En el transcurso de una velada literaria celebrada la noche del pasado viernes en el marco de los jardines del Real Alcázar de Sevilla, se falló, un año más, la nueva edición de los Premios Ateneo de Sevilla y Ateneo de Sevilla Joven, ambos en la modalidad de novela. En esta ocasión, el XLV Premio Ateneo fue para la obra ‘El infierno de Dante’ del escritor Lorenzo Luengo (Madrid, 1974) y el XVIII Premio Ateneo Joven para la novela ‘Ajedrez para un detective novato’ del escritor Juan Soto Ivars (Águilas, 1985). Ambas obras discurren en un entorno contemporáneo. La primera de ellas trata de un desdoblamiento de personalidad, mientras que la segunda se centra en el análisis satírico de la actualidad, vestido con aditamentos propios del género negro.
Lorenzo Luengo recibiendo el galardón.
A la presente edición han concurrido un total de 270 obras, de las que 53 optaban al Premio Ateneo Joven, lo que significa un incremento del veinte por ciento sobre el número de originales presentados a la convocatoria del año anterior. Los manuscritos proceden de todo el territorio español y de otros doce países de habla castellana. En la Península Ibérica, las ciudades que más originales han aportado han sido Madrid, Sevilla y Valencia.
El jurado del certamen estuvo integrado por Alberto Máximo Pérez Calero, Presidente del Ateneo de Sevilla, Miguel Cruz Giráldez, José Domínguez León, Fernando Marías, María A. Prior Venegas, Miguel Ángel Matellanes y Luis del Val. Como en años anteriores, las novelas serán publicadas posteriormente por Algaida Editores.
A la conclusión del acto de proclamación de vencedores y entrega de los correspondientes galardones, se procedió a la acostumbrada rueda de prensa celebrada en una sala del propio edificio del Real Alcázar. En ella Lorenzo Luengo manifestó que su estilo, desde que obtuvo en el año 2009 el Premio Ateneo Joven, había madurado y que la novela ganadora era más redonda que la anterior. “Me ha costado mucho escribirla porque el protagonista sufre un desdoblamiento de personalidad y no sabe quién es en realidad”. Este desdoblamiento le ha supuesto a Luengo un esfuerzo considerable, un reto complicado. “Literariamente, escribir esta novela ha sido difícil porque cuando tienes un estilo muy marcado has de rebajarlo para alcanzar el tono de un personaje que no eres tú”.
El autor madrileño se declaró escritor de brújula. “Nunca empiezo una novela sin saber a dónde va a ir a parar. Durante la escritura puedo añadir algunos detalles pero siempre teniendo bien clara la meta final”. A lo largo de su carrera literaria, Lorenzo Luengo ha concursado en numerosas ocasiones y con gran éxito. “Procedo de la más baja estofa del escalafón del escritor que es el del concursero. Empecé muy joven a concursar y a ganar, pero en mi caso los premios me permitían continuar con la escritura. Algunos ven esto como una especie de prostitución, pero para mí únicamente era la forma de mantenerme y seguir escribiendo”. ‘El infierno de Dante’ es una obra muy trabajada y en la que ha invertido mucho tiempo. “Me ha costado terminarla nueve años y, como no tienes la certeza de que algún editor, a pesar del esfuerzo que ha supuesto para ti, vaya a editarla, la envié a concursar. En España, no hay muchos canales alternativos para publicar, cosa que sí ocurre en otros países en los que es posible hacerlo en revistas y ganar dinero con tu trabajo”. Para terminar, Luengo explicó que la novela “se ubica en un lugar ignoto de Estados Unidos, pero también en ciudades como Londres y Berlín”.
Juan Soto se lleva el Premio Ateneo Joven.
Por su parte, el ganador del Premio Ateneo Joven, Juan Soto Ivars, analizó su obra premiada diciendo que “hablo del momento presente pero de un modo muy deformado, tomándome muchísimas licencias. Escribir sobre la actualidad, siempre que no cuentes lo mismo que dicen los periódicos, es muy interesante”. Soto comparó la técnica con la que ha escrito ‘Ajedrez para un detective novato’ con la utilizada por Valle-Inclán a comienzos del siglo pasado. “Valle-Inclán pudo analizar la realidad que vivía a través del esperpento, una deformación satírica que le permitió tomar la suficiente perspectiva para hacerlo. Otro autor, Jardiel Poncela, también destrozó y deformó la realidad para escribir sobre ella”. Al igual que Lorenzo Luengo, en su proceso de escritura Juan Soto conoce de antemano a dónde quiere ir a parar. “Tenía claras solo las treinta primeras páginas de las doscientas que componen la novela, pero sabía a donde pretendía llegar. A veces, cuando escribes, pareces un médium que recibe cosas sin saber muy bien de dónde proceden y que se limita a transcribirlas”. El escenario que ha escogido para su novela es “una ciudad desconocida, que mezcla aspectos de Madrid y Barcelona”.
Por último, el director de la editorial Algaida, Miguel Ángel Matellanes, manifestó que “el premio lo han ganado dos escritores, algo valioso si tenemos en cuenta la invasión que la literatura está sufriendo por parte de todo lo que le rodea. El premio Ateneo de Sevilla, a lo largo de su trayectoria, siempre ha seguido la norma de que la literatura prevaleciese en los libros ganadores”. Sobre las restantes novelas finalistas, explicó que “todas eran muy diferentes, bien por la historia o bien por la técnica narrativa empleada, y que presentaban aspectos novedosos. En realidad, el jurado ha tratado de buscar historias que no hubieran sido contadas ya”.
Ese corazón está puesto muy lejos concurren expedicionarios. Resarce el aire cerca del oro. Me las vi con uno que más que como yo
era en efecto yo viéndoselas conmigo. Tan intrincada como lúdica resultó la finalmente para nada excepcional contienda de resultas de la cual redacto ahora este sosiego.
Ese día, el doctor Odrayab antes que llegaran sus invitados, rememoraba: el asiento continuaba vacío, y al llegar el tren que llegaba del norte, compartirlo o no, prefiero la soledad por la comodidad que representa, aunque siempre una hermosa mujer con quien pueda establecer una conversación estimulándome de futuro, esto nunca me ocurrió en más de diez años de viajar todos los días.