Comenzamos a comentar la carta de 9 de enero de 2018, escrita por el prelado del Opus Dei a sus seguidores ( https://opusdei.org/es-es/document/carta-pastoral-prelado-opus-dei-9-enero-2018/ ).
Es una carta relativamente corta, doce páginas de dinA4. Parece que el actual prelado abandona la línea de cartas mamotréticas, al estilo de Álvaro del Portillo y Javier Echevarría, consciente de que estamos en una sociedad líquida (la gente del Opus Dei actual también es más líquida que hace años), con predominio de la imagen y de los textos cortos tipo twitter, en donde hay que decir las cosas brevemente porque la gente no aguanta largos textos, incluso los numerarios. Aquello de la "aristocracia de la inteligencia" parece que pasó a mejor vida, como su fundador.
A nivel general, podemos empezar diciendo que la carta es marcadamente autorreferencial, es decir, justo todo lo contrario que el Papa espera de la Iglesia, y por tanto, de las partes de la Iglesia, una de las cuales es el Opus Dei. Es autorreferencial porque ya desde la tercera línea empieza citando a san Josemaría y al congreso general electivo. La carta tiene un total de 48 citas a pie de página, de las que 31 son de san Josemaría, otra de su predecesor Echevarría y otra, autocita de él mismo.
Es una carta en la que el prelado "barre pa dentro", como para mostrar al Papa las cosas tan maravillosas que san Josemaría y sus sucesores dicen sobre la libertad. No faltan tres citas del Papa Francisco, cuatro de Benedicto XVI, dos de Juan Pablo II y una de la SCDF, para que se vea que en el Opus Dei no se olvidan del magisterio del Papa, al menos teóricamente (aunque luego hagan lo que les sale a los cojones).
Dice Maquiavelo en el tercer capítulo de "El Príncipe" que "a los hombres hay que congraciarles con un trato de favor, o destruirles". Yo me imagino que, respecto al Papa, en el Opus Dei tienen claro que al Papa hay que congraciarlo, por cuanto no tienen a mano la otra posibilidad. De la misma manera que el Borbón dijo aquello de "París bien vale una misa", citar al Papa Francisco en una carta sobre la libertad, es un protocolo que no debe faltar, y es gratis.
Sin embargo, si quitamos esas 10 citas papales, las 48 se quedan reducidas a 38, de las que 33 son de san Josemaría o de algún sucesor. Es decir, es una carta autorreferencial. Parece que nadie, salvo san Josemaría, ha dicho nada sobre la libertad, a excepción de dos despistados, san Agustín y santo Tomás de Aquino.
La primera de las citas de san Josemaría ya es llamativa: "Ahora, con estas páginas, deseo que recordemos algunos aspectos de este gran don de Dios, siguiendo las enseñanzas de san Josemaría, que fue toda su vida un enamorado de la libertad. «No me cansaré de repetir, hijos míos ―escribía en una ocasión―, que una de las más evidentes características del espíritu del Opus Dei es su amor a la libertad y a la comprensión»".
Recuerdo hace años que el Partido Socialista Obrero Español hizo una campaña con un eslogan en el que se decía "Las cosas bien hechas". Les salió el tiro por la culata, hasta el punto de que Alfonso Guerra tuvo que reconocer en una entrevista el fracaso de dicho eslogan porque, al leerlo, la gente se acordaba necesariamente "de las cosas que no estaban bien hechas".
Este el el peligro del autobombo y de la autorreferencialidad, que suscita en el lector que tenga un mínimo sentido crítico los hechos contrarios. Evidentemente, en los que tengan anteojeras y estén predispuestos al aplauso, sí o sí, el autobombo es lo adecuado para seguir viviendo en "un mundo feliz".
Digo esto porque nada más leer esta cita de san Josemaría, me vino a la cabeza, no solo una anécdota, sino la idea de escribir un comentario a esta carta como reacción de quien quiere defender la verdad frente a la versión oficial. No porque la versión oficial no sea verdad al cien por cien, sino porque tiene parte de mentira y porque oculta la verdad en otros casos.
La anécdota es esta: Quizá pocos o casi ningún miembro del Opus Dei sepa quien fue el primer director de ediciones Rialp-Colección Patmos-Libros de espiritualidad. Pues bien, el primer director fue Raimundo Panikkar, sacerdote numerario, buenísimo intelectual, del que este año se cumple el centenario. Tenía ascendencia india, lo digo por el apellido. Era un hombre espléndido, elegantísimo, abierto, culto y de una gran vida espiritual.
En uno de los primeros números de dicha colección, “La Virgen María”, de Jean Guitton, hizo un prólogo que no gustó al cardenal Segura, el cual escribió una carta pastoral de 80 páginas condenando el libro, lo cual alarmó a san Josemaría, quien tras hablar varias veces con el cardenal, terminó por darle gusto, decidiendo apartar de Ediciones Rialp a Raimundo y mandarlo a Roma, a pesar de que el tratamiento teológico de ese prólogo no era contrario a la doctrina católica.
Al parecer, aquello supuso un gran desengaño para Raimundo, pues vio materializado en ese hecho que la supuesta defensa de la libertad que san Josemaría predicaba y defendía respecto de las actuaciones libres de los miembros del Opus Dei en cuestiones temporales, era falsa. Había vencido la política eclesiástica, el compadreo con los obispos-príncipes de la Iglesia; la libertad individual no importaba nada. A san Josemaría no le importaba la libertad de uno de sus "hijos", sino quedar bien con el cardenal Segura.
Esto supuso el principio de su distanciamiento de san Josemaría y del Opus Dei. Ese distanciamiento se fue haciendo mayor a medida que fue confirmando por otras actuaciones que ni san Josemaría amaba la libertad individual, ni en el Opus Dei se daba esa libertad en la que él, ingenuamente, creyó al principio. Raimundo Panikkar terminó abandonando el Opus Dei para poder respirar ese aire que no existía dentro.
Poca inteligencia demostró tener san Josemaría Escrivá cuando, por quedar bien con un ceporro como el cardenal Segura, "dejó escapar" a un tipo tan valioso como Raimundo Panikkar, y sobre todo dejó dañado el Opus Dei para la posteridad con esa actuación mezquina que "ha sentado jurisprudencia" en el Opus Dei, y como consecuencia de este modo de actuar, todo lo que diga Escrivá sobre la libertad, solo tiene valor como mera teoría, acompañada del descrédito de su vida personal, discordante con esa teoría.
Algunas veces me he preguntado cómo es posible que el Opus Dei haya "dejado escapar" a gente tan valiosa como Adolfo Suárez, Fernando Herrero-Tejedor, Luis Carandell, Ignacio Villa, Enrique de Diego, Alberto Moncada, Alberto Campo Baeza, José Alcázar Godoy, Alberto de la Hera, Jesús de Garay, Jacinto Choza, María del Carmen Tapia, Miguel Fisac y tantos otros, algunos de los cuales he conocido y doy fe de su valía personal y profesional.
Por eso, hablar de la libertad en el Opus Dei es como si una alcahueta habla de castidad. Con su vida contradicen la doctrina que predican. Son como los fariseos de tiempos de Cristo de los que el Señor reconocía buena doctrina pero aconsejaba no imitarles por ser sepulcros blanqueados.
A ver, Ocáriz, ¿con qué fuerza moral hablas de libertad cuando te dedicas a utilizar el dinero que habría que dedicar a las labores apostólicas, para llevar a cabo una actuación continuada de presión e intimidación contra Agustina López de los Mozos exigiéndole algo tan surrealista como que no mencione tu nombre, famoso en el mundo entero por ser el nº dos del Opus Dei, en una página web de información sobre el Opus Dei? ¿Dónde está tu respeto por la libertad de expresión de Agustina López de los Mozos? Quizá en el mismo sitio que el respeto de san Josemaría por la libertad de expresión y de opinión teológica de Raimundo Panikkar.
Me parece que con este pórtico, podemos empezar a tratar ya aspectos concretos de la carta. Pero eso será mañana.
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