En agosto de 2014, estando en una convivencia anual de numerarios, vino a comer y a la tertulia Diego Herrera, un cargo regional del Opus Dei en España. Dijo en la tertulia algo que me gustó: que el prelado Javier Echevarría quería que fuese mucha gente a la ya próxima beatificación de Álvaro del Portillo en Valdebebas, y en concreto, que fuesen los que anteriormente habían sido del Opus Dei pero dejaron de serlo.
Yo, por entonces, ya era lector de OpusLibros y sabía de aquellos ex miembros del Opus Dei heridos a causa de la incomprensión y falta de caridad de no pocos miembros de la institución, especialmente de los directores. Por ello, me pareció muy bien esa idea, porque entendía que era una manera de pedirles perdón y de manifestarles que se les seguía queriendo, y que por parte del Opus Dei se quería que esas heridas se cerrasen.
Sin embargo, luego me he podido dar cuenta de que no era esa la intención que se barajaba desde la prelatura ni por parte del prelado. La idea, más bien, era que aquellos que se fueron, se sumasen a una especie de plebiscito, que es en lo que se quería convertir la beatificación de Álvaro del Portillo.
Es decir, que se pretendía justo todo lo contrario de lo que yo, inocentemente, creí. La presencia de un buen número de antiguos miembros del Opus Dei sería como "una vuelta de las ovejas descarriadas al corral".
No pude comprobar en qué medida esa idea del prelado tuvo o no éxito, porque yo no estuve en esa beatificación, ya que desde un año antes le había comunicado a un director de la delegación mi decisión de no acudir a esa beatificación porque me parecía convertir en un circo una cosa como esa, lo cual, a mi modo de ver, no iba con el espíritu del Opus Dei de buscar la humildad colectiva y la discreción, tal y como yo leía en Camino que debía ser el Opus Dei: "silenciosa y operativa misión" (Camino 970).
No me daba cuenta entonces que a los directores del Opus Dei les importa un pimiento la humildad colectiva, los heridos por su ausencia de caridad y muchas cosas más. Lo que les importaba era dar una manifestación de poderío ante obispos y cardenales al estilo Gil Robles: "Estos son mis poderes".
Lo peor de todo es que para ello utilizan a tanta gente buena que tiene la más recta de las intenciones, ignorante de saber que lo único que pintan es formar parte del número de personas que asistieron. Un simple número, cuanto más abultado, mejor.
Ese amor a la institución y desprecio a la persona lo he podido ver en su forma más aguda en el caso de María del Carmen Tapia. Mi opinión es que, de todos los libros escritos denunciando las canalladas del Opus Dei y de su fundador, el libro de María del Carmen Tapia "Tras el umbral" (http://www.opuslibros.org/PDF/tras_umbral.pdf ) es el de mayor calado, no solo por haber sido su autora la directora Central del Opus Dei durante muchos años, sino por haber desempeñado otro cargo regional de importancia y por ello, su testimonio es el más fundado de todos al haber conocido el Opus Dei absolutamente desde dentro.
Pienso que el libro de María del Carmen Tapia es el que más "les duele" porque es el que mejor les describe. Probablemente (así lo dice él), al ver que se le acababa la vida, Javier Echevarría intentó quemar un último cartucho y le escribió una carta a María del Carmen Tapia, el 14 de octubre de 2013, con apariencia inicial de hacer las paces, cuando en realidad lo que buscaba (en el final de la carta) era que se desdijera de su libro, ya que ese libro es una pesada losa para el Opus Dei, pues se sigue difundiendo por diversos países y pone sobre el tapete las ruindades más oscuras de esa secta.
Quizá también perseguía esa carta un segundo motivo oculto: que si María del Carmen Tapia llegaba a afirmar que lo contenido en su libro no era cierto, entonces la declaración calumniosa de Javier Echevarría contra ella en la Positio del proceso de beatificación de san Josemaría Escrivá, dejaba de ser calumnia, lo cual a él le dejaba en un lugar menos incómodo, pues aquellas declaraciones fueron tremendas y él lo sabía. Quizá buscaba también aligerar un poco su conciencia ante una muerte próxima.
Ni lo uno ni lo otro consiguió, pues María del Carmen Tapia le respondió por carta el 11 de noviembre de ese mismo año 2013. En la contestación, no solo se ratificaba en el contenido del libro, por haber dicho la verdad de lo que vio, oyó y vivió, sino que reprodujo textualmente las calumnias que Javier Echevarría vertió contra ella en el proceso de beatificación, sin haberle pedido perdón desde entonces, las cuales tuvieron como consecuencia que fuera rechazada como testigo.
Este cruce de cartas ha permanecido absolutamente oculto a todos los miembros del Opus Dei. OpusLibros lo ha difundido. En el enlace que adjunto aparecen hasta los sellos y matasellos de correos. Que cada cual opine lo que crea oportuno. ( http://opuslibros.org/PDF/DefensaMCTapiaAcusacionesJEchevarria.pdf ).
Repito, para que no se olvide: Si Javier Echevarría no hubiese proferido esas calumnias hacia Maria del Carmen Tapia y otros ex miembros del Opus Dei, probablemente estos hubieran declarado en el proceso. Y probablemente, san Josemaría Escrivá no habría sido beatificado, por muy corrupto que fuese el padre Pérez o por muchas ganas que tuviera el cardenal Palazzini de que fuese beatificado su amigo Escrivá.
En el fondo de todo este asunto, lo que ocurrió fue algo muy sencillo: Javier Echevarría llevó a cabo una elección en el proceso de beatificación de Escrivá, y prefirió calumniar a una persona a cambio de otra fuese beatificada. En realidad, obtuvo lo que quería. ¿No quería ver a Escrivá en una hornacina? Pues ahí lo tiene.
No me gustaría verme en el pellejo de un tipo así en el momento de la muerte.
María del Carmen Tapia falleció en Santa Bárbara el 7 de setiembre de 2016. Javier Echevarría también falleció, tres meses después, el 12 de diciembre de 2016, en Roma. Que Dios se haya apiadado de él.
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