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Opus Dei: Comentario crítico a una carta (XLI)

Poderoso señor es don Dinero
Antonio Moya Somolinos
viernes, 20 de julio de 2018, 04:07 h (CET)

La idea de la última entrega era empezar hoy a tocar de lleno la beatificación de Josemaría Escrivá, que para muchos, yo incluido, tiene todos los tintes de ser fraudulenta. Para que esta afirmación no sea gratuita, habrá que demostrarlo en alguna medida.


A la complicación de un proceso de beatificación normal, hay que añadir que, al sustanciarse en algo menos de 20 años desde el fallecimiento, todo va más comprimido, y ello tiene por una parte la ventaja de que los testigos del siervo de Dios, todavía viven. Pero por otra parte, está el peligro de la precipitación y de la menor objetividad.


A lo anterior hay que añadir, en el proceso de san Josemaría una serie de circunstancias aparentemente sin relación, pero que sí tuvieron que ver.


En primer lugar, el dinero.


Por ejemplo: Hay un beato, fallecido en Córdoba en 1690, el padre Cristóbal de Santa Catalina, cuya causa de beatificación han llevado las franciscanas hospitalarias de Jesús Nazareno, fundadas por él. Hace poco lo beatificó el Papa actual, es decir, después de 325 años de su fallecimiento.


El motivo de esta tardanza no es que sea menos santo o que su santidad presente dudas, sino sencillamente que un proceso cuesta un pastón y las franciscanas hospitalarias son más pobres que las ratas.


Por el contrario, recuerdo que cuando estaba en pleno desarrollo el proceso de beatificación de san Josemaría, coincidí en una convivencia con un numerario, especialista en informática (entonces no había muchos, hablo del año 1988) que nos contó el montaje informático que se había instalado en la sede central del Opus Dei en Roma para llevar la gestión del proceso de beatificación de san Josemaría, con los mejores sistemas en red, los mejores profesionales, al servicio de teólogos, canonistas, historiadores, etc., todos coordinados y a destajo para quemar etapas como fuera, frenéticamente, sin escatimar dinero.


Cuando alguien por aquellos años aludía a esos dispendios, siempre se le decía que hablar de fabricar santos era una manera de no tener visión sobrenatural, de no tener fe. Pero la realidad es que el proceso de beatificación de san Josemaría resultó carísimo. Como siempre hay gente para todo, hay quien se ha dedicado a estudiar este aspecto. Hay un libro de Kenneth L. Woodward titulado “La fabricación de santos”, en el que se trata con rigor el mecanismo de los santos canonizados, y en él se apuntan varias reservas hacia el proceso de san Josemaría Escrivá.


Sin embargo, hay otros muchos libros más que tratan la cuestión de las finanzas del Opus Dei, y no solo el coste astronómico del proceso de beatificación de san Josemaría Escrivá.


Dentro del Opus Dei y a nivel de los miembros de la base, el tema económico solo se toca para recordarles con frecuencia “la responsabilidad de sacar adelante la Obra”, lo cual se traduce en pedir aportaciones económicas a los supernumerarios y cooperadores; la entrega de la totalidad de los sueldos y remuneraciones profesionales de los numerarios, así como incitarles a desprenderse paulatinamente de sus patrimonios heredados y testar a favor de sociedades-pantalla del Opus Dei. Y por supuesto, continuamente se invita a todos a dar sablazos a todo aquel que tenga o parezca tener algo de dinero.


En el Opus Dei hay verdaderos profesionales del sablazo, de las herencias y de las sociedades pantalla, preferentemente fundaciones opacas o de fines declarados que nada tienen que ver con la realidad.


Aunque no lo tengo muy estudiado (como cualquier miembro del Opus Dei de la base), parece ser que los mayores ingresos de la organización vienen de los numerarios. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, además de que el contingente de numerarios ha decrecido considerablemente, ya no son tan prestigiosos como antes, y ganan menos dinero. Los que ganan dinero , son mileuristas en buena parte.


Por otra parte, gallinas de los huevos de oro como Ruíz Mateos o el Banco Popular, ya no están. Hay otras gallinas de huevos, pero de menos oro, y además, menos gallinas en número.


Quizá ahora el Opus Dei tenga menos dinero que antes, pero tiene. Ahora bien, en los años setenta y ochenta, tenía mucho dinero, no solo para un proceso de beatificación millonario, sino para más cosas. Y ya se sabe que el dinero todo lo compra.


Además del dinero hay otros datos a tener en cuenta: Juan Pablo II era más político de lo que algunos creen, y bastante peor gobernante y gestor de lo que muchos se imaginan. Y tan anticomunista como san Josemaría y los del Opus Dei. En esto, hay que reconocer que está justificado en cierto modo, pues los comunistas no les trataron excesivamente bien a ambos.


Otro dato: José María Ruíz Mateos, durante los años en que fue del Opus Dei y la vida le sonreía (económicamente) dio al Opus Dei unas cantidades astronómicas como donativos. Cuando cayó en desgracia, buscó apoyo en la gente del Opus Dei, y estos canallas se lo negaron aludiendo a que en el Opus Dei hay una separación entre lo espiritual y lo material, y que su relación con el Opus Dei era exclusivamente espiritual.


Entonces, Ruíz Mateos “cantó”.


Esto no estaba previsto.


Dentro del Opus Dei se entendía que Ruíz Mateos “se había vuelto loco” o que sus sufrimientos le habían desquiciado. El hecho es que se le hizo un vacío total porque además se le veía como a alguien que había querido aprovecharse del Opus Dei para solucionar sus problemas profesionales y personales.


La vida me ha llevado a entender que los que vulgarmente la gente toma por locos, no lo están tanto. Y sin embargo, hay otros cuya perturbación mental pasa encubierta, aunque el tiempo va situando a cada cual en su sitio.


Contemporáneamente a la crisis de Rumasa, tuvo lugar la quiebra del banco Ambrosiano y el supuesto suicidio de Roberto Calvi. Parece que no se suicidó, sino que le ayudaron un poco a abandonar este mundo cruel.


En una situación crítica para las finanzas del Vaticano, de pronto este saca la varita mágica y paga de golpe 250 millones de dólares a los acreedores del banco Ambrosiano. ¿De dónde salió ese dinero?


No se puede decir con exactitud, pero en esos años, como consecuencia del cante de Ruíz Mateos, se empiezan a conocer una serie de redes de flujo de dinero por toda Europa controladas por miembros del Opus Dei, con nombres y apellidos y con centro en Suiza.


Curiosamente, al poco de quebrar el banco Ambrosiano y de aparecer por arte de magia esos millones salvadores,… salió la transformación del Opus Dei como prelatura personal, a pesar de las corrupciones señaladas en sus memorias por el cardenal Sebastián, como hemos visto atrás.


Y un poco de tiempo después, salió el decreto de virtudes heroicas que ponía cerca la beatificación de san Josemaría Escrivá, a pesar de omitir las declaraciones de ex miembros que pidieron declarar en el proceso y no se lo permitieron, apoyándose en acusaciones calumniosas que habían sido planteadas en el proceso mediante sendos escritos de Javier Echevarría, entonces número dos del Opus Dei, y que fueron admitidas (las calumnias), a pesar de que entonces, Javier Echevarría trabajaba en la congregación para las causas de los santos, es decir, que era un funcionario que actuaba en su propio expediente (juez y parte interesada), y en el que vertía unas calumnias sobre las que sus compañeros funcionarios se encargaban de hacer el resto.


Yo recuerdo que por aquellos años, a los numerarios de la base se nos decía que el Vaticano había alquilado al Opus Dei los edificios de la Universidad de la Santa Cruz y que le había puesto unas rentas astronómicas.


A mí eso siempre me resultó una milonga, pues siempre que la Iglesia ha cedido edificios al Opus Dei, lo ha hecho gratuitamente, ya que es de agradecer que una institución de la Iglesia se haga cargo de ellos en vez de que, deshabitados, se caigan a pedazos.


Ahora pienso que esto podría ser una de esas “explicaciones” para “aflorar” parte de un dinero negro que apareció en las manos del Vaticano como si fuera un milagro, para tapar el agujero del banco Ambrosiano. Hay quien habla también de esos millones dados como donativos por Ruíz Mateos en los años anteriores y que andaban danzando por Europa, de fundación opaca en fundación opaca.


Me imagino que Juan Pablo II, más político de lo que nos imaginamos, entendería bien el milagro de esa varita mágica: “El que regala, bien vende, si quien recibe lo entiende”.


¿De dónde salió la pasta del banco Ambrosiano?


No se sabe.


Con independencia de esto, el Opus Dei, al menos por entonces, tenía bastante pasta como para pagar el proceso de san Josemaría y varias cosas más.


Que yo sepa, hay al menos unos 20 ó 30 libros que tratan de este tema, el cual no es un tema cerrado. En la historia no hay temas cerrados, pues hay milenios por delante para investigar, para esclarecer la verdad.


Antes se coge a un mentiroso que a un cojo.


Es difícil inventar la historia. Siempre aparecen papeles, datos, documentos, etc.


Este es el entorno próximo del proceso de beatificación de san Josemaría Escrivá. Pero no voy a terminar sin dar dos nombres de sendas mujeres extraordinarias, ex numerarias, una ya fallecida: María Angustias Moreno y María del Carmen Tapia. Sus libros marcan el inicio del proceso de beatificación y el final. Pero de eso hablaremos mañana.

Hoy les dejo con un enlace sobre las finanzas opacas del Opus Dei en aquellos años, que no tiene desperdicio y que está lleno de datos. Quizá haya que leerlo dos veces para captar mejor todo, dada la complejidad de la trama. Es este.


El dinero, siempre el dinero. Poderoso señor es don Dinero. Las pobres franciscanas hospitalarias de Córdoba no saben cómo se consiguen hoy día las cosas. Antonio Moya Somolinos.

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