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La resurrección de la última gran diva de la gimnasia

La rusa Aliya Mustafina, reciente campeona de Europa de artística, cada vez más cerca tras su lesión de recobrar su nivel de 2010
Victor Diaz
lunes, 22 de abril de 2013, 19:26 h (CET)
Hablar de gimnasia artística –una de las tres grandes “patas” del deporte olímpico- es hablar, por ejemplo, de Rumanía –fundamentalmente desde la época de Nadia Comaneci-; de Japón –éstos bastante más en chicos que en chicas-; o, desde hace algo más de un par de décadas, de China y Estados Unidos. Pero, sobre todo, es hacerlo de la gran tradición de la antigua Unión Soviética y sus repúblicas herederas. 

Un modelo que ha dado -y que sigue proporcionando- multitud de magníficos gimnastas en ambas categorías, y una buena cantidad de grandes campeones, que lo son no ya por sus resultados en la pista, sino casi más aún por el carisma que desprenden y la personalidad de la que hacen gala. Y entre las féminas, el último ejemplo hasta la fecha es el de la rusa Aliya Mustafina –léase con el acento en la primera “a”-, heredera de las Larisa Latynina, Olga Korbut, Svetlana Boguinskaia o Svetlana Khorkina. 

Sé que es un poco injusto no haber citado en este selecto grupo a Ludmila Turishcheva, Elena Shushunova, Tatiana Gutsu o Lilia Podkopayeva –gimnasta ucraniana, campeona mundial y olímpica, que me encantaba una barbaridad-, todas ellas incluso más campeonas aún en lo deportivo que algunas de las antes mencionadas; pido perdón de antemano a quien difiera de mis particulares opiniones. Con Mustafina no sólo cabe hablar de calidad gimnástica, personalidad y carisma; sino también del enorme mérito que supone haber sido capaz de volver a la élite después de una grave lesión de varios meses, sufrida hace justamente dos años.

Una rodilla destrozada en el Campeonato de Europa de Berlín 2011 después de la ejecución de un Amanar –salto tremendamente complicado que recibe el nombre de su creadora, la gran ex gimnasta rumana Simona Amanar-, que parecía que iba a acabar con la carrera de quien, un año antes, había llegado como una bocanada de aire fresco al panorama internacional de una especialidad que, desde el radical cambio en el sistema de puntuación en 2006, cada vez corría más riesgo de perder en la práctica su “apellido” de artística. 

Irrupción estelar

En 2010, con sólo 16 años, Mustafina no sólo se hizo brillantemente con el título individual en los Mundiales de Rotterdam, sino que fue la gran artífice del primer oro universal femenino por equipos en la historia de Rusia como país independiente de la URSS. El éxito llegó con un trabajo que, sin ser perfecto, estaba dominado por la expresividad gimnástica y por la seguridad en su ejecución, fruto de una fuerza mental que hoy en día mantiene al 100%. 

Todo corrió el riesgo de terminarse para ella en la capital alemana aquel fatídico día de abril de 2011, ya que si un ligamento roto es fastidioso en cualquier deporte, en la gimnasia lo es todavía más. Pero en los JJOO de Londres, sin ser la gran estrella de la competición sí que logró convertirse en la gimnasta más laureada con cuatro medallas, entre ellas el oro en paralelas asimétricas y el bronce en el concurso individual. 

Y el pasado viernes, en los Europeos celebrados en la capital de su propio país, Mustafina dio un paso más hacia su completa resurrección deportiva dominando la final por delante de la rumana Larisa Iordache, y la también rusa Anastasia Grishina. Cierto es que, lógicamente, no había estadounidenses ni chinas de por medio, ni tampoco algunas gimnastas continentales como su compatriota Viktoria Komova, actual subcampeona mundial y olímpica, pero no hay que restarle mérito alguno.

Madurez... con el Mundial en lontananza

Desde su reaparición, parece que Aliya está tomando ciertas precauciones a la hora de incluir dificultades sobre todo en suelo y en sus saltos -algo lógico, creo yo-, lo que no merma en exceso la vistosidad de sus composiciones. Y también parece haber dominado definitivamente el tremendo genio que provocaba que su condición real de diva de la gimnasia –porque lo es- se extendiera también hacia el sentido peyorativo y negativo del término. En definitiva, da la sensación de ser una deportista mucho más madura.

Si las cosas no se le vuelven a torcer, todo ello debería llevarle, a sus casi 19 años, a recuperar definitivamente su estatus en los próximos campeonatos del mundo, que tendrán lugar entre el 30 de septiembre y el 6 de octubre del presente año en Amberes (Bélgica). O, como mínimo, a pelear hasta el último elemento del último ejercicio por la medalla de oro del concurso individual.

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