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Opus Dei: Comentario crítico a una carta (LXVIII)

Ningún libro de historia es “definitivo”
Antonio Moya Somolinos
lunes, 20 de agosto de 2018, 08:40 h (CET)

El siguiente párrafo del número 13 de la carta de Ocáriz dice lo siguiente: “Tenemos también una agradecida experiencia de la plena libertad que existe en el Opus Dei en las cuestiones económicas, políticas, teológicas opinables, etc. «En lo que no es de fe, cada uno piensa y actúa como quiere, con la más completa libertad y responsabilidad personal. Y el pluralismo que, lógica y sociológicamente, se deriva de este hecho, no constituye para la Obra ningún problema: es más, ese pluralismo es una manifestación de buen espíritu». Este pluralismo debe ser querido y fomentado, aunque quizá a alguno la diversidad a veces se le pueda hacer costosa. Quien ama la libertad logra ver lo que tiene de positivo y amable lo que otros piensan y hacen en esos amplios ámbitos”.


Estas afirmaciones resultan también surrealistas en boca de Ocáriz y Escrivá, más que por la especial afinidad del Opus Dei a algún partido político en general, por la descarada afinidad a quien ostenta el poder político en cada momento, lo cual se manifiesta en que, en tiempos del franquismo, el Opus Dei estaba muy vinculado al régimen de Franco. Posteriormente sucedió lo mismo con la UCD, y más adelante con el PP. Y lo mismo en otros países, siempre jugando a caballo ganador.


El Opus Dei siempre ha sabido expresar formalmente una supuesta neutralidad respecto de los regímenes políticos gobernantes, pero siempre ha estado “con el que gana”, principalmente si es un partido o un régimen de derechas.

Es muy conocida esa expresión de san Josemaría que desde el Opus Dei se intenta tanto ocultar, pronunciada cuando fueron hechos ministros de Franco algunos miembros del Opus Dei: “Nos han hecho ministros”. También es conocida la actuación desde la dirección del Opus Dei en aquella circunstancia, para tomar posiciones en los ministerios cuyos nuevos titulares eran esos miembros del Opus Dei.


El caso Matesa queda hoy día muy olvidado en la memoria colectiva de este país, pero fue un escándalo que tuvo que ver con esa práctica del Opus Dei de meter las narices donde haya poder o dinero, ya que tanto con uno como con el otro, siempre se entendieron en la institución que, de hecho, además de la oración, son un buen medio para difundir el mensaje de Cristo. Como hemos visto más atrás, así se expresan las Constituciones de 1950, en el artículo 202: “Medio de apostolado peculiar de la Institución son los cargos públicos, en especial de aquellos que implican el ejercicio de una dirección”.


Si el Opus Dei permaneciera al margen de las opciones políticas o económicas de sus miembros, los directores del Opus Dei no formarían parte de fundaciones o inmobiliarias o empresas educativas, que quedarían a la libre gestión de sus gestores, aunque estos o parte de estos sean del Opus Dei. El hecho de que el prelado del Opus Dei despache quincenalmente con el director general del CARF, quiere decir que algo hablarán del dinero de la fundación, o lo que es lo mismo, que no hay una completa libertad en la gestión de estas entidades.


Si hemos hablado de libertad en materias políticas y económicas, en lo que se refiere al campo de la opinión en materias teológicas, esa libertad es inexistente en el Opus Dei. Basta ver que en las editoriales controladas por la prelatura no publica nunca nadie considerado poco ortodoxo por la propia prelatura. Ya hemos hablado hace bastantes días de las publicaciones censuradas por el Opus Dei y de la existencia de un índice de libros prohibidos, instaurado por san Josemaría en el ámbito de la institución cuando el Papa suprimió el Index Librorum Prohibitorum en la Iglesia, tras el concilio Vaticano II.


Al autor que no sigue las opiniones teológicas oficiales del Opus Dei, jamás se le publicará algo en Rialp, Palabra, Edunav y otras editoriales controladas por el Opus Dei. Incluso a los propios miembros del Opus Dei que han tenido el “error” de empezar a “pensar” en un momento determinado, se les ha hecho el vacío, como ya vimos con Raimundo Panikkar o también con el sacerdote Antonio Ruiz Retegui, a quien se le empezó a hacer el vacío y el ostracismo hasta que murió. (Véase este enlace: http://www.opuslibros.org/libros/Teologal/semblanza.htm ).


Desde la página OpusLibros se ha hecho justicia a Antonio Ruiz Retegui, publicando textos suyos que el Opus Dei silenció en los que, entre otras cosas, defiende los valores personales del cristiano por encima de lo institucional.

Por mi experiencia de 42 años en la institución, puedo decir que existe un pluralismo parcial y controlado. Es verdad que hay un cierto pluralismo, pero limitado a unos márgenes más o menos conservadores, tanto en lo político como en lo económico y teológico.


No les viene mal que haya unos cuantos tipos como Rafa Larreina o el tal Iñaki Iraola, o hace años Rafael Calvo Serer, que presumen de coquetear con los abertzales o los comunistas o ser algo más abiertos. Es una manera de alardear, poniéndoles de ejemplo, que en el Opus Dei hay un amplio pluralismo.


Ahora bien, en los centros del Opus Dei, desde los periódicos a los que están suscritos (suelen ser de derechas, tipo el ABC) hasta el ambiente en que se vive, en general, las posturas son institucionalmente conservadoras, tanto en política como en materia económica. Y en lo eclesial, son claramente excluyentes hacia todo el que no comulgue con sus rancios planteamientos.


Por ejemplo, en materia educativa, se da por supuesto que todos los demás miembros del Opus Dei están a favor de la enseñanza diferenciada o segregada, hasta el punto de que, con ocasión de una de las sentencias del TS en el que el alto tribunal dio la razón a la empresa educativa de los colegios controlados por el Opus Dei, en los centros de numerarios se festejó esto con un aperitivo especial. Hablo del año 2014 ó 2015; no me acuerdo exactamente, pero fue en uno de estos dos años.


A mí aquello me dejó de piedra, porque aun compartiendo que dicho tipo de enseñanza es una opción perfectamente respetable, no me parecía lógico que, institucionalmente se rompiera una bandera por ese modelo educativo, pues no había que dar necesariamente por supuesto que los que los que vivíamos en ese centro tuviéramos que tener forzosamente esa opinión.


En cuestiones teológicas y sobre todo de derecho canónico, la uniformidad es ya total. A nadie del Opus Dei se le autorizará a opinar en contra de la obligatoriedad del celibato sacerdotal o de la ordenación sacerdotal de mujeres. No entenderán que es compatible la obediencia a unas normas eclesiásticas con la discrepancia, como opinión, respecto de esos contenidos, que con el tiempo, incluso podrían cambiar sin menoscabo de la fe católica.


En el Opus Dei se ha fustigado todo lo habido y por haber a la postura del “disenso” en teología moral, y no digamos a la teología de la liberación, aunque no conozco a ningún numerario que se haya leído los documentos emitidos al respecto, “Libertatis Conscientia” y “Libertatis Nuntius” y haya expuesto sus razones a favor o en contra de esa opción teológica.

En cuanto a los grandes documentos del concilio Vaticano II, es muy habitual en el Opus Dei que, los teólogos oficiales citen selectivamente pasajes de la Gaudium et Spes o de la Lumen Gentium, pero cuando yo tomé la decisión, en 2014, de leerme absolutamente todos los documentos del concilio, del primero al último, me di cuenta, no solo de lo que se cita, sino de lo que se omite desde el Opus Dei.


En materia de sexualidad y amor humano, ya el hecho de que desde el Opus Dei se haya aceptado la “Humanae Vitae” es un no pequeño avance, habida cuenta de que años atrás san Josemaría tildó de hereje a Pío XII cuando este entendió como acorde con la moral el uso de los periodos no fértiles de la mujer para la realización del acto sexual dentro de un plan de paternidad (y maternidad) responsable.


Sin embargo, ninguno de los teólogos oficiales del Opus Dei se han planteado abiertamente una postura crítica frente a los puntos que la Humanae Vitae deja sin solucionar y que muy probablemente tenga que ver, a la vuelta de los años con esa fuga de la Iglesia de tanta gente, quemada por esa intransigencia institucional aparejada con una ausencia de diálogo y escucha a las diversas dificultades reales que se presentan en esta materia.


Lo dicho para la teología, se ve ampliado hasta el límite en lo relativo a la historia del Opus Dei y del fundador. La postura de todos los teólogos-historiadores del Opus Dei es totalmente acrítica y gregaria. Ya no se trata de mantener opiniones diferentes, sino que entrando en este campo, las posturas de los historiadores-teólogos del Opus Dei es claramente manipuladora y sectaria.


Ya he comentado más atrás que, cuando se llegue a elaborar la historia del Opus Dei, quienes estarán totalmente incapacitados para ello, salvo que cambien, son los miembros del Opus Dei, por carecer de la mínima objetividad necesaria para mirar en perspectiva hechos históricos, al carecer del mínimo pluralismo y de la mínima capacidad de escucha necesarias como para ser capaces de plantearse que los hechos históricos, hasta ahora indiscutidos por ellos como sucedidos DE UNA ÚNICA MANERA oficial, podrían haber sucedido de otro modo, al menos porque las versiones oficiales dejan sin explicar aspectos que todo buen historiador no puede pasar por alto.


Son abundantísimos los libros sobre mentiras de la historia. La historia no es algo que, una vez escrito por alguien, ya no se toca. Ningún libro de historia es “definitivo”. Si lo fuera, ello equivaldría a una prohibición de pensar, de investigar, de indagar, de preguntar. Los tres tomos de la biografía del fundador del Opus Dei de Vázquez de Prada no son un dogma, aunque para los del Opus Dei lo sea.


Abundando en ello, podemos decir que cuanto mayor sea el pedestal en el que inicialmente ha sido colocado un personaje histórico, desde más alto caerá.


Los que somos algo mayores recordamos el año y medio posterior a la muerte de Franco. Cuando Franco murió, desfilaron delante de su cadáver, emocionados, más de un millón y medio de españoles. Sin embargo, el año y medio posterior a su muerte supuso una caída en picado sin precedentes en lo relativo a su prestigio y el cariño que al parecer le tenía su pueblo. De la noche a la mañana, Franco pasó de ser un héroe indiscutido a casi un criminal odiado.

Quizá esto tenga que ver con el hecho de que en España, gran parte de los españoles juegan a caballo ganador. 

También puede explicarse esto porque los españoles somos muy exagerados. Pero también tiene que ver con el hecho de que un personaje no puede ser juzgado en situaciones no serenas. Cuando ese personaje está vivo, puede ser tenido por un semidios, y al morir, como un demonio. O viceversa.


Ni lo uno ni lo otro. Es precisa la serenidad que da el transcurso de los años y el encuadramiento en la historia. Ni Franco era tan bueno como se le veía antes de su muerte, ni tan malo como se le ha visto inmediatamente después. Incluso en el momento presente todavía hay ciertas visceralidades de uno y otro signo que impiden situarlo donde le corresponde. Pero lo bueno es que se siga estudiando su figura, que sigan apareciendo datos nuevos, pues un personaje relevante, aunque se proponga no dejar rastro, lo deja. Hay que dejar que la historia haga su trabajo.


Con san Josemaría pasa algo parecido. Lo quieran o no los del Opus Dei, con el rastro dejado por san Josemaría y con el que aparecerá en el futuro, se seguirá avanzando en su historia. Y cuanto mayor sea el pedestal inicial, desde más alto caerá.


En muchas ocasiones, san Josemaría decía que en las instituciones de la Iglesia, al morir el fundador, se producía algo así como un terremoto. Añadía que “en el Opus Dei no sucederá así; tengo certeza”.


La gente del Opus Dei siempre vio en estas palabras algo así como una revelación profética, sobrenatural, manifestada por Dios directamente a san Josemaría, quien siempre dijo que, por la protección de la Virgen, el Opus Dei siempre se había mantenido “firme, compacto, seguro”.


Efectivamente, al morir san Josemaría, sucedió como él había predicho, al menos externamente. Ya hemos visto que los tiempos de Álvaro del Portillo fueron muy tumultuosos, pero el conjunto de los miembros del Opus Dei no se enteró absolutamente nada de todas las maquinaciones e intrigas que se llevaban a cabo desde la dirección del Opus Dei. Es algo que les quedó oculto y que, aunque poco a poco se va conociendo, en su momento quedó tapado. Se puede decir que, aunque forzadamente, al morir el fundador, “no pasó nada”.


Pero ya hemos visto que todas esas intrigas que no respondían a la verdad, tarde o temprano, iban a ser “pan para hoy y hambre para mañana”, al tratarse de una imposible huída hacia adelante. Es cierto que ya durante el mandato de Álvaro del Portillo hubo voces discrepantes, pero se oyeron poco. No existía la censura franquista al servicio de lo que pidieran los directores del Opus Dei (como en el caso del libro de Jesús Ynfante), pero estaba el apoyo incondicional de Juan Pablo II, quizá un apoyo “agradecido”, como tarde o temprano quizá se termine por descubrir.


Ahora bien, con Javier Echevarría, todo ha terminado estallándole entre las manos, y para colmo, en marzo de 2013 Dios ha dado a la Iglesia un Papa que no parece dispuesto a dejarse manejar por nadie y que no hace política de toma y daca.


En parte por su personal mediocridad, y en parte porque objetivamente la bola se había hecho muy grande, Javier Echevarría fue incapaz de encauzar una situación de crisis como la que le tocó vivir.


En el momento presente, el Opus Dei ya no está tan “firme, compacto y seguro”; los que se fueron del Opus Dei somos hoy día más que los que están dentro, vivimos en una sociedad más pluralista y con mayor libertad de expresión, de modo que esa falta de pluralismo y de libertad de expresión que se frena dentro de la institución, es un mar desbocado fuera de ella, absolutamente incontrolable desde la dirección, no solo por la independencia de quienes estamos fuera, sino por la rapidez y versatilidad de los modernos medios informáticos, de comunicación y de Internet y redes sociales.

Si a ello añadimos la voluntad del Papa de no ser encubridor (lo hemos visto en el caso de la pederastia y de la inmigración), me parece que la postura de enrocarse ocultando la verdad y practicando el cinismo, tiene los días contados.


La figura de san Josemaría tiene que ser revisada. Quizá la Iglesia pueda vivir sin que se revise la figura de san Pedro Arbués, pero la figura de san Josemaría Escrivá debe ser revisada.


Desde OpusLibros se han hecho buenos intentos en ese sentido. Anteayer mencionaba una larga serie de pequeños estudios puntuales (el enlace era este: http://www.opus-info.org/index.php?title=Category:Historia_del_Opus_Dei ) así como los 30 estudios puntuales de historia de Jaume García Moles (el enlace es este: http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=21619 ) en los que ya se ve que, desde una postura seria y profesional, se pueden abordar cuestiones no explicadas en las biografías oficiales.


Quiero citar ahora, en esa línea, un estudio de Giancarlo Rocca aparecido en la Revue d’Histoire Eclesiastique, en 2007, en donde el autor desmonta el monolitismo “definitivo” de la biografía oficial del fundador del Opus Dei cuyo autor es oficialmente Andrés Vázquez de Prada. El enlace de este artículo de investigación es este: http://www.opuslibros.org/PDF/Rocca_elfundador.pdf ).


Este mismo autor, Giancarlo Rocca, religioso paulino, había publicado anteriormente en 1985 un libro muy esclarecedor, titulado “El Opus Dei. Apuntes y documentos para una historia”, en el que quedan en evidencia muchas cosas de las que venimos hablando en toda esta serie.


Este libro, absolutamente ocultado por el Opus Dei, forzó a que, desde dentro de la prelatura, se publicase en 1989 el libro “Itinerario Jurídico” del Opus Dei, en el que tres miembros del Opus Dei desarrollaron la “versión oficial”, desfigurando la realidad de los hechos.


Como el tema de la situación jurídica del Opus Dei es mejor no tocarlo, el libro del “Itinerario Jurídico” tampoco ha tenido mucha difusión. Basta el hecho de que se ha publicado, pero la mierda, mejor no tocarla. También está en formato kindle desde hace poco, pero la mierda, mejor no tocarla; lo estrictamente necesario y por parte de quien lo tenga que utilizar.

Sin embargo, el libro de Giancarlo Rocca, “Apuntes y documentos para una historia”, es un libro claramente silenciado y olvidado. Pero ahí está, en OpusLibros, dispuesto para ser descargado por quien lo desee, en la versión italiana original y traducido al castellano. El enlace es este: http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=4746 ). Este libro viene finalizado por un extensísimo elenco de documentos originales, silenciados por el Opus Dei, así como por una comparativa con el libro oficial “Itinerario jurídico del Opus Dei”, de donde puede verse la manipulación de los hechos llevada a cabo desde la prelatura.


También hemos hablado del estudio psicológico acerca del trastorno narcisista de la personalidad, probablemente padecido por san Josemaría Escrivá. (http://www.opuslibros.org/PDF/marcus_trastorno.pdf ). Antes de negarlo sin haberlo leído, lo lógico en quien tenga una mente abierta es, al menos, leerlo y a continuación, junto con otras fuentes, formar la propia opinión al respecto. Invito al lector a que parta una lanza por un sano pluralismo y de voz en sus oídos a quien sostiene esta tesis de una forma serena.


Sin embargo, venimos viendo que en el Opus Dei existen unas posturas estándar, aunque alardeen de pluralismo. Son gente que no escucha. Prueba de ello la tenemos en el foro que se ha formado en torno a estos artículos, en los que se percibe que los del Opus Dei suelen estar troquelados por el mismo patrón, cuya característica principal es no escuchar a quien se le percibe, por anticipado, como enemigo.


El siguiente paso a no escuchar es el de proceder a desacreditar ciegamente a ese “enemigo”, llegando incluso al insulto, y por supuesto, negándole el derecho a discrepar y a opinar.


No es necesario explicarlo; basta ver el foro de estos artículos. Si de ellos dependiera, esto es, si ellos fueran el redactor jefe de este periódico digital, jamás habrían permitido que alguien como yo hubiera expresado libremente sus opiniones.

Si tan perverso les parezco, podrían pensar en denunciarme. Sin embargo, saben perfectamente que no tendría éxito su denuncia, porque ni hay caluminias ni injurias en mis exposiciones, y además, quizá sea mejor para ellos no remover demasiado la mierda, en la que, al parecer, se encuentran tan a gusto.


Cuando el cardenal Sebastián dice en sus memorias que la gente del Opus Dei son “cristianos antiguos”, me parece que es muy benévolo.


Una de las “tácticas” que se viene viendo que usan para desacreditar al “enemigo”, en este caso, yo, es poner de manifiesto su mogigata ñoñería ante los tacos que expreso en mi modo de escribir. Parece como si para ellos eso fuera una inmoralidad. Se olvidan de lo que les dice Ocáriz, en el sentido de que hay que distinguir entre lo que es un mandato y una sugerencia, esto es, que confunden un mandato de la ley de Dios con un modo de expresarse, ya que entienden que el lenguaje soez es poco menos que una inmoralidad.


Nunca he conocido a nadie que haga aspavientos de monja preconciliar tan ñoños como la gente del Opus Dei, sobre todo los numerarios. Esto no es nuevo, viene de atrás.


El 25 de mayo de 2015, siendo yo todavía del Opus Dei, fui llamado a la delegación, donde, de buenas maneras pero advirtiéndome seriamente, me dio una seria reprimenda uno de los directores de la delegación sobre una docena de cuestiones que, según él “son incompatibles con la entrega y la vida de familia”.


Una de esas cuestiones era mi modo de escribir, muy dado al empleo de expresiones soeces, empleado por mí en la media docena de medios de comunicación en que escribía y sigo escribiendo.


Dentro del ambiente sosegado de la conversación, le expliqué que lo que pasa es que a mí me gusta el lenguaje soez y que lo empleo porque me da la gana sin tener que rendir por ello cuentas a nadie, ya que es un derecho constitucional en el que el Opus Dei no debe entrar.


También le hice referencia al “apostolado de la mala lengua” del que habla san Josemaría en el punto 850 de Camino, aunque le dejé claro que yo no hablo así por hacer apostolado de la mala lengua, sino porque me parece que la lengua castellana gana mucho más en expresividad y contundencia empleando términos soeces, a diferencia de otras lenguas como el francés, por ejemplo.


No se si le convencí. Lo cierto es que le envié al día siguiente el artículo mío en el que defiendo ese modo de expresión, y desde entonces no me insistió en ese tema, quizá porque se dio cuenta de que cada cual debe tener los modos de expresión que desee, y los demás no deben pretender imponerle otros.


Por todo esto, me hacen gracia esos comentarios que vengo viendo en algunos del Opus Dei que están interviniendo en el foro, tan recatados ellos, y tan ñoños, con pretensiones de que los demás nos expresemos como ellos dicen. Claramente están en Babia, en un mundo feliz y ñoño, pensando que los demás tenemos que adoptar las maneras de esa guardería de adultos a la que pertenecen. Ya se ve que, como dice Ocáriz, para estos “la diversidad se hace costosa”.


En fin, os aconsejo que seáis más tolerantes y hagáis caso a vuestro prelado; perdón, a vuestro presidente general.

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