El segundo párrafo del número 15 de la carta de Ocáriz contiene una expresión cínica más, claramente destinada a que sea leída con complacencia por el Papa en vísperas del sínodo de octubre sobre el discernimiento vocacional. Empieza así: "El respeto y defensa de la libertad de todos se manifiesta también ―si cabe, más especialmente― al plantear a una persona la posibilidad de la llamada de Dios a la Obra. Libertad para aconsejarse con quien quiera y, sobre todo, libertad plena en el discernimiento de la posible propia vocación y en la consiguiente decisión".
Una mentira más, pues aunque el prelado del Opus Dei manosee de nuevo la palabra "vocación", Dios no llama al Opus Dei a nadie. Dios, a lo que llama - ya lo hemos repetido varias veces - es a la santidad, y a todos. Y en Cristo. Dios no llama ni al Opus Dei, ni al Barcelona, ni al Atlético de Madrid, ni a ser arquitecto, ni a ser abogado, ni a nada. O mejor dicho, llama a todo, pues todo en la vida de cada persona es una conjunción de la providencia divina y de la libertad humana, de modo que Dios, o quiere o permite, cada una de las circunstancias de la vida de modo que son una oportunidad para la libertad.
Pero en modo alguno ha de entenderse hacerse de una organización mediante un contrato como una vocación, de modo que, no seguirla deba interpretarse como un desprecio a Dios, que es como lo plantean en el Opus Dei, como el suceso del joven rico del evangelio.
Además, nadie es quien para plantearle a nadie ningún camino personal. Eso es algo que debe partir del interesado, de modo que si este pide consejo a quien sea, se le da, pero nadie debe plantear a nadie ningún camino personal, de la misma manera que nadie plantea a nadie que salga con una chica o que se case con ella. Es una cuestión absolutamente personal en la que el respeto consiste en abstenerse en absoluto de intervenir para nada.
Por otra parte ¿no resulta extraño que el Opus Dei es la única realidad eclesial en la que curiosamente piden la admisión como célibes una serie de chicos de 14,5 años, que casualmente, la casi totalidad van por un club de niños y la mayoría van a los colegios controlados por el Opus Dei? ¿Qué coño se hace con esos niños en esos clubs y en esos colegios?
La verdad es que no lo se, pero sí puedo decir, por testimonio de un amigo mío, que en Pamplona, hace años - espero que estas prácticas ya no se den - el catedrático de fisiología Juan Jiménez Vargas, numerario del Opus Dei, sistemáticamente se negó a aprobar la asignatura a un alumno que había sido "hablado para pitar" y se resistía a ello porque entendía que no debía dar en conciencia ese paso. La presión llegó hasta el punto de que ese alumno tuvo que cambiarse de universidad, en donde no solo la fisiología, sino todo el resto de la carrera lo aprobó con un muy brillante expediente.
Es mentira lo que dice Ocáriz sobre el discernimiento. En el Opus Dei, cuando se le habla a alguien para pitar, se le aconseja que no busque consejo fuera de la institución, porque "seguramente no le sabrían aconsejar bien, al no conocer bien lo que es la vocación al Opus Dei". Incluso hemos visto hace días una cita de "Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer" en donde este desconfía de los propios padres de los chicos como consejeros del camino que estos quieran tomar.
Acto seguido,Ocáriz se detiene en una cita de san Josemaría al versículo de Lc 14, 23, en el que el Señor emplea la expresión "oblígales a entrar" en el contexto de una parábola, expresión que en el Opus Dei siempre se ha tomado en sentido prácticamente literal, pisoteando la conciencia y la libertad de los demás, en la actuación proselitista que llevan a cabo desde los comienzos.
La cita de san Josemaría es esta: "Porque es característica capital de nuestro espíritu el respeto a la libertad personal de todos, el compelle intrare, que habéis de vivir en el proselitismo, no es como un empujón material, sino la abundancia de luz, de doctrina; el estímulo espiritual de vuestra oración y de vuestro trabajo, que es testimonio auténtico de la doctrina; el cúmulo de sacrificios, que sabéis ofrecer; la sonrisa, que os viene a la boca, porque sois hijos de Dios: filiación, que os llena de una serena felicidad ―aunque en vuestra vida, a veces, no falten contradicciones―, que los demás ven y envidian. Añadid, a todo esto, vuestro garbo y vuestra simpatía humana, y tendremos el contenido del compelle intrare»".
Aparentemente esta cita se presenta como algo positivo y atrayente. Ahora bien, es importante fijarse en que el contenido de la misma es una continua referencia EXTERNA, desde fuera, que podrá ser atrayente, pero nunca podrá ser determinante de cara a un discernimiento interior, ya que este supone PONERSE CARA A CARA CON JESUCRISTO, dejando fuera todo el “ruido de fondo” que para san Josemaría es el “compelle intrare” y que no tiene nada que ver con el “compelle intrare” de Jesucristo, el cual, respeta tanto nuestra libertad que es capaz de preferirla aunque para ello deba soportar nuestros pecados. Mucho más, si de lo que se trata es de orientar el camino de la vida por una especialidad u otra del espíritu cristiano.
Una cosa es el marketing proselitista, que es lo que se practica en el Opus Dei, y otra bien distinta el respeto exquisito hacia la libertad que supone no inmiscuirse en las decisiones o el camino que cada cual quiera dar a su vida, y menos todavía aplicando en sentido reduccionista tal expresión del Señor, entendiéndola como “obligarles a entrar en el Opus Dei”.
Para un cristiano, el “compelle intrare” es precisamente “no intervenir en absoluto en la conciencia ajena”. Más todavía: Resulta absolutamente intolerable fundamentar esa injerencia en elementos externos a la conciencia, en aspectos superficiales, en el “garbo”, la “simpatía”, “la abundancia de doctrina” u otras virtualidades del “tratante” o “encomendante”, puesto que el Opus Dei es una “empresa sobrenatural” de “tratantes y encomendantes”, como muy bien sabe todo aquel que tenga contacto con gente del Opus Dei, principalmente numerarios, que son “unos tratantes y encomendantes que te apostolan”, como decía hace años un amigo mío.
El número 16 de la carta de Ocáriz es un canto sublime a la libertad, digno de cualquier orador sagrado especialista en hablar, hablar y hablar. Lástima que la libertad sea más bien un tema para vivir. A estas alturas, la credibilidad de Ocáriz no es mayor que la que pueda tener una alcahueta hablando de castidad, la que pueda tener un trilero hablando de honradez en los negocios o la veracidad que pudiera haber en el patio de Monipodio.
Ocáriz: Guárdate los panegíricos hacia la libertad donde te quepan. Vete con el cuento a otra parte.
En OpusLibros hay una nota copiada de “un vicario regional a los delegados del apostolado y proselitismo con gente joven” Este vicario se llama “Ramón” (¿quién coño será?). En dicha nota, de 1995, se advierte claramente cómo se entiende en el Opus Dei el “compelle intrare”. ( http://www.opuslibros.org/html/500_vocaciones.htm ).La nota dice así (advierto, es algo ñoña):
“Antes de que salgas para Colonia quiero hacerte llegar estas líneas para que sepas que os acompañamos con mucha oración y penitencia para que sean abundantes los frutos en el viaje, allí en Colonia y al regreso.
El Padre nos ha pedido que recemos mucho por los frutos de la JMJ, con lo que es seguro que toda la Delegación se volcará y os acompañará muy unidos al Padre, viviendo todos así un verdadero compelle intrare.
Es importantísimo que todos los de Casa tengan muy claro, cada día -añadiría aún más: cada mañana y cada tarde- sus objetivos de apostolado personal con los chicos que van.
Una especialísima atención requerirán aquellos que den esperanza de vocación: los que puedan pedir la Admisión allí y todos a los que se les puede plantear -con hondura- la entrega.
Encomendamos de modo particular las vocaciones. Podemos dar un salto de las 500. En resumen, es ésta, una vez más, una carta pidiendo cartas.
Un abrazo muy fuerte, Ramón”.
Ya se ve que para los del Opus Dei, el compelle intrare es “compelle intrare en el Opus Dei”; lo que interesa son las “cartas” (se refiere a las cartas de petición de admisión en el Opus Dei).
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