Quisiera seguir tocando hoy el tema del proselitismo en el Opus Dei junto a otros temas relacionados con el mismo, por cuanto esto supone ver la cuestión en su contexto.
He podido ver en foros anteriores de estos artículos que hay quien se ha enredado un poco en los significados de esta palabra, proselitismo, cuando , en lo que atañe a lo que venimos diciendo, lo importante es, más allá de las posibles acepciones, que son importantes, el significado que el proselitismo tiene para el Opus Dei.
Para san Josemaría y los del Opus Dei, el proselitismo no tiene el significado de atraer a otros hombres a la fe católica, sino de captar nuevos miembros del Opus Dei. Quienes hemos estado más de 40 años dentro, lo sabemos de sobra, como lo sabe de sobra todo aquel que haya observado mínimamente el funcionamiento del Opus Dei. El “proselitismo” en el Opus Dei tiene un significado EXCLUSIVISTA de captar nuevos miembros para la secta.
El motivo es todo lo loable que se quiera, pero equivocado. El motivo es que resulta lógico que si alguien está convencido de que está en el mejor sitio posible, sienta en su interior la llamada a atraer a otros a su camino, para perpetuarlo.
Esto parece lógico, pero es equivocado, porque el mejor camino para mí no tiene por qué ser el mejor camino para otros, ya que “cada caminante tiene su camino”. A lo anterior hay que añadir que no todos los “métodos” son lícitos, sino solo aquellos que no supongan “abusos contra la conciencia”, por emplear la expresión que el Papa ha utilizado el pasado día 20 en esa carta en la que no solo denuncia los abusos sexuales, sino los “abusos de poder y de conciencia”, en clara referencia a los métodos sectarios del estilo que viene utilizando el Opus Dei.
Junto a lo anterior, hay otra cuestión que salta a la vista cuando se tiene una visión, como san Josemaría, de una organización de la Iglesia como “un ejército en orden de batalla”, expresión muy utilizada por él. Con una visión así, cuantos más efectivos, mejor, y dentro de esos efectivos, cuantos más numerarios, mejor. No es vana esa afirmación de san Josemaría referida a los militares cuando decía que los militares ya tienen la mitad del camino del Opus Dei andado. Hay que tener en cuenta que, en un ejército, los soldados no piensan, obedecen. Cuanto menos piensen los miembros del Opus Dei, concretamente los numerarios, mejor. Por eso se habla tanto de “disponibilidad completa”, de “ausencia de espíritu crítico”, de “obediencia ciega al director”, del gran enemigo, “tu falta de filiación y tu falta de fraternidad”, etc., pero todo esto, con un sentido EXCLUSIVISTA, es decir, con un sentido INTERNO, que lleva a que determinadas expresiones, leídas por gente ajena al Opus Dei, pueden tener un sentido cristiano en general, referido a la fe, a la Iglesia, etc., pero ese no es, ni mucho menos el sentido que le dan los miembros del Opus Dei.
La polisemia de la que hemos hablado a lo largo de estos artículos cobra su más plena aplicación en el tema del proselitismo. Un ejemplo claro es el capítulo dedicado a proselitismo de “Camino”. Aparentemente es inofensivo, pues hace referencia a ese significado que Ocáriz quiere hacernos creer en su carta, es decir, al de atraer a la fe a nuevos cristianos. Pero de puertas para adentro, tienen todos los puntos de ese capítulo un significado EXCLUSIVISTA Y UNÍVOCO REFERIDO A LA CAPTACIÓN DE NUEVOS MIEMBROS. Por eso, en los medios de formación del Opus Dei, aunque vayan juntos, son dos temas totalmente distintos y diferenciados el apostolado y el proselitismo.
En la dirección espiritual semanal o quincenal obligatoria y con la persona designada por los directores, quien hace la charla, el dirigido, tiene obligación de rendir cuenta a la pregunta ¿qué he hecho por el proselitismo? como consecuencia de preguntarse diariamente en su examen de conciencia antes de acostarse “¿qué he hecho hoy por el proselitismo?”. El proselitismo es una presión permanente para los miembros del Opus Dei.
El Opus Dei, como toda organización, necesita efectivos y dinero. Y el dinero viene, en buena medida, a través de más efectivos. Y los efectivos vienen a través del proselitismo. “Camino” es más o menos explícito para quien no conozca el Opus Dei, pero totalmente explícito para los que están dentro. Y lo mismo que Camino, otros muchos medios.
La polisemia siempre ha gustado al Opus Dei y a san Josemaría en particular, desde los tiempos de la academia DyA (Dios y Audacia versus Derecho y Arquitectura) hasta el saludo interno del Opus Dei “pax, in aeternum”, que a muchos miembros, amigos de los tebeos de Hazañas Bélicas, les entusiasma, pues es una especie de santo y seña al estilo militar, por el que se distingue quien es y quien no es de la organización.
Esto se ha podido apreciar también en el foro cuando Iñaki Iraola, refiriéndose a las numerarias auxiliares cuya profesión, “por vocación”, es el servicio doméstico de los centros del Opus Dei, al que ellos llaman eufemísticamente “la Administración”, dice de ellas que son “sus hermanas”.
Las señoras del servicio doméstico de la casa de Iñaki Iraola no son sus hermanas, porque cada cual es hijo de su padre y de su madre, y esas señoras tendrán sus padres y sus respectivas familias.
Ahora bien, si Iñaki se refiere a que son sus “hermanas en Cristo”, salvo que entienda que el Opus Dei es una orden religiosa, en cuyo caso, esas señoras son sus “hermanas en religión”, al estilo de las carmelitas o las clarisas o cualquier persona que haya hecho de la religión su propia profesión, su trabajo profesional, su profesión religiosa; salvo que entienda esto, que me imagino que no lo entiende, esas señoras del servicio doméstico de su casa son tan hermanas en Cristo como mi abuela, que era cristiana.
Quiero decir, que no son los miembros del Opus Dei más hermanos de los demás cristianos por pertenecer a una organización, sino por pertenecer a la Iglesia, que es la familia de Dios en la tierra, como nos recuerda Benedicto XVI en Deus Caritas Est.
Entonces, no tiene sentido que ande refiriéndose a las señoras del servicio doméstico como “mis hermanas”, pues ya se sabe que todos somos hermanos en Cristo. Si a pesar de ello se sigue refiriendo a ellas como “mis hermanas”, entonces ahí se empieza a percibir de nuevo la presencia de la secta, la organización excluyente que aplica términos equívocos para encerrarse en si misma de modo excluyente.
Iñaki no ha tenido valor para emplear la expresión completa con la que san Josemaría se refería a las numerarias auxiliares que forman el servicio doméstico de los centros del Opus Dei, pues san Josemaría decía de las numerarias auxiliares que son “la Virgen y vuestras hermanas”, de la misma manera que por activa y por pasiva, haciendo uso del título del primer libro de homilías de san Josemaría, siempre se dice en el Opus Dei que “nuestro Padre (o sea, san Josemaría) es para nosotros Cristo que pasa”. El mismo san Josemaría se refería a ese significado cuando al final de su vida decía a la gente del Opus Dei que le rodeaba que “Cristo está pasando muy cerca de vosotros, y no me refiero exclusivamente a su presencia en la Eucaristía”.
Como se puede ver, a la gente del Opus Dei, lo único que les falta es que se les aparezca toda la corte celestial revoloteando por las habitaciones de sus centros, porque quien les friega los suelos es la Santísima Virgen y cuando están delante del sagrario en oración, en el momento más inesperado puede salir por la puerta del mismo san Josemaría, con sotana y todo.
Y ay de quien no vea en san Josemaría alter Christus, ipse Christus o quien no perciba un aroma celestial tras los muros a 5000 kilómetros de distancia; quien no tenga estos modos de ver las cosas, es que tiene una “visión humana”, que no tiene “visión sobrenatural”; y sin visión sobrenatural no se puede “perseverar” en el Opus Dei. (Otra polisemia, porque de lo que hay que perseverar es de la vocación cristiana, de la fe en Cristo, no de pertenecer a una organización).
Podría decir muchas más cosas en este sentido. Todo ello responde a la idea de que “el primer proselitismo es con los que están dentro”. Si agresivo es el proselitismo de captación, esto es un juego de niños comparado con la presión, a todas horas, encaminada a impedir que los miembros puedan pensar algo que les pueda llevar a plantearse la salida. Estamos ante un planteamiento típicamente sectario.
Un numerario, en último término, es una buena cantidad de dinero. Cuando no hay caridad, a esto se reduce un numerario. Un numerario es un sueldo mensual entregado a la organización, aunque como hemos visto más atrás, esto es un fraude que ya está siendo descubierto, y en consecuencia, cada vez son más los numerarios que se están negando a entregar su sueldo a principio de mes.
Un numerario, además del dinero, es un “liberado sindical gratis”, esto es, que quizá no gane dinero, pero está dedicado todo el tiempo a la organización, y no cobra de ella.
El primer proselitismo es con los numerarios, evidentemente. Son los efectivos de ese “ejército en orden de batalla”. “Yo no he dudado nunca de mi vocación ni de la divinidad de mi vocación, y vosotros no debéis dudar nunca”. Esta expresión de san Josemaría es correcta entendiéndola referida a lo que de verdad es la vocación, esto es, la vocación cristiana. Sin embargo – otra vez la polisemia – en el Opus Dei siempre se refiere a la “vocación al Opus Dei”, lo cual ya explicamos hace semanas que es una falacia y que ha generado a no pocos, importantes problemas de conciencia. Que el vicario de Cristo haya hablado claramente en contra del proselitismo, es lo peor que le podía haber pasado al Opus Dei en un momento en el que, a pesar de seguir haciendo proselitismo, los resultados han caído en picado.
Hoy día pitan muy pocos numerarios; otros con años en la organización, la están abandonando; otros han entrado en la ancianidad, con pensiones exiguas; y por el otro extremo, no hay relevo generacional. El proselitismo de toda la vida no surte efecto. La campaña de los 500 lo puso de manifiesto. Y para colmo, el Papa empieza a hablar de “abuso de la conciencia”.
Mal panorama es ese, tanto a nivel de efectivos como de dinero, habida cuenta de que una de las fuentes mejores de financiación del Opus Dei son los sueldos de los numerarios.
Yo creo que esto ya se lo olía Ocáriz cuando escribió en el número 15 de su carta programática el 14 de febrero de 2017, lo siguiente:
“Para un mejor servicio de la Iglesia y una cuidadosa atención de las almas, el Congreso general ha indicado que se estudie, con imaginación creativa y flexibilidad, la mejor manera de impulsar y coordinar las labores apostólicas: por ejemplo, unificando en ocasiones algunos Centros del Opus Dei, para economizar energías y facilitar una vida en familia llena de alegría y cariño; o disponiendo de más puntos de apoyo, apeaderos convenientemente instalados y organizados de modo flexible, para impartir los medios de formación allí donde está la gente: en los centros neurálgicos de las ciudades, en zonas de fuerte densidad laboral, en polos de crecimiento urbano, en colegios y universidades, por ejemplo”.
¿Qué decía Ocáriz aquí con tanto circunloquio?
Muy sencillo: Que se iban a cerrar centros.
Y eso es exactamente lo que está empezando a suceder, comenzando por las grandes ciudades en las que hay muchos centros y todo pasa más desapercibido.
Yo me acuerdo que hace años, cuando en el Opus Dei había una clara expansión, por recomendación de san Josemaría, lo que se hacía era “DIVIDIR para lograr un mayor ambiente de familia”. Eso quería decir que había multitud. Si ahora lo que se hace es UNIFICAR CENTROS para lograr ese mismo ambiente familiar, lo que está sucediendo es que NO HAY GENTE, no hay suficientes numerarios, y esa “unificación” es un eufemismo que significa que se van a cerrar centros, mejor dicho, que ya se están cerrando.
Lo de los “apeaderos” va en el mismo sentido, pues en el Opus Dei entienden por apeaderos los locales donde se hace labor apostólica pero donde no viven numerarios. Podrá haber los apeaderos que les venga en gana, pero lo que indica si hay efectivos o no son los centros donde viven numerarios.
Desde que Ocáriz escribió estas líneas ya tengo noticia de bastantes centros de las dos secciones que han cerrado, tanto de gente joven (no hay reemplazo generacional), como de gente mayor, pues los centros de gente mayor están empezando a ser un verdadero problema de carácter geriátrico.
Otro pasaje de la carta de Ocáriz de 14 de febrero de 2017 en el que se delata de nuevo la situación de escasez de numerarios es este, en el número 23:
“En la labor de San Gabriel, conviene aumentar en varios lugares el número de Supernumerarios encargados de grupo, celadores, y quienes ejercen una dirección espiritual personal regular; apoyarse más en ellos para atender cursos de retiro; animarles a impulsar el apostolado en lugares donde aún no hay un Centro”.
El pasaje habla por si solo: Al no haber numerarios, hay que echar mano de los supernumerarios para absolutamente todo, hasta para la dirección espiritual obligatoria y para atender los ejercicios espirituales (en el Opus Dei son los únicos que en la Iglesia les llaman “cursos de retiro”).
Estos dos pasajes de la carta de Ocáriz de 14 de febrero de 2017 ponen en evidencia que al morir Javier Echevarría, en la dirección de la prelatura eran totalmente conscientes de la crisis que viven, a pesar de que, de cara a la galería, inflen las cifras de miembros que son, para que no parezca que van para abajo.
Por cierto, he dicho antes que los sueldos de los numerarios eran una buena parte de las entradas de dinero de la organización. Hay una entrada a la que no se presta mucha atención: Los estipendios.
Bien es sabido que san Josemaría dispuso que los sacerdotes del Opus Dei no cobrasen estipendios. Algo ha debido ocurrir en los últimos años, porque a la chita callando, los sacerdotes del Opus Dei, al menos en las iglesias que regentan, cobran, y bien, suculentos estipendios.
Concretamente, Torreciudad es un lugar desde el que se cobran cuantiosos estipendios de gente que pide prioridad en las celebraciones de misas a cambio de grandes donativos. Vaya, que imperceptiblemente se han situado muy cerca de aquellas cosas que pasaban en el Renacimiento y que tanto escandalizaron a Lutero y a muchos que no eran Lutero, cuando oían predicar que cada vez que una moneda caía en el cepillo, un alma salía del purgatorio…., mientras una serie de eclesiásticos se construían unos buenos palacios en Roma.
Hemos hablado del proselitismo hacia los de dentro. No hemos tocado un tema fundamental, pues los numerarios son la cantera del clero de la prelatura. Sobre la identidad de los sacerdotes numerarios hay algunos estudios en OpusLibros en donde se aborda sobre todo el “gato por liebre” que supone que a cualquier chico joven se le ilusione con hacerse del Opus Dei prometiéndole que el Opus Dei no saca a nadie de su sitio y que si sus estudios son, por ejemplo, de Derecho, el Opus Dei fomentará y apoyará esa orientación profesional que él ha elegido, etc.
Resulta cuanto menos desconcertante que quienes han emprendido un camino de santificación a través de su trabajo profesional, con clara manifestación de que la santidad no es cosa exclusiva de curas y monjas, a la vuelta de pocos años se hagan curas. Parece como si no estuvieran convencidos del carisma que han seguido o que fueran profesionales mediocres que, para empezar, apenas tienen ilusión por la propia profesión.
Como poco, parecen gente con pocas convicciones o con miedo al reto de poner a Jesucristo en la cumbre de su profesión laical.
Cuando un chico se hace seminarista diocesano o jesuita o dominico, sabe perfectamente a lo que va. Cuando un chico se hace numerario, nadie le dice que es un potencial sacerdote de la prelatura, sino que se va a santificar en la profesión civil que ha elegido. Al final termina siendo lo que nunca pensó ser, renegando de su profesión y de su condición de laico. Al menos esto es algo extraño.
Mi experiencia personal en ese sentido es que, estando en quinto curso de arquitectura, hice la incorporación jurídica definitiva con 24 años. Esa misma mañana fui a la delegación del Opus Dei de Madrid-oeste y estuve charlando un rato con Lorenzo Baur, entonces vocal de numerarios de dicha delegación. La conversación fue muy agradable. Yo estaba entusiasmado con mi incorporación.
En un momento de la conversación, en pleno entusiasmo mío, Lorenzo me preguntó si estaría dispuesto a ordenarme sacerdote más adelante. Me quedé interiormente muy sorprendido. Le contesté que no, porque yo me había hecho del Opus Dei para santificarme como arquitecto, no como cura, y no pensaba cambiar mi decisión en ese sentido porque me parecía que sería como tirar por tierra mi ilusión y mi reto de ser santo como laico.
Ante una respuesta tan clara, Lorenzo dio un viraje a la conversación y seguimos hablando de otros temas.
Muchas veces me ha venido a la memoria aquella conversación. Aprovechar un momento emocionalmente intenso para colar la idea del sacerdocio y utilizar esa emoción o esa ilusión para captar un sacerdote para la prelatura.
Más tarde he tenido ocasión de saber que en momentos en los que hacían falta más sacerdotes del Opus Dei, ha habido presiones sobre algunos numerarios para que se hicieran sacerdotes. Algunos de esos casos aparecen relatados en OpusLibros.
Mi experiencia personal es que a mí nunca me lo volvieron a plantear, quizá también porque verían que yo no daba el perfil de “cura-numerario”, en general muy entregado a la organización, con poca voluntad de tener personalidad o iniciativa propia, como se ve, por ejemplo, en los jesuitas o en otras órdenes de la Iglesia.
El cura numerario suele tener una personalidad un poco anulada, lo cual es muy útil a la organización; suele estar dispuesto a prescindir totalmente del trato con su familia si hace falta, llevar a cabo los encargos sin plantear incidencias, etc. En una palabra, “no da problemas”.
En definitiva, cumple lo que san Josemaría quería de ellos: “poner el corazón en el suelo para que los demás pisen blando”. Si los numerarios tienen “prohibido” pensar, los sacerdotes numerarios, más si cabe. En el Opus Dei, lo que interesa es gente que no piense, sino que sea dócil, “como el borrico de noria”. Ese es el perfil. Mejor la mediocridad que la potenciación de la personalidad, justo lo contrario de lo que se le dice al que está próximo a pedir la admisión en el Opus Dei. Evidentemente, una organización sectaria funciona mejor con gente dócil que con gente que piense, lo mismo que en un ejército, que sería un desastre si los soldados se pusieran a pensar.
Habiendo mencionado el tema de los sacerdotes de la prelatura, mutatis mutandis, podemos decir lo mismo de las numerarias que deciden pasar a trabajar en el servicio doméstico de los centros del Opus Dei. Es otra forma del proselitismo para adentro.
Un sacerdote numerario me dijo una vez que para ellas este cambio es como para los numerarios hacerse sacerdotes. Es tirar por tierra la propia profesión para dedicarse al servicio doméstico.
Por supuesto que me imagino que todo el mundo estima cualquier profesión, porque lo que da valor a cualquier trabajo es la dignidad de la persona que lo ejerce, y además, todo trabajo, por ser humano, es intelectual, porque supone aplicar la inteligencia, la iniciativa, la paciencia y una serie de virtudes propias del trabajo.
Dicho lo anterior, también convendrá conmigo cualquiera que, si las circunstancias llevan a alguien a ir hacia abajo económica o socialmente, a nadie se le han de caer los anillos trabajando en puestos de menor rango social, pues la vida supone adaptación, tanto para subir como para bajar. No pasa nada.
Ahora bien, lo que no cabe es que, bajo la milonga de que “la Administración son la Virgen, nuestras madres, nuestras hermanas”, una chica con un futuro profesional halagüeño para el que se ha preparado profesionalmente durante años en la universidad y en los primeros años de ejercicio profesional, se dedique de la noche a la mañana a fregar los suelos o lavarles los calzoncillos a los marqueses de Peralta que están a 5000 kilómetros de distancia.
En una familia, todos hacemos de todo, la comida, el lavado, el fregado, la bajada de la bolsa de basura, la compra en Mercadona, etc. Pero en esa “familia” tan extraña, que ni se ven ni se oyen ni se conocen ni se tratan (san Josemaría decía que para amarse hay que tratarse, pues eso), e incluso ni se aman (lo digo por experiencia propia), no parece lógico que haya chicas que den un viraje movidas por esa idea mística con tan poco fundamento cristiano.
Para colmo, debido a los palos judiciales que han recibido, pues la milonga de “la Virgen, nuestras madres, nuestras hermanas” parece que no ha convencido a los jueces, no ha habido más remedio que darlas de alta en la Seguridad Social y pagarles un sueldo, como a todo trabajador, y establecerles un horario de trabajo, unas prestaciones sociales, unos derechos de descanso, de vacaciones, etc. En una palabra, como cualquier trabajador de un país civilizado. Pero estando así las cosas ¿qué queda de esa familia? Mi madre no cobraba ningún sueldo por atendernos, ni cualquier familia se rige por los parámetros del derecho laboral. ¿Dónde está esa familia?
Al final, lo que les ha sucedido a esas chicas es que han pasado a ser trabajadoras por cuenta ajena de los marqueses de Peralta. Simplemente se ha operado en ellas un cambio de profesión: En vez de la que tenían, han pasado a formar parte del servicio doméstico de los marqueses de Peralta.
Quizá los del Opus Dei se pongan atacados al ver que empleo la expresión “servicio doméstico” para lo que ellos y nadie más en el mundo denomina “la Administración”. Les animo a que lean el punto 8.2 de los Estatutos: “Numerariae familiarem insuper administrationem seu domesticam curant habent ómnium Praelaturae Centrorum, in loco tamen penitus separato commorantes”.
Lo anterior, en cristiano, quiere decir: “Las numerarias, además, se encargan de la administración familiar o atención doméstica de todos los Centros de la Prelatura, pero viviendo en una zona totalmente separada”.
Es decir, se dedican al servicio doméstico al estilo del servicio doméstico antiguo o de la España de la postguerra, cuando el servicio doméstico vivía en una zona totalmente separada de la de los señores de la casa.
Habiendo tratado de algunos aspectos relacionados con el proselitismo del Opus Dei, mañana seguimos comentando la carta de 9 de enero de 2018.
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