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Héroe paraguayo en la Guerra Civil Española

Milicianos paraguayos acudieron para defender a la república española en filas de las Brigadas Internacionales, pero no todos regresaron
Luis Agüero Wagner
viernes, 7 de junio de 2013, 06:58 h (CET)
El 18 de julio de 1936 el caudillo de España por la gracia de Dios Francisco Franco Bahamonde se levantaba en armas contra el gobierno republicano de España, desde su base en Marruecos. Franco no estaba solo en su trágica aventura: Hitler había puesto a su disposición las más modernas y letales armas de sus arsenales de guerra, incluyendo su demoledora aviación.

Aeronaves “Messerschmitt” debutan en la provincia de Viscaya con un demencial bombardeo que reduce a escombros el poblado de Guernica. La escenificación alegórica de esta brutal demostración de fuerza nazifascista se convertirá en ícono de las artes plásticas del siglo XX.

Representantes de todos los pueblos del mundo, intelectuales y artistas claman por una coalición de fuerzas democráticas para contener a la agresión Nazi-Fascista. El inglés Tom Winttingham, el francés Maurice Thorez y representantes de todos los países del mundo se reúnen en Praga y patrocinan la creación de las Brigadas Internacionales con centro de reclutamiento en Paris.

“Si hay en España un árbol teñido de sangre, es el árbol de la libertad. Si hay en España una boca parlera, ella habla de libertad” escribe Paúl Eluard describiendo el ánimo que envuelve a la considerada primera batalla de la Segunda Guerra Mundial.

Resistencia española
El “No Pasarán”, la consigna de los republicanos de Madrid, enardece a los antifascistas de todo el mundo cuando el 7 de noviembre de 1936, en el primer combate de las Brigadas Internacionales, son rechazadas las fuerzas alzadas contra la república. Pocas horas antes Hitler y Mussolini habían reconocido al gobierno del caudillo convencidos de su rápida y fulminante victoria militar.

Mientras se lucha en España, la revolución paraguaya de febrero cae traicionada por los jefes militares comprometidos con el “Frente de Guerra”. Se trata de los mismos oficiales simpatizantes del Nazi-fascismo que se encuentran implicados en el asesinato en Paraguay del joven periodista argentino Humberto Solaro, miembro de la Federación de organizaciones de ayuda a la república española.

El gobierno paraguayo de Félix Paiva, dominado por estos militares, inaugura el régimen de estado terrorista con el asesinato del estudiante Félix Agüero, pero no puede evitar que paraguayos viajen a España para defender la República. El primer contingente de voluntarios paraguayos está integrado por Perfecto Ibarra, Facundo Duarte, Emiliano Paiva, Jose Delgado, Vicente Durá, Tomás Vera, Víctor Martínez y Aparicio Gutiérrez.

Rafael Alberti escribe: “Con las mismas raíces que tienen un mismo sueño, sencillamente anónimos y hablando habéis venido. No conocéis siquiera el olor de los muros que vuestro infranqueable compromiso amuralla. La tierra que os entierra la defendéis seguros, a tiros con la muerte vestida de batalla”.

Miliciano guaraní
En setiembre de 1937, Aparicio Gutiérrez es asimilado a la 12 División del V Cuerpo de Ejército, bajo el mando de Líster. Lo cantaba el poeta: “Venís de muy lejos, mas esta lejanía…¿qué es para vuestra sangre, que canta sin fronteras?”...

En diciembre, tras participar de la ocupación de Teruel con las tropas republicanas, Aparicio escribe: “Teruel ya es casi nuestra, de la república. Un núcleo de fascistas resisten aún en el Seminario de la ciudad, pero ya no podrán sostenerse por mucho tiempo”.

“Las unidades de mi división marchaban hacia sus objetivos cantando, como si fuera que iban de romería. Es algo emocionante e inolvidable este mi debut. Es hermoso luchar contra el fascismo”.

Desde las trincheras de la república española, Aparicio y sus compañeros vuelven la mirada al Paraguay para enviar un mensaje a la Asociación Nacional de Ex combatientes de la Guerra del Chaco:

“Camaradas ex combatientes, desde todos los frentes de la España inmortal e indómita, desde las filas compactas y disciplinadas de su Ejército Popular al que pertenecemos, a mucha honra, os enviamos con el puño en alto nuestro cálido saludo antifascista y os exhortamos a seguir luchando por la liberación de nuestra patria de la opresión extranjera siguiendo la ruta emprendida el 17 de febrero. ¡Sólo así habremos de reconstruir en tiempo no lejano la patria libre y grande de los López! Frente Leal de España, noviembre de 1937”.

En el Frente de Aragón
El 25 de julio de 1938 comienza la batalla del río Ebro, después de las ofensivas fascistas de Aragón y de Levante, en que el ejército republicano se ve obligado a trasponer el río hacia la margen izquierda. El objetivo republicano era contener la ofensiva fascista en pleno desarrollo, que se encontraba amenazando Valencia. Aparicio combate en la descomunal batalla en la que participan medio millón de hombres de ambos bandos. En la tormentosa puja, las sierras de Pandolls y Caballs cambian de manos decenas de veces.

Aparicio, que en el Frente del Ebro ha conocido la deslumbrante Tauromaquia y el ritmo vivo e impetuoso de las jotas aragonesas, siente en su pecho el llamado de la tierra. El presidente Negrín profetiza: “España no olvidará a los que cayeron en nuestros campos de batalla ni a los que aún luchan; pero no creo equivocadamente si digo que sus propios países se sentirán orgullosos de ellos, lo que será la más alta recompensa moral que puedan recibir”.

La muerte vestida de batalla
Es tal la inmensidad de la batalla del Ebro que en un solo día, el 31 de julio de 1938 entraron en acción 200 aviones de bombardeo y 90 cazas. Aparicio Gutiérrez parece oír el llamado: “¡Quedad! Que así lo quieren los árboles, los llanos, las mínimas partículas de la luz que reanima un solo sentimiento que el mar sacude: ¡Hermanos! Madrid con vuestro nombre se agranda y se ilumina!”.

En medio del combate en el que hace derroche de coraje, tendido en la tierra que defiende una bomba de aviación o granada de artillería lo entierran y desentierran, hasta que un estallido demasiado próximo lo lleva al confín de su destino. Alberti dirá: “La necesaria muerte os nombra cada día, no importa en qué ciudades, campos o carreteras”.

Con la tierra de España como sudario, había pasado a la historia como soldado de la redención humana. Vicente Lamas lo dirá en sus versos: “Miliciano guaraní, miliciano de la raza: has saldado tu la deuda que debíamos a España; Don Quijote no está solo en los campos de la Mancha”.

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