Todos los pronósticos estaban en su contra para continuar vivo en la Champions: un equipo aparentemente sin tanto potencial como otros años, un empate en casa en el partido de ida, y la necesidad de ganar –o de igualar a más de 29 goles- en la cancha de uno de los bloques de reciente pujanza en Europa como el Füchse de Berlín.
Era difícil, pues, pensar que un bloque que tiene la Liga Asobal prácticamente perdida, y que solventó el pase en su grupo europeo con más pena que gloria fuese capaz de hacer la machada en la capital germana; pero el Balonmano Atlético de Madrid, actualmente subcampeón de Europa, se sobrepuso a todas las adversidades para acabar consiguiendo el épico triunfo por 26-27 que le coloca, un año más, en cuartos de final, a las puertas de una nueva “Final Four”. Puede decirse, sin temor a incurrir en equivocación alguna, que el club colchonero sacó ayer a la luz el gen de campeón de su predecesor, el BM Ciudad Real.
Y es que desde este espacio quiero reivindicar –creo que es de justicia- lo que hizo este histórico miembro del balonmano nacional con el que Domingo Díaz de Mera puso en el mapa deportivo mundial a la ciudad manchega, para terminar quitándoles lamentablemente el caramelo de la boca a los ciudarrealeños hace dos años al llevarse el equipo a Madrid, según el empresario manchego por falta de patrocinadores.
Un conjunto que, en la primera década del siglo XXI, se llegó a convertir en el mejor del mundo al ganar, entre otras cosas, cinco ligas y tres Champions entre 2004 y 2011. Un bloque, el dirigido por el gran genio Talant Dujshebaev, capaz de proclamarse campeón de Europa en la cancha del Kiel tras haber perdido el partido de ida de la final de 2008; y capaz de repetir título un año más tarde remontando nueve goles al mismo rival –cinco de la ida y cuatro provisionales en la vuelta- en apenas veinte minutos. Ahí es nada.
No parece que le esté saliendo al propio Díaz de Mera todo lo bien que hubiese querido el traslado de su estructura deportiva a la capital de España, refundada bajo el nombre de Club Balonmano Neptuno, a pesar de la providencial acudida como sponsor de la entidad de la ribera del Manzanares.
Después de una primera temporada excepcional, con los títulos de la Supercopa de España y de la Copa del Rey, y con los subcampeonatos europeo y de liga –en ambas competiciones estuvo peleando hasta el último minuto-, la crisis económica general que está viviendo el país en general y el balonmano en particular le ha hecho perder fuerza con las bajas, entre otros, de “la Roca” Dinart, “Super Ratón” Abalo y tres recientes campeones mundiales con España como Sterbik, Alberto Entrerríos e Isaías Guardiola. Incluso el propio Dujshebaev no tiene segura su continuidad al frente de la nave. Y ello se está notando sobre la pista: a cinco puntos del Barça en la Liga Asobal, y solamente tercero del grupo B de la Champions, tras Veszprem y Kiel.
Pero ayer, después de un gran trabajo colectivo liderado y culminado por dos de la vieja guardia como “Kiro” Lazarov –decisivo golazo el suyo- y el recuperado “Jota” Hombrados -a este hombre se le debería hacer un monumento-, el Atlético se ganó por derecho propio seguir en la puja por ser campeón de Europa y conseguir lo que a la desaparecida sección oficial del club se le negó en 1985. Y, pese a la teórica superioridad de varios de sus rivales –empezando por el Barça Intersport y el Kiel- no sería de extrañar que lo terminara logrando, porque este equipo continúa gozando del ADN ganador del grandísimo Balonmano Ciudad Real.
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