 2011 se puede decir que, al menos externamente, se salvó el pellejo. Pero me parece que el Opus Dei quedó desde entonces tocado del ala, por cuanto que ya quedaba presente en Internet una carta con unas afirmaciones que hacían que todo no fuera ya como antes, por cuanto contradecía muchos escritos y mucha praxis de muchos años.
En todo caso, a partir de aquel momento, las contradicciones internas del Opus Dei empezaron a ser más patentes y agudas, y desde la dirección, la realidad es que no supieron qué solución darle.
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