El alarmante descenso demográfico en España, causado en gran medida por la crisis, no lo quieren paliar nuestros gobernantes debido a la postura de un Gobierno más interesado en la reducción del déficit que en la creación de empleo. Este retroceso puede ser a medio plazo irreparable al no cejar en la profundización de medidas restrictivas enfocadas solamente en la merma del poder adquisitivo y derechos fundamentales del Bienestar social de los ciudadanos. Este hecho además nos está llevando a una desigualdad con nuestro entorno bajando un escalón como país desarrollado, como nos califican las agencias, al utilizar términos econométricos que tanto les gusta mirar a nuestros próceres, pero que no saben como funcionan.
El eufemismo de “la movilidad exterior”, como trata nuestra ministra a la emigración forzosa a la que se ven abocado nuestros jóvenes, entre ellos muchos muy bien preparados, algunos con premios internacionales, a quienes este gobierno los consideran insuficientes para poder investigar en España. En este sentido el nivel de conocimiento para acceder al mercado laboral debe ser del 12 sobre 10, o tener padrino cercano a su ideología, como la propia ministra que no se la conoce oficio, en política desde los 23 años.
La realidad es que 5.000 jóvenes anuales se marchan, como si fuesen ganado, al nuevo Reich alemán. A esto hay que unir la “movilidad exterior” de ATS, médicos…, que por su excelente preparación son reclamados en países árabes y europeos faltos de personal en sus hospitales.
Son jóvenes que en su gran mayoría no volverán o lo harán dentro de bastantes años, posiblemente procreando en el extranjero, haciendo que el índice de fecundidad descienda alarmantemente al no regenerarse nuestra población, base del mantenimiento de la Nación mediante unos impuestos claves para mantener el poco Estado de Bienestar que están dejando o las pensiones futuras, no solo las nuestras, si no de los que retornarán al cabo de los años.
No se puede negar que este gobierno nos está desmarcando de los países desarrollados sumergiéndonos en un retroceso de varias décadas por la gran influencia de la Conferencia Episcopal, cuyo poder ha llevado a la nueva ley contra el aborto, las críticas al uso de métodos anticonceptivos o su limitada información acerca del abandono de los programas de planificación familiar que pasan a ser privatizados. Ya sólo les queda hacer un poco más de presión para limitar o prohibir los divorcios.
Volverá el “ahí te quedas” o “voy a por tabaco”, porque los cuerpos necesitan desahogos y alegrías, mientras que aumentará al abandono de hijos no deseados. Todo muy bien elaborado con unas medidas restrictivas que proveerán a empresas especializadas en adopciones.
Todas estas acciones del gobierno y sus confesores, están coartando nuestra libertad individual y la igualdad de géneros. Abandonando la política de las dos libertades del mundo desarrollado para la fecundidad, que consiste en: si se desea controlar, aborto legalizado y planificación familiar, si deseas aumentar la descendencia, ayudas públicas (prestación económica y social, desgravaciones y políticas de conciliación).
Pero este gobierno solo está para beneficiar a unos pocos en detrimento del resto. Y cuando nuestro índice de fecundidad está a la cola del mundo con 1,03 hijos por mujer, ni siquiera en el umbral de renovación generacional y muy por detrás de los países del norte de Europa que tienen una política natalista real. Aquí pretenden que vuelva aquello de, “la mujer en casa y con la pata quebrada” solo para procrear y atender a su “hombre”, destruyendo las ayudas a maltratadas, reduciendo las casas de encuentro y entregando las existentes a la orden religiosa de los legionarios de Cristo.
Con este gobierno no sé dónde vamos, solo sé que estamos en camino.
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