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Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXIV)

La piedad es nuestra; la fe, de Dios
Antonio Moya Somolinos
jueves, 16 de agosto de 2018, 07:16 h (CET)

Una de las características que tiene escribir en un medio digital como este es, aparte de una mayor transparencia, que los artículos se convierten en interactivos. Vamos a detenernos un poco en la interactividad de estos artículos.


En los medios de formación del Opus Dei (círculos, charlas, meditaciones, clases), tal y como los diseñó san Josemaría, no existe interactividad, pues el esquema es que, quien da ese medio de formación, lo prepara previamente, lo expone en un tiempo determinado y se acabó. No hay preguntas, no hay debate, no hay diálogo.


Lo mismo pasa en las que ellos llaman "tertulias generales". Hay unos cuantos "comisarios" que recogen posibles preguntas antes de la tertulia de gente que quiere preguntar algo. Si la pregunta se entiende que es "aceptable", se le comunica al interesado; de lo contrario, se le comunica que quizá no le de tiempo a hacerla. Una vez comenzada la tertulia, las preguntas que se hacen son las previamente autorizadas por los comisarios; de esta manera, con un aspecto de naturalidad, se evitan preguntas comprometidas y todo queda en un ambiente festivo en el que nunca hay la más mínima crítica, todo está bien y todos tan felices.


Sin embargo, en un medio como este, la gente contesta, unos a favor y otros en contra. Por tanto, también se ve perfectamente quien está acostumbrado a dialogar y quien no. Algo que aparentemente parece fácil en un foro de Internet, es insultar y quedar impune. Digo "aparentemente". Basta con firmar el comentario bajo pseudónimo y a partir de ahí, injuriar a placer a quien no se puede defender.


Pero esto no es realmente así. Quien actúe de esta manera quizá no sabe que su comentario, aunque "sube a una nube", en realidad no sube a ninguna nube, sino que se graba en un disco duro que está en alguna parte y cuyo administrador ofrecerá esa información si un juez se lo exige. Y junto a tal información, aparecerá el IP del dispositivo desde el que se han vertido las lindezas, objeto de posible litigio penal, así como el correo electrónico desde el que se han ideado. Estos dos últimos datos, arrastran otros datos más que, sin duda, pueden llegar a dar con el sujeto que tan sencillo creía que le iba a salir injuriar a otro e irse de rositas.


Quien no tiene práctica de escuchar, de pensar, de contrastar opiniones, suele recurrir al insulto y a la descalificación. Este vicio está muy extendido en el Opus Dei: no se presta atención a los contenidos, sino que, en el momento en que se ve que no son coincidentes con el pensamiento único de la secta, se hace caso omiso de esos contenidos y se pasa directamente a la injuria o calumnia hacia quien ha emitido esa opinión.


Quizá esto tenga que ver con la praxis habitual opusina de prohibir los comentarios y el debate en los medios de formación, que se viene practicando desde el comienzo de la institución por disposición expresa de san Josemaría, que entendía que en esos medios de formación hay un maestro y unos discípulos; el maestro enseña y los discípulos aprenden.


No se trata aquí de plantear el debate de qué es lo que se prefiere, si el sistema de Bolonia o las lecciones magistrales. Ahora bien, lo que sí es cierto es que, para quienes no tienen práctica de medios de formación con debate o interactivos, les resulta muy difícil participar en uno de ellos (como es el caso de estos artículos) sin herir, sin insultar al ponente cuando no se opina como él.


Llegado a este punto, quiero hacer una precisión. No es lo mismo insultar que describir.


Algo más adelante me voy a referir a un numerario que parece no tener clara esta cuestión y que ha colaborado algo en el foro de estos artículos. Me refiero a un tal Iñaki Iraola Arnedillo. No le conozco personalmente, pero por los comentarios que ha escrito, deduzco que no es funcionario y por tanto desconoce la esencia del delito más típico que es posible cometer desde la Administración pública. Me refiero al delito de prevaricación, el cual viene descrito en el artículo 404 del Código Penal: "dictar una resolución arbitraria a sabiendas de su injusticia". Por otra parte, los delitos de calumnias y de injurias aparecen tipificados en dicho código, en los artículos 205 y 208 respectivamente. Ahora bien, si los hechos que se contienen en las presuntas calumnias o injurias resultan veraces y probados, se eximen las responsabilidades penales (artículos 207 y 210 del Código Penal).


Vemos pues, que el dolo que caracteriza los delitos de prevaricación, de injurias y de calumnias, nunca es tal si se da una exposición razonada de lo que lleva a esa decisión o a esos dichos. Lo característico común en estos delitos es la arbitrariedad y el hecho de que son actos libremente dichos o decididos.


La arbitrariedad consiste básicamente en hacer o decir algo negativo sin una justificación razonada que lo avale.

Digo esto, porque en general, detrás de muchas disposiciones jurídicas late el sentido común, según el cual, no es lo mismo una afirmación peyorativa de alguien sin razonar, que razonándola.


Si alguien dice que san Josemaría es un perturbado mental, hay que distinguir dos cosas. La primera, que san Josemaría es un personaje relevante a quien la historia tiene derecho a juzgar, sobre todo tras el controvertido proceso que llevó a su beatificación, en el que se advierten indicios de conducta delictiva por parte de algunos que intervinieron.

La segunda, porque si junto a la afirmación de que era un perturbado mental se aportan pruebas y estudios grafológicos y psicológicos solventes, así como testimonios de personas que le han tratado personalmente, que aportan datos de su vida concordantes con esa tesis, entonces la afirmación de que es un perturbado mental ya no es injuria o calumnia, en la medida en que tales afirmaciones no son arbitrarias, sino que se apoyan en datos fundamentados que corroboran y demuestran tales afirmaciones, y por tanto, la afirmación es consecuencia de esos datos, es decir, es una descripción, más que una injuria o calumnia, una tesis, más que hipótesis.


Además de lo anterior, hay que tener en cuenta que entre un "loco" y un "cuerdo" hay muchos niveles intermedios de perturbación o desequilibrio psíquico. En este país somos muy dados a exagerar y absolutizar, mientras que en la ciencia, la que sea, se ven las cosas con más moderación. El término "loco" es un término ambiguo pero tremendo, exagerado, absoluto. Pero la realidad es que encierra muchos tipos y grados de perturbación, pero no todos son iguales.

Para mentalidades acríticas, simplonas y exageradas, parece que quien no está cuerdo, está absolutamente loco, esto es, que solo hay blanco o negro. Sin embargo, existen los tonos de gris y los matices de gris.


Cualquier persona más o menos equilibrada, al ver la vida de san Josemaría, advierte en él "estridencias y extravagancias que no son muy lógicas". Pero profundizando en ellas, un profesional de la psicología o de la grafología, advierte desequilibrios y perturbaciones que son más comunes de lo que le pueda parecer a un profano. Y también explica comportamientos que a los profanos simplemente les parecen extraños pero no saben decir qué puede haber tras ellos.


Decir arbitraria y gratuitamente que una persona es un perturbado, puede ser injuria. Ahora bien, decirlo respaldado por estudios serios y pruebas, más que injuria, es descripción. Y no es lo mismo que un profesional haga esas afirmaciones de un paciente suyo vivo, revelando secreto médico profesional, a que las haga de un personaje público fallecido de cuyas perturbaciones se hayan podido derivar consecuencias que hayan podido dañar a terceros o al bien común de una sociedad como puede ser la Iglesia.


Si a eso añadimos que ese personaje ha llegado a estar divinizado en una secta, la cosa se pone peor, pues sus seguidores fanáticos pueden llegar a ser eventuales y posibles delincuentes en la medida en que su fanatismo les impida razonar y les lleve a injuriar a todo aquel que no sostenga la opinión de la secta o de su fundador.


Y aquí es donde te quiero mencionar, Arnedillo, porque si estudias con detalle los 63 artículos anteriores, podrás estar de acuerdo o no en mis opiniones, pero no verás ni una sola injuria o calumnia, y esto por el doble motivo de que llevo muchos años escribiendo, ya como funcionario, ya como escritor, y ello me ha llevado a tener un cierto hábito de procurar la prudencia, la medida de las palabras.


No es lo mismo calificar a una persona juridica que a una persona física. Tampoco es lo mismo injuriar que describir, por lo que acabo de exponer. Tampoco es lo mismo afirmar que preguntar o poner en duda. Y por último, hay "injurias" que por el bajo nivel de intensidad y gravedad, se puede decir que no llegan a serlo, y otras que ya han sobrepasado las líneas rojas.


Dicho esto, Arnedillo, te diré que en el foro al artículo 62 me injuriaste. Es probable que de manera leve, pero me injuriaste. Probablemente no te lleve a los tribunales por ello, pero te doy un aviso en el sentido de que no sigas por ese camino, pues tal y como te veo, llegarás a traspasar la línea roja que no debes traspasar, que se llama "Código Penal Español".


Probablemente, esa incontinencia verbal que demuestras, lejos de ser valentía, procede de que has detestado desde hace tiempo la funesta manía de pensar y te has autocastrado intelectualmente, no queriendo pensar otra cosa que lo que proceda de la secta a la que perteneces, en la que todos actuáis "ad mentem patris". Léete esto, salao: ( http://www.opuslibros.org/html/heraldo_diez.htm ). En esto os parecéis a Monedero, el de Podemos, que entiende que para no equivocarse en esta vida, hay que preguntarse: “¿Como haría esto el comandante Chavez?”; y de acuerdo a la respuesta que nos de la vida luminosa del comandante Chavez, actuar como lo haría él.


También, esa incontinencia verbal puede tener su causa en tu modo de vida, pues esta, por lo que veo, se desarrolla del cole al club y del club al cole, esto es, en unos ámbitos muy cerrados y con poco trato con adultos, y por supuesto, ostentando siempre el respeto reverencial de los niños de colegios de Fomento o similar hacia el profesor o monitor del club.


Has de tener en cuenta que los demás, respecto de tí, no somos niños de 13 años a los que hablas de pitar o susurras palabras piadosas al oído, sino "cristianos adultos que procuramos hacernos como niños delante de Dios", pero no delante de tí. Es decir, cristianos adultos que pensamos, que nos cuestionamos las cosas, que estamos abiertos a los demás, pues hasta el más ignorante nos puede enseñar; cristianos que no somos "santos ni guías de santos", como tú o san Josemaría, sino que queremos ser santos con la condición expresa de que no nos abran un proceso de canonización ni cosas parecidas, porque lo que nos interesa es ser santos para Dios, y no organizar un espectáculo en esta tierra a cuenta de ello.


Quizá ese ambiente tan cerrado en el que te mueves haya terminado por producir en tí una mentalidad infantiloide tal, que eres incapaz de mantener una conversación entre adultos en la que se pueda discrepar sin insultar. Al menos, eso has demostrado en tus intervenciones en el foro.


Te repito lo que te dije en el foro hace varios días. No te olvides de que estás pillado por los cojones, que no tienes independencia económica a pesar de que eres cincuentón. No olvides que comes todos los días gracias al Opus Dei, pues si por las razones que fueran, un día decidieras abandonar el Opus Dei, tu querido colegio, que tú sostienes que nada tiene que ver con el Opus Dei, te pondría inmediatamente en la puta calle, pues no estaría bien visto que siguiera en él un "apestado" que abandonó su "vocación" al Opus Dei.


En Córdoba tenemos un caso exactamente así, el de un agregado que trabajaba en el colegio Alzhahir y que dejo de pertenecer al Opus Dei en el año 2015. Esperaron a que terminara el curso, y entonces, desapareció "discretamente", no solo del Opus Dei sino del colegio; perdió su puesto de trabajo.


Vamos a ver, Arnedillo, ¿No te dice nada el hecho de que en todos los centenares de colegios que son obras corporativas o labores personales, SIEMPRE, el director o directora del colegio ha sido un miembro del Opus Dei desde hace más de 50 años que llevan existiendo estos colegios?


Puede ser que tú no hayas firmado nada en blanco para ser profe del cole (habría que ver tu contrato laboral), puede ser, pero yo te digo que en TODAS LAS SOCIEDADES INMOBILIARIAS PROPIETARIAS DE LOS INMUEBLES QUE UTILIZA EL OPUS DEI, se firma el papel en blanco para que las acciones de esas sociedades estén en manos de quienes los de la delegación del Opus Dei quieren que estén. Y lo que te aseguro, es que como te vayas del Opus Dei, por el mismo precio, te vas del colegio de tus amores, y ninguno de tus colegas del colegio romperá la más mínima lanza por tí. Y en el club, lo mismo.


Te voy a repetir esto, Arnedillo: No es necesario que te muestres tan beligerante conmigo, no solo porque te puede salir el tiro por la culata penalmente, sino porque no vale la pena mostrar esa pasión y ese fanatismo por una mera entidad. Lo que importa son las personas. Pero aparte de ello, ten en cuenta que arrieros somos y que todavía estás a tiempo de llevarte una decepción igual o mayor que la que otros hemos tenido respecto de esa secta a la que tanto amas y que te puede dejar en la estacada cuando menos te lo esperes. No juegues al farol, como en el mus; que los faroles se apagan soplando.


Otra cosa, Arnedillo: No me vengas con milongas de que antes en el Opus Dei os dedicabais a la gente rica y ahora a la gente pobre. Echa un vistazo a esos centros de numerarios del país vasco que valen una millonada ¿los pagas tú con tu sueldo de profesorcillo? ¿los pagan los niños pobres que van por el club? ¿Quién paga todo eso? ¿has echado la cuenta de cual es la media de gastos de todo tipo que genera el centro en el que vives? Me refiero, no solo a lo que vale la comida y la cena, sino al IBI, la electricidad, el agua, los gastos derivados de tener un servicio doméstico propio de marqueses de Peralta, los gastos de mantenimiento de todo tipo, los gastos de lavandería ¿sabes cuánto vale el arreglo de ese pantalón que tú dejas en la cama para que vaya al tinte y vuelva lavado y planchado, como por arte de magia, unos días después? ¿cada cuánto te cambias de pantalón? ¿Y los demás de tu centro? ¿Cuánto vale esa partida mensual en el presupuesto? ¿Quién paga eso?


Te podría seguir preguntando si conoces las diferentes tarifas eléctricas, así como qué es lo que hace subir la factura de la electricidad y si conoces cual es la tarifa nocturna de tu operador eléctrico. Quizá te parezcan veleidades, pero cualquier padre de familia sabe estas cosas.


Digo esto porque he conocido muchos numerarios que creen que por apagar unos minutos una luminaria o por tener insuficientemente iluminada una habitación, ya están llevando a cabo un considerable ahorro de electricidad, y por tanto, viviendo la pobreza, cuando la iluminación es la parte más insignificante de gasto eléctrico en una vivienda, comparada con los aires acondicionados, los termoventiladores, los termos, el lavaplatos, la lavadora, el horno, la plancha, etc.

¿De verdad, Arnedillo, tú crees que esos niños pobres son los que mantienen ese centro en el que vives confortablemente, sin preocuparte "qué comerás o qué beberás, ya que tu Padre celestial (o la delegación o los destinatarios de sablazos) os mantiene mejor que a Salomón en todo su esplendor"?


Arnedillo: Te animo a que ejerzas de cincuentón, de adulto, aunque te cueste un poco. Ya se que eres el numerario medio que se estila actualmente en este país, que ha terminado siendo monitor de club, al no haber gente más joven que lo sea, por falta de vocaciones de numerarios, y este tipo de situación extraña ha derivado en la producción de tipos raros como tú, cincuentones con mentalidad infantiloide, cuya característica más delatora es esa rigidez para razonar que tienen los niños, que les hace ser tan poco amigos de escuchar a otros, tan poco flexibles en las relaciones sociales, tan fascistas en lo intelectual, tan tiranos al juzgar a los demás.


Ahora bien, como te lleve al juez, en el supuesto de que sigas por ese peligroso camino de la injuria, ten por seguro que no te valdrá de nada invocar una supuesta inmadurez o mentalidad infantiloide, pues eres lo que quieres ser, aunque no estés dispuesto a reconocer ese derecho en otros.


Llegados a este punto, voy a detenerme un poco en otros comentarios del artículo 62, pues aunque no son los únicos, sí me parecen un buen resumen de lo que se ha dicho aquí hasta ahora.


Me refiero a ese otro comentario de un tal Pim Pam Plum, que me imagino que es su seudónimo. Este señor o señora parece que solo se fija en los tacos con que esporádicamente me expreso; y parece ser que no se fija en nada más.

Evidentemente, conociendo tan poco de este señor, es muy difícil decir nada acerca de él. Sin embargo, casi podría afirmar que es del Opus Dei, y dentro del Opus Dei, que es numerario, ya que solo en el ámbito de los numerarios he podido percibir durante muchos años esa especie de rubor o de suspiro de monja preconciliar cuando he soltado un taco por escrito o de palabra.


Esos mohines tan recatados, que a la vez son tan superficiales, por la experiencia que tengo de 42 años en el Opus Dei, puedo decir que no la he visto en ningún ámbito eclesial, en ninguno. A la vez, esa fijeza en el taco ajeno, con clara intención descalificatoria, queriendo reducir el discurso ajeno a esas cuatro palabras, para descalificar la totalidad del discurso, es otra característica de los numerarios, muy dados a llevar a cabo juicios sobre los demás, y a ser posible, gratuitos e inmotivados, evitando entrar en el contenido de lo que otros dicen para pasar directamente a la descalificación de las personas.


PimPamPlum: tu hablar te delata, como a todos. Lo malo es que tu discurso es bien pobre y tú mismo no tienes nada que aportar, ni siquiera en cuanto a la tesis que pareces sostener, esto es, que el decir tacos es malo.

Yo pienso que es bueno.


Como quiera que tengo la costumbre de planteármelo todo y razonarlo todo, y como no quiero repetir dos veces lo que ya he dicho, te invito, PimPamPlum, a que leas este artículo mío del año 2015 titulado "Elogio de la procacidad", que lo escribí, no ahora, sino hace más de tres años y medio, cuando tú todavía quizá no habías leído nada de mí. Aquí tienes el enlace: (http://www.cabradigital.com/?act=articulo&c=01&e=31&id=20150411212847 ).


Me imagino que convendrás conmigo en que hablar sin tacos no es una obligación moral bajo pecado mortal, ni existe ningún dogma de la Santa Madre Iglesia que obligue a los cristianos a destilar agua bendita cada vez que se expresan verbalmente, ya sea oral o por escrito. En una palabra, me imagino que te habrás leído el artículo 20.1.a) de la Constitución Española, en concordancia con la Declaración de DDHH en donde se habla de algo tan vulgar como la libertad de expresión.


Ya se que en el Opus Dei no tenéis mucha mentalidad jurídica y sois un poco reacios a respetar los derechos de los demás ciudadanos. Quizá sea porque como sois ángeles en medio del mundo, entendéis que no va con vosotros eso de respetar los derechos cívicos de los humanos.


Bueno, yo creo que a PimPamPlum ya le he dedicado excesivo tiempo.


Hay un comentarista del foro del artículo 62 que me ha parecido especialmente bueno. Es un tal Ducai. Todos sus comentarios me han parecido llenos de una sensatez y de un sentido cristiano extraordinario. Pero voy a incidir en uno de ellos, muy breve, que dice así: " Lamento ver tanto dolor y tanto rechazo al OD en personas que han sido destrozadas por la organización. Espero que podáis recomponeros y restañar esas heridas. Y no perdáis la Fe".


Como ya he dicho en varios momentos de esta serie, en especial en el artículo nº 13, no es mi caso el estar herido o destrozado. Sí lo estuve un tiempo, pero no cuando me fui, ni después. Quienes me conocen saben que cuando me fui, lo hice como un "hasta luego", escribiendo al día siguiente de mi salida una carta, sin fecha ni firma, que entregué a los directores de la delegación del Opus Dei de Sevilla, pidiendo la admisión como supernumerario, pues mi intención no era abandonar el Opus Dei, sino pasar a supernumerario todo lo antes que decidieran los directores, estando por mi parte dispuesto a ello desde el día siguiente a irme.


Por tanto, yo no me fui ni destrozado ni herido, sino con la conciencia totalmente tranquila de hacer lo que tenía que hacer y tener el único objetivo que había tenido y tengo en la vida, seguir a Jesucristo, de la manera que sea en cada momento, pero seguirlo.


Ahora bien, desde que me fui del Opus Dei y tuve la libertad más expandida para profundizar en cosas que no me encajaban antes o para escuchar a quienes no había escuchado antes o para encajar las piezas de mi vida al margen de una espiritualidad que no tenía ya por qué ser la mía.


Desde que empecé a llevar todo eso a cabo, hablando y leyendo con quienes antes no había hablado o a quienes no había leído, noté poco a poco que había sido engañado durante los 42 años anteriores en muchas cosas, y me empecé a dar cuenta de que esa "unidad total con el Padre y los directores" era en el fondo una firma en blanco para que unos señores llevaran a cabo canalladas al margen de los demás miembros y en contra de los ideales en los que yo había creído hasta ese momento.


Y mientras tanto, en contra de lo que yo esperaba, por parte del Opus Dei no hubo ni el más mínimo caso hacia mí; literalmente fui sepultado en el olvido.


Durante estos dos años fuera del Opus Dei, en solitario, en la presencia de Dios, en la oración, he podido ver claro el engaño sistemático del que he sido víctima durente 42 años, increíble para quien no lo haya vivido. Decepción total.

No necesito recomponer nada interiormente, porque el Señor me ha preservado de esos destrozos y de esas heridas que el Opus Dei ha causado en otros muchos. Tengo un amigo, catedrático de psicología y buen conocedor del Opus Dei que todavía no sale de su asombro al ver que en mí, el paso de pertenecer al Opus Dei a dejar la organización, no ha dejado la más mínima huella psicológica ni antes ni cuando me fui, ni dos años después. Sigo siendo el mismo, sin la más mínima alteración de carácter. Él lo atribuye a que tengo una fortaleza interior extraordinaria. Pero no es verdad. Fue simple discernimiento en la presencia de Dios y actuar en consecuencia, y por tanto, con paz, que es la característica típica de que se está actuando según la voluntad de Dios.


Quizá la única diferencia externa que todos han visto en mí es que, desde que me fui de esa secta, y sobre todo desde que llevé a cabo mi vocación matrimonial casándome con la que es hoy mi esposa, tengo una alegría desbordante como nunca la he tenido, me brillan los ojos como nunca sucedió en mí. Al menos eso dicen todos los que me conocen de hace muchos años.


Presiento que este Ducai es del Opus Dei, pero atípico, es decir, que en él hay caridad, comprensión, amor al prójimo. Pero no estoy de acuerdo con una cosa que dice: "Y no perdáis la fe".


Ese es un deseo maravilloso, pero me parece que denota que no conoce bien a los que nos hemos ido. Ese comentario tiene toda la pinta de tener presente esa afirmación de san Josemaría, según la cual, quienes abandonan la organización, pierden la posibilidad de ser felices y se juegan también incluso la vida eterna, pues pueden llegar a perder la fe.


Debo decir que ese es un miedo muy presente en el Opus Dei, con el que se manipulan las almas contra su libertad, presentándoles un panorama de futuro falso si abandonan la organización.


Ese temor a perder la fe si se abandona el Opus Dei es un temor absolutamente infundado y totalmente falso. No niego que haya de todo, incluso quien, herido y defraudado tras su paso por el Opus Dei, atribuya esa toxicidad a la Iglesia en vez de a esa secta, y de rebote, además de abandonar esa secta, abandone la fe.


Pero por lo que he conocido y por los testimonios que se ven en quienes escriben habitualmente en OpusLibros, se observa que, tras un tiempo de “descompresión”, cuando alguien se larga de la secta, poco a poco se recupera la alegría y la libertad de espíritu, así como un modo sincero de vivir la fe, mucho más auténtico y espontáneo que cuando se pertenecía a la secta.


No, no se pierde la fe. Hay algunos casos en los que sí, pero no es lo habitual. Pierden la fe quienes se creyeron previamente las tonterías de san Josemaría consistentes en atribuir a la parte lo que corresponde al todo, pues la fe, la fe teologal, es virtud que tiene por objeto a Dios, mientras que en el Opus Dei se tiene fe teologal en lo que dice san Josemaría.


No, no se pierde la fe. Ese es un temor infundado de Ducai. De todas formas, se agradece su buena intención y su buen corazón, sea o no el tal Ducai del Opus Dei.


Hablando de fe, me viene ahora a la cabeza un pequeño pasaje de ese programa de La Clave sobre el Opus Dei del que hablé el otro día y puse los enlaces para descargarlos y verlos. Me refiero a un momento del debate en el que Miguel Fisac hace una de las mejores apreciaciones del Opus Dei que he oído en mi vida. Les echa en falta que han sustituido la fe por la piedad.


Es una afirmación extraordinariamente profunda, como pocas he oído.


Bien es verdad que san Pablo nos recuerda que la piedad es útil para todo. Esta afirmación está recogida en la primera carta que conservamos escrita a su discípulo Timoteo, obispo de Efeso, en el capítulo 4, versículo 8. Pero no está de más recordar que el valor de utilidad implica otro valor al que el anterior está subordinado.


La fe no es útil para todo, pues tiene valor en si misma. Su valor no se predica en referencia al valor de otra cosa. La fe vale en si misma, como no podía ser menos, pues la fe la infunde Dios.


La piedad, sin embargo, es útil para otras cosas, por ejemplo, para acrecentar la fe.


“Auméntanos la fe” (Lucas 17, 5), le dijeron los apóstoles al Señor.


La piedad es nuestra; la fe, de Dios.


Lo importante es la fe. Sustituirla por la piedad, por el voluntarismo que se practica en el Opus Dei, supone un error práctico muy grave, como apuntó Miguel Fisac en aquel programa. Evidentemente, ni él ni nadie del Opus Dei que presenció ese programa, hizo ni puto caso a aquel “apestado. Pero tenía razón. Y no le habría ido mal al Opus Dei durante los siguientes años a ese programa si hubiera puesto en práctica aquel consejo tan bueno.


Paso de los comentarios de Ducai a los de otros, concretamente a los de Juan y Carmen Charo, a quienes les agradezco, más que el hecho de que puedan estar de acuerdo conmigo en mayor o menor grado, el que hayan tenido la bondad, no solo de leerme día a día, sino de comentar cosas, lo cual indica un plus de interés por su parte.


A mi modo de ver, mostrar interés por lo que dicen otras personas es de las mejores manifestaciones de caridad, porque supone interés en la propia persona a través de los contenidos de sus expresiones, sean orales o escritas.


Aparte de lo anterior, el hecho de que yo haya tocado un tema que ha interesado a estas dos personas, para mí es un honor que me llena de satisfacción pues supone que gracias a mis colaboraciones, alguien ha encontrado algo que le enriquece o estimula o le sugiere algo, y por tanto, que le ha hecho un bien, que ha disfrutado leyendo y compartiendo mis razonamientos y que le ha hecho pensar.


Compartir ideas con los demás es de las cosas más maravillosas que hay.


En cuanto a Carmen, veo que tenemos una gran empatía en cuanto a las ideas. No la conozco personalmente, pero sus intervenciones revelan que es una gran persona, amante de la verdad, de la sinceridad de vida, como Natanael.

En cuanto a Juan, me doy cuenta de que partiendo de ideas algo diferentes a las mías, ha valorado aquellos aspectos más generales y más de sentido común que he planteado en estos artículos, y en ese sentido, hemos tenido una sintonía total.


Tampoco le conozco personalmente, pero sospecho que seríamos capaces de mantener largas conversaciones en las que reinaría el mutuo respeto en aquello que no compartiéramos, así como que dadas nuestras mentalidades abiertas, probablemente, en aquello que discrepásemos, habría cosas en las que nos convenceríamos mutuamente, pues sospecho que ambos estamos totalmente dispuestos a rectificar en lo que creamos que nos hemos equivocado o que podemos seguir una postura mejor.


Hay un largo comentario de LuismiGarcía en el que básicamente elogia a una señora catalana que en su día fue presidente de Amnistía Internacional y que hizo llegar al Papa una carta que según dice el comentarista, ha sido decisiva para que el Papa modifique el artículo del Catecismo de la Iglesia Católica relativo a la pena de muerte.

LuismiGarcía termina su largo comentario elogiando a esa señora y “dándome un tirón de orejas” por considerar que no tengo derecho a “despotricar, difamar, exponer mi parecer personal, opiniones subjetivas, etc” en vez de utilizar “el cauce idóneo”, que según él, parece ser el de ponerle una carta al Papa.


Para empezar, me imagino que nadie se habrá creído que el Papa ha tomado esa decisión magisterial como consecuencia de una cartita que le ha enviado una señora. Con seguridad, esa decisión del Papa es algo muy meditado y que viene de muy atrás y enlaza con el magisterio de sus predecesores de modo homogéneo.


Por otra parte, ese “tirón de orejas” al que el tal Luismi se cree con derecho a “castigarme”, suena un poco a escuelita de los sesenta en la que él se autoconstituye en maestro, con derecho a imponerme a mí un correctivo, como si de un chaval díscolo se tratase. En esto me recuerda a Arnedillo, tan habituado a tratar a niños en calidad de profesor, que se le olvida que los demás, respecto de él, ni somos niños ni discípulos suyos.


En una palabra, Luismi, que te puedes meter por el ano ese tirón de orejas.


Unido a lo anterior, Luismi parece negarme el derecho a opinar, ese mismo derecho que él ejerce en el foro de este medio de comunicación.


Pues claro que expongo “mi parecer personal y mis opiniones subjetivas”, como tú, las tuyas. En ningún momento se me ha ocurrido pensar ni pretender que mis opiniones sean consideradas objetivas ni pretendo pontificar con ellas. En el primer artículo de esta serie dije claramente que lo que aquí expongo son simples opiniones, las cuales, por naturaleza, son subjetivas y mías exclusivamente.


Pero que sean opiniones subjetivas no quiere decir que no tenga derecho a opinar, ni tú, Luismi, a no reconocerme ese derecho.


Dice Luismi que me dedico a “difamar”. Perdona, Luismi, vamos a hablar con propiedad: A lo que me dedico es a “no encubrir”, que es muy distinto. Precisamente hoy ha salido a la luz pública toda la porquería de pederastia en la Iglesia en Estados Unidos en alguna diócesis. En total son unas 1000 las víctimas de abusos sexuales del clero que las ha llevado a cabo. El encubrimiento ha sido tal que todos estos abusos que ahora salen a la luz, llevan varias decenas encubiertos y los abusadores ya son ancianos o han fallecido. El Obispo correspondiente ha pedido públicamente perdón ante las cámaras. A esto es a lo que lleva la práctica de encubrir, a la que Luismi llama “difamar”.


Te recuerdo, Luismi, que a lo que me he dedicado es a “remover la mierda”, pero te puntualizaré algo obvio: Esa mierda no es mía. ESA MIERDA ES PROPIEDAD DEL OPUS DEI POR USUCAPIÓN, es decir, que ellos mismos han ido a por ella y se la han quedado. Diré más: ESA MIERDA ESTÁ PEGADA Y APELMAZADA.


Pues bien, para quitar una mierda que está pegada y apelmazada, lo primero que hay que hacer es REMOVER LA MIERDA.


La pregunta del millón es esta: ¿Tengo yo competencia para remover la mierda ajena o debo dejar que “los trapos sucios se laven en casa”?


Aparte de que el Opus Dei lleva 90 años sin lavar los trapos sucios, lo cual supone una duda razonable acerca de que tenga voluntad de lavarlos, los demás tenemos derecho a remover esa mierda por tres razones: La primera, por no ser encubridores de canallas, lo que supone un elemental sentido de justicia. La segunda, por defender la dignidad de todas esas personas heridas o destrozadas a causa de esa secta. Y la tercera, porque los católicos tenemos la obligación de “ayudar a la Iglesia en sus necesidades”, que es algo que va más allá que contentar la conciencia echando una moneda en el cepillo. Y una manera de ayudar a la Iglesia es defenderla de esa corrupción que ha creado cuerpo en su seno en forma de sectas como esta.


Luismi sostiene que el medio que yo estoy empleando para estos fines no es el “cauce adecuado”. Es muy libre de sostener esa opinión, la cual es tan respetable como la mía, que pienso que este cauce es el adecuado.


Mejor dicho, es el adecuado, pero no el “único adecuado” pues yo valoro también como positivo el cauce que él ha mencionado de poner este asunto en manos del Papa. No es una idea nueva. Por supuesto que haré llegar estos artículos al Papa, pero primero debo esperar a terminarlos. Ya quedan pocos, pero todavía quedan algunos.


Hay una amiga mía que ya se ha ofrecido a hacérselos llegar al Papa Francisco. Todo llegará, es cuestión de tiempo.

Luismi termina su comentario diciendo que estos artículos serían objeto de la “reprobación” del Papa. Esa afirmación me parece muy gratuita. Primero vamos a enviárselos al Papa y luego vamos a ver qué es lo que dice. Desde luego, una “reprobación” es un término preconciliar que me parece que está en las antípodas del Papa Francisco.


¿Reprobar unas simples opiniones?


Me parece, LuismiGarcía, que estás un poco en Babia.


Oye, Luismi, ¿No serás tú también del Opus Dei? Lo digo porque veo que te has dedicado en tu largo comentario a desacreditarme a mí por el hecho de opinar, pero no has hecho ni una sola referencia a los contenidos de mis opiniones, es decir, que has actuado al más puro “estilo Opus” al que ya me he referido en toda esta serie. Vaya, que estás cortado por el mismo patrón que ellos, pura “uniformidad”.


Por último, quiero hacer una referencia a un comentarista que se hace llamar Valerio del Bierzo, cuyo comentario me ha parecido, sencillamente, extraordinario, atinado, y profundo para entender a fondo qué es lo que les pasa a los del Opus Dei y por qué su comportamiento está en las antípodas del espíritu de Cristo.


Debo decir que todos los colaboradores me han aportado también muchas ideas positivas a lo largo de estos días, me han ayudado a madurar mis ideas y me han confirmado con sus razonamientos en otras que yo ya sostenía. Incluso los que me han atacado, me han hecho un bien en la medida de que, aunque ellos no lo hayan pretendido, han hecho que ponga esfuerzo adicional en fundamentar mis ideas y replanteármelas una vez más para que mi seguimiento a Jesús sea algo reflexivo, y no pura inercia. Gracias.


El artículo de hoy no era un inciso, sino un ejercicio de aprovechamiento de la interactividad que nos brinda este medio. Digamos que resulta imposible responder o comentar todos los comentarios que se han venido vertiendo a lo largo de estos días. Al menos lo he intentado hacer con unos pocos que me han parecido algo representativos de las diversas posturas que se van perfilando entre los lectores, y me he fijado en el foro del artículo 62, como podía haber escogido otro.


Mañana seguimos con el orden habitual, esto es, comentando el punto 13 de la carta de Ocáriz, que es donde lo habíamos dejado ayer.

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