Veíamos ayer que el documento Placuit Deo puntualiza y aclara rotundamente que la comparación que en él se hace con las antiguas herejías del gnosticismo y el pelagianismo "solo se refiere a rasgos generales comunes, sin entrar en juicios sobre la naturaleza exacta de los antiguos errores".
Esta puntualización es muy importante, porque quiere decir que la exhortación del Papa hay que leerla a la luz de la Placuit Deo.
¿Por qué ha escogido el Papa la mención de estas antiguas herejías para exponer las desviaciones que se pueden producir en la búsqueda de la salvación, esto es, de la santidad?
A mi modo de ver, porque estas herejías entran en el ámbito de lo religioso, y por tanto, en un ámbito más próximo al tema tocado que otros como el filosófico o el político. Si el Papa hubiera empleado, por ejemplo, otros términos, como "neofascismo" o "neokantianismo" para expresar las ideas que ha expresado en la exhortación Gaudete et exsultate, esas categorías políticas o filosóficas serían menos análogas o transmutables a las desviaciones que quiere exponer el Papa.
Ahora bien, lo que es una simpleza es entender esas referencias al gnosticismo y al pelagianismo en un sentido cuasi literal, sin abstraer espacio y tiempo. Por eso, ahora, a toro pasado, vemos que este Papa es especialmente inteligente: lanzó primero a su número dos, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Ladaria, para que le preparase el terreno explicando qué ha de entenderse por ese neo-gnosticismo y ese neo-pelagianismo, a los que luego, en la exhortación, el Papa ha aludido.
Es importante leer bien el documento del Papa sin perder de vista la Placuit Deo. De lo contrario se caerá en simplezas como la que se ve en un artículo de Ernesto Juliá (http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=32094 ), sacerdote numerario del Opus Dei, y muy "comprometido" con la organización, en el que se percibe algo que ya empieza a aflorar: esa indecisión y esa falta de rumbo que se percibe en el Opus Dei respecto del Papa: externamente están con él, como no podía ser menos, pues el Papa tiene poder en la Iglesia; pero doctrinalmente, están en contra, pues el Papa defiende posturas contrarias a lo que siempre ha sido la posición doctrinal trasnochada e intransigente del Opus Dei y concretamente, de su fundador. Es evidente que empieza a haber desunión con el Papa por todas partes.
Esto tenía que terminar pasando, pues va a llegar un momento en el que en el Opus Dei tendrán que optar por uno de estos dos "dioses": o Jesucristo o san Josemaría. Haber divinizado al fundador hasta el fanatismo, empieza a pasar factura.
San Josemaría fue un declarado enemigo del Concilio Vaticano II, de san Juan XXIII, de quien no perdía ocasión de burlarse y de ridiculizarlo, y de Pablo VI. Sus posturas durante el Concilio eran las mismas que las del obispo integrista Marcel Lefebre, cuya línea no solía obtener más del 10 ó 15% de los votos de los documentos conciliares. Con una lengua excesivamente larga y una prudencia y caridad excesivamente cortas, no reparaba en llamar hereje a san Juan XXIII o a Pablo VI y a ridiculizarles todo lo que podía.
Aproximadamente en 1968 ó 1969 empezó a ver que esa confrontación con el vicario de Cristo no le llevaría a nada bueno, sobre todo teniendo en cuenta que la Santa Sede tenia la sartén por el mango en el tema de la configuración jurídica que quería para el Opus Dei. La confrontación dio paso a la política y empezó a tomar cuerpo una labor mediática destinada a capitalizar el concilio en aquellos aspectos coincidentes con el Opus Dei desde el punto de vista de su carisma.
Sin embargo, doctrinalmente, siempre han estado distantes del concilio tanto san Josemaría como el Opus Dei. Solo han hecho eco de lo que les ha convenido.
Juan Pablo II fue un Papa muy próximo al Opus Dei, y aunque doctrinalmente mucho más avanzado, durante su pontificado no tuvo el Opus Dei especial dificultad para seguirle, aunque a cierta distancia.
Benedicto XVI era otra cosa. Ratzinger es un hombre que nunca ha tenido miedo a pensar. Su lema episcopal, "Cooperadores de la Verdad", es todo un manifiesto de humildad intelectual e intención recta. La sabiduría, la apertura y la libertad de Benedicto XVI siempre ha estado a años luz del Opus Dei.
Pero Francisco....¡es demasiado!
Demasiado, para quienes no se han puesto a conocerle a fondo, porque entre Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco hay una gran continuidad, que solo se advierte si se les lee a fondo.
Sin embargo, el Opus Dei no ve esto ni por el forro. Están totalmente desorientados, dando bandazos, sin saber por donde tirar. Doctrinalmente siguen con Lefebre, hoy Felay, pero no son capaces de mostrarse como tales porque quieren aparentar una modernidad que no tienen y que se advierte postiza. Y sobre todo, porque ellos siempre han practicado la política eclesiástica, y hoy día es políticamente incorrecto alinearse con los conservadores de Felay, aunque concuerdan doctrinalmente con ellos.
Dentro de esa política eclesiástica, piensan que lo más rentable y seguro para su institución es tomar partido, externamente, por el Papa. De vez en cuando, algún ramalazo como el de Ernesto Juliá o algún que otro sacerdote numerario, como José Luis Aberasturi, deja entrever que, de puertas para adentro, están en otra onda.
Muy delicado presiento que es el momento presente para la prelatura. Hay un portal de Internet de los ultraconservadores, simpatizantes de Lefebre y enemigos del Papa y del Concilio Vaticano II, llamado "Adelante la fe". Todo lo que se dice en este portal es exactamente lo que siempre ha sostenido san Josemaría Escrivá, absolutamente todo. Ni que decir tiene que en este portal le ponen al Papa de vuelta y media continuamente.
Pues bien, he hecho una prueba: Me he metido en el buscador de este portal y he puesto dos palabras: "Opus Dei" y "Josemaría Escrivá". El resultado ha sido este: No aparece absolutamente ninguna referencia a estos dos términos, absolutamente ninguna.
¿No es esto sospechoso? Al menos, podrían haber disimulado algo poniendo una o dos referencias, ya que las coincidencias doctrinales con el Opus Dei y con san Josemaría son llamativas.
Este resultado podría sugerir la existencia de un posible acuerdo o pacto. A los de Felay les viene bien no ser en absoluto relacionados con el Opus Dei, ya que ellos tienen pendiente su forma jurídica, que todo apunta a que va a ser la de una prelatura personal. Al Opus Dei también le viene bien esa mutua "ignorancia", pues son otros los que se baten el cobre por el tradicionalismo, y además, habida cuenta de que Felay es obispo, si los de esa Fraternidad fuesen admitidos como prelatura personal, cabe todavía una esperanza de que Ocáriz también fuese consagrado obispo titular de alguna ciudad en ruinas, y se pueda retomar en el futuro la aspiración a ser parte de la estructura jerárquica de la Iglesia. En cualquier caso, tanto unos como otros respirarían hondo si el Papa actual muriera pronto y se pasara este "nublado" en la Iglesia. Siempre ha sido así: Los verdaderos seguidores de Cristo siempre han resultado molestos a quienes pretendían hacer política de la religión.
Sin embargo, repito, este Papa no da una puntada sin hilo. En sus ocho años de pontificado, Benedicto XVI creó 52 cardenales, y Francisco ha superado con creces esa cifra en solo 5 años, situando además a "su gente" en los puntos clave de la Iglesia. Quizá por eso, hace algo más de un mes, el cardenal Madariaga, elemento muy destacado del G9, en una entrevista a Ecclesia, dijo que las reformas del Papa Francisco "son ya irreversibles". Sin ir más lejos, el pasado 29 de junio, el Papa creó 14 nuevos cardenales que contribuirán a dar continuidad a las reformas que viene llevando a cabo. En fin, que el Papa sabe que tiene 82 años, que no le queda mucha vida, y que el amor a la Iglesia le debe llevar y le lleva a perpetuar esta bocanada de aire puro que está disfrutando actualmente la Iglesia con su pontificado. Seguiremos mañana.
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