Dicen que cuando el mal resurge de sus cenizas ya nada lo detiene, por lo que los detractores y enemigos del ex presidente paraguayo Nicanor Duarte Frutos deberían estar en alerta.
El presidente electo de Paraguay, Horacio Cartes, ha anunciado que Nicanor se encuentra hoy en su entorno como uno de los más influyentes colaboradores, con lo cual prácticamente ha dado una bofetada a los Señores de la Prensa en Paraguay.
Quienes se atribuyen la propiedad del discurso hegemónico y del pensamiento dominante, declararon una guerra sin cuartel a Duarte Frutos cuando éste exteriorizó sus simpatías por el proyecto bolivariano de Hugo Chávez, años atrás. Desesperados por el giro que podría tomar el Paraguay, los personeros del poder mediático buscaron un sucedáneo que pudieran manejar como marioneta, y lo encontraron en el presionable, claudicante y pusilánime Fernando Lugo.
Cuando notaron que su improvisación estaba teniendo resultados funestos para el pais, decidieron apoyar la destitución de su engendro. Hoy sabemos que el 85 por ciento de los votos durante las últimas elecciones paraguayas corresponden a partidos que apoyaron la destitución de Lugo, es decir, de grupos “golpistas”.
Las fricciones entre Nicanor y los propietarios de medios se hicieron evidentes durante la campaña electoral que terminó en abril del 2008, con un intercambio recíproco de crudas recriminaciones. El verdadero trasfondo de tales cruces verbales era la filiación de Nicanor por el proceso de cambios bolivarianos que se operaban en América Latina.
Duarte Frutos era partidario de la aceptación de Venezuela en el Mercosur, por lo cual había firmado ya en julio de 2006 un documento que estipulaba su inclusión, junto con Nestor Kirchner, de Argentina; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; y Tabaré Vázquez, de Uruguay, y la firma del mismo Chávez.
Duarte Frutos también había impulsado una revisión ideológica dentro del Partido Colorado, y había logrado introducirlo en su originaria matriz socialista.
Estas tendencias despertaron recelos en la oligarquía paraguaya, la cual impulsó la candidatura del obispo Fernando Lugo, confiando en que lo manejaría como a una marioneta y por su intermedio, lograría sabotear la integración regional. El objetivo se cumplió por un lapso, pero luego el sucedáneo acabó destituido a través de un juicio político que los países de la UNASUR tildaron de “golpe de estado”. Esta calificación permitió marginar al Paraguay del Mercosur y admitir a Venezuela, circunstancia que dejó a la ultraderecha paraguaya en el más completo ridículo.
A partir de entonces, los políticos paraguayos dan por aprendida la lección y miran con recelos los libretos contra el Mercosur y el chavismo. Está claro que ya nadie piensa en abandonar la integración.
Todos los candidatos a la presidencia del país durante la reciente campaña, inclusive los más conservadores, anunciaron durante el proselitismo que se esforzarían por volver al bloque regional, del cual el país fue marginado de manera humillante debido a las posiciones que promovían los poderes mediáticos, y que algunos actores políticos asumieron para complacer a éste y ganar espacio.
Las circunstancias políticas llevaron a los países del Mercosur a suspender al Paraguay en junio del año pasado, usando como pretexto el impeachment que destituyó a Fernando Lugo, logrando por esa vía el anhelado objetivo de introducir a Venezuela en el bloque regional. La maniobra dejó en “off side” a toda la retardataria prensa hegemónica paraguaya, la misma que había vilipendiado a Duarte Frutos por defender las posiciones que hoy son aceptadas de manera generalizada como las mas sensatas. Al verse perdidos y sin respaldo exterior, los dueños del poder mediático debieron declarar caduco su discurso al instante.
Los medios opositores a Duarte Frutos impulsaban una franca hostilidad contra los demás gobiernos de la región, y sobre todo, contra los del bloque bolivariano. Con una retórica anticomunista cargada de rémoras de la guerra fría, también procuraban el alejamiento del Paraguay de los gobiernos de la región. En medio de este desfasado delirio, llegaron a reflotar la vieja teoría de acercamiento a los intereses imperialistas, heredada del fascismo preventivo que impulsó Estados Unidos en tiempos de la Doctrina de la Seguridad Hemisférica, luego devenida en Doctrina de la Seguridad Nacional y Plan Cóndor.
Los editoriales de los principales diarios, cuyas opiniones hacen suya en Paraguay los políticos que necesitan destaque en la prensa, fueron determinantes para llevar a la clase política paraguaya al aislamiento en que a mediados del año pasado se encontró en Sudamérica. Ni siquiera los gobiernos de Colombia y Chile, que comparten la filiación derechista y su trasnochada simpatía por el imperialismo, manifestaron gestos fraternos cuando el país fue excluido de la UNASUR.
El triunfo final de Duarte Frutos es aún más completo por cuanto lo encuentra como uno de los principales asesores ideológicos y colaboradores del nuevo gobierno, que asumirá en agosto próximo. La derrota del “anti-bolivarianismo” en el Paraguay no puede ser más completa, aunque los mismos derrotados pretendan disimularla declarando ausente a esta vasta área de la nueva realidad.
Decía Kafka que hay un punto en el cual no hay retorno, y ese es el punto a alcanzar. Con la completa derrota de los retardatarios paraguayos, la integración regional parece haber llegado hasta allí.
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