Podría comenzar este artículo diciendo que Rafa Nadal sigue sorprendiéndonos cada vez que salta a una pista; pero no sería cierto porque, con el paso de los años, me ha dado tiempo suficiente como para aprender que de este fenómeno del tenis cabe esperarse cualquier cosa.
Por eso uno, en el fondo, recibe con la serenidad del que se lo ve venir cifras tan asombrosas como las que le siguen a un nuevo éxito en Roland Garros -la tierra batida cada vez más española que parisina-, el 12º de su carrera en torneos del Grand Slam que le coloca, junto a Roy Emerson, en el tercer lugar de la clasificación histórica, sólo por detrás de los 17 de Roger Federer y de los 14 de Pete Sampras.
A saber: 1) Octavo título en un mismo grande, récord absoluto. El máximo eran siete, como los Wimbledon de Federer y Sampras aunque el suizo tiene la oportunidad de igualarlo. 2) Nueve años seguidos ganando alguno de éstos, entre 2005 y 2013. Récord absoluto, superando los ocho de Federer y Sampras. En 2009, cuando Rafa “falló” en París por culpa de Soderling y de la tendinitis, ya tenía en su poder el Open de Australia. 3) 59 partidos vencidos en Roland Garros sobre sesenta disputados. Récord absoluto, huelga decirlo.
Paradójicamente Nadal ha perdido hoy un puesto en el ranking de la ATP, pasando de cuarto a quinto, consecuencia de estar defendiendo los puntos del título de 2012. La distancia con el número uno aún es muy grande, cinco mil puntos; pero hay que mirar más allá. A partir de ahora, salvo los 45 de la segunda ronda de Wimbledon 2012, Rafa no tiene nada que defender, porque desde su derrota contra Rosol no jugó un solo partido más hasta principios de año.
Es decir, que si su rodilla le respeta, nuestro campeonísimo va a sumar a buen seguro una enorme cantidad de puntos de aquí a final de año, mientras que sus rivales tienen bastante que defender. Si él no tiene problemas físicos –hay que ir con mucha cautela con esto-, veremos quién encabeza el tenis mundial cuando acabe la Copa Masters.
Deportista con mayúsculas
Pero la grandeza de Nadal sobrepasa su capacidad para triturar estadísticas. Sólo los más grandes son capaces de resurgir de sus cenizas, cual Ave Fénix, como lo ha hecho él tras los fatídicos siete meses en el dique seco. Y luego están los valores, como la capacidad constante de superación, el respeto al adversario –ganar sin hacer payasadas ni trucos, como sí hacen otros- o no darse por vencido jamás, como lo dejó patente en la histórica semifinal contra Djokovic.
Llegará un momento en el que todo esto se acabará. Esta mañana, en una conocida radio deportiva, le preguntaron a todo un mito del tenis español como Andrés Gimeno si ve a Rafa, que ahora mismo cuenta con 27 años, ganando Roland Garros a los 34 –Gimeno lo hizo en 1972-; y su respuesta fue que no, que la exigencia física del tenis actual hace casi imposible que se llegue a tal hazaña. Es así, guste o no. Pero, mientras tanto, sigamos disfrutando con las gestas del que ya es, con el permiso de Su Excelencia don Miguel Indurain, el deportista más grande que jamás haya parido este país llamado España.
P.D: Me quito el sombrero ante David Ferrer, porque su evolución en las últimas temporadas –a sus 31 años es como los buenos vinos, mejorando cada vez más con el paso del tiempo- es tan meritoria o más que la “resurrección” de Nadal. Es probable que el alicantino se retire, cuando lo decida, sin tener un Grand Slam en su palmarés, pero él no tiene la culpa de haber nacido en la misma época que tres superclases como Federer –el mejor Roger-, Djokovic y su gran amigo de Manacor. Ojalá me equivoque y el tenis pueda llegar a compensarle, porque se lo merece de veras.
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