Haremos ahora un breve comentario de los puntos 35 a 62 de la exhortación del
Papa Gaudete et Exultate en los que el pontífice pone el dedo en la llaga sobre dos
desviaciones de la santidad, el neognosticismo y el neopelagianismo, en los que
aparecen retratados algunos grupos eclesiales, particularmente el Opus Dei.
En el n.40 señala el Papa que los neo-gnósticos consideran que su propia visión de
la realidad es la perfección.
En el n.41 les reprocha "tener respuesta a todas las preguntas" y "usar la religión en
beneficio propio".
COMENTARIO: San Josemaría decía textualmente que "en el Opus Dei tenemos
respuesta para todo, tenemos toda la farmacopea".
En cuanto a usar la religión en beneficio propio, baste por ahora mencionar que el
fundador del Opus Dei rehabilitó para sí el marquesado de Peralta; es el único sacerdote
de la historia de la Iglesia que ha hecho una cosa de este estilo, exceptuando a los
Borgia, los Médici, y otros, claro.
En el n.43 el Papa hace ver que nuestro modo de entender la verdad recibida del Señ
or, "no nos autoriza a ejercer una supervisión estricta de la vida de los demás".
En el n.44 el Papa invita a escuchar los interrogantes, las dudas y las preguntas de
los demás. El verbo "escuchar" es algo que no existe en el vocabulario del Opus Dei.
En el n.45 el Papa previene contra un sentimiento de superioridad. Precisamente, en
el Opus Dei se predica constantemente que los miembros han de tener "complejo de
superioridad" como consecuencia "de ser, de un modo especial, hijos de Dios".
En el n.46 el Papa habla de la necesidad de que la misericordia esté siempre unida a
la sabiduría. En el Opus Dei, ya desde los comienzos de la vida en la institución, se
educa a los miembros para que tengan el corazón "con siete cerrojos", de modo que su
vida sea cada vez más insensible al prójimo, a la vez que se les inculca que, cumpliendo
las normas y los reglamentos del Opus Dei, tienen con eso ganado el Cielo.
En el n.48 el Papa entra ya de lleno a hablar del voluntarismo neo-pelagiano, tan
característico del Opus Dei: "si me cumplís las normas, os garantizo el Cielo". Son
palabras textuales del fundador del Opus Dei, que repitió hasta la saciedad.
El n.49 de la exhortación nos "invita" a comparar lo que dice el Papa con el capítulo
dedicado a "Voluntad" de Camino, y no solo ese libro, sino la vida del fundador, en la
que claramente ponía un acento importante en la voluntad. Por ejemplo, se me ocurre
pensar en el tiempo en que estuvo en Burgos, al final de la guerra civil española, en el
hotel Sabadell, junto a dos miembros más del Opus Dei, Francisco Botella y Pedro
Casciaro. En ese tiempo, como penitencia, utilizaba unas disciplinas o látigos con los
que se golpeaba hasta dejar un charco de sangre en el suelo. También es muy conocida
entre los miembros del Opus Dei esa frase suya de que "las vocaciones (al Opus Dei)
vienen a golpe de disciplinas (de látigo)". ¿Podrá extrañarle luego a alguien que este
tema salga en la novela y en la película del Código da Vinci de Dan Brown, cuando es
algo tan real como la vida misma en la prelatura?
Si esto no es dar una importancia desmedida a la voluntad propia y al propio
esfuerzo....
Por el contrario, el "hágase tu voluntad, en la tierra como en el Cielo" parece estar
en las antípodas de lo anterior, ya que, como nos enseña la Sagrada Escritura, es Dios
quien pone el incremento, o como dice el salmo, "si el Señor no construye la casa, en
vano se afanan los albañiles"
En este punto, el Papa recoge esa famosa frase que san Agustín dirige al Señor:
"Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras".
En el n.50 el Papa advierte que, a pesar de tener un conocimiento teórico correcto
acerca de la gracia, es posible, en el plano práctico, no tener verdadera fe en ella, en la
medida en que, con los hechos, confiamos más de lo razonable en nosotros mismos.
Consecuencia de lo anterior (n.51) es vivir siempre con humildad y presencia de
Dios, pues, continúa diciendo el Papa, "no somos justificados por nuestras obras o por
nuestros esfuerzos, sino por la gracia del Señor, que toma la iniciativa" (n.52, 53 y 54).
En el n.55 el Papa nos recuerda que la actitud de evitar depositar la confianza en
nuestras acciones y capacidades solo es posible si las vemos como un regalo gratuito de
la amistad con Dios, algo muy difícil en el mundo de hoy.
A mi modo de ver, la alusión más directa a determinados grupos eclesiales, y muy
concretamente al Opus Dei, se sitúa en los números 57, 58 y 59, en los que el Papa hace
denuncias tales como "la obsesión por la ley, la ostentación en el cuidado de la liturgia,
de la doctrina y del prestigio de la Iglesia" (...) "Esto ocurre cuando algunos grupos
cristianos dan excesiva importancia al cumplimiento de determinadas normas propias,
costumbres o estilos. De esa manera, se suele reducir y encorsetar el Evangelio, quitá
ndole su sencillez cautivante y su sal". (...) "Esto afecta a grupos, movimientos o
comunidades, y es lo que explica por qué tantas veces comienzan con una intensa vida
en el Espíritu, pero luego terminan fosilizados... o corruptos"
Me parece que el Papa no puede hablar más claro. En el n.59 el Papa explica que
esto supone complicar el evangelio con normas y estructuras eclesiales, y una vez más
acude a santo Tomás de Aquino para recordar que los preceptos añadidos a los del
evangelio "deben exigirse con moderación" para no convertir nuestra religión en una
esclavitud.
En los puntos 60 y 61 el Papa nos recuerda que lo único importante en esta vida es
amar; amar a Dios a través de ese hermano "pequeño, frágil, indefenso y necesitado"
(...) "El Señor, al final de los tiempos, plasmará su obra de arte con el desecho de esta
humanidad vulnerable".
En el punto 62 el Papa nos invita a hacer examen para ver en qué medida estas
desviaciones pueden estar manifestándose en nuestra vida.
El examen no es fácil cuando ciega la soberbia, tanto a las personas como a las
instituciones. No es fácil la autocrítica en una institución cuando falta la humildad
colectiva.
Hace unos tres años, hablaba con uno de los directores de una delegación del Opus Dei
de España. En un momento determinado le dije algo así como esto: "Vamos a ver, si
resulta que hay cada vez más gente que no puede ver al Opus Dei ni en pintura, ¿no se
te ocurre pensar que, aparte de que puede haber gente equivocada, algo habremos hecho
mal para cosechar tantos reproches? ¿O es que los demás se equivocan todos y en
todo?".
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