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Horacio Cartes elogia a Cristina Fernández y a Dilma Rousseff y anticomunistas se convierten a la causa bolivariana

La efusividad entre Horacio Cartes y los mandatarios del MERCOSUR certifican el fracaso de las campañas contra el bloque
Luis Agüero Wagner
viernes, 16 de agosto de 2013, 07:50 h (CET)
Dicen que un traidor es alguien que abandona nuestro partido, y un converso aquel que se acerca a él, y los políticos paraguayos que asumieron el gobiero esta semana lo confirmaron.

En su discurso inaugural, Cartes elogió y distinguió a las presidentas de Argentina y Brasil, Dilma Rousseff y Cristina Fernández, calificándolas como "dos grandes mujeres" y ratificó su deseo por profundizar la integración regional, contradiciendo las campañas de algunos medios paraguayos al respecto.

Es más, la masiva presencia de presidentes de la región en el traspaso de mando en Paraguay fue un signo inequívoco que el presidente que asume, Horacio Cartes, apunta a volver al MERCOSUR con Venezuela incluida, a pesar de la intensa campaña que realizó el gobierno saliente para intentar prorrogar la crisis, apoyado por la prensa adicta a la embajada norteamericana de Asunción.

Es que estas “fuerzas vivas” tenían perdida la guerra antes de dar batalla. Horacio Cartes es conocido por sus fuertes vínculos con los gremios que aglutinan a empresarios abocados a la instalación de maquiladoras en Paraguay, que necesitan al MERCOSUR como los pulmones al oxígeno. Estos empresarios cercanos a Cartes ya han expresado la necesidad de dejar de lado los discursos políticos, y restablecer los beneficios del bloque regional.

Paraguay ha sido siempre un país postergado en el concierto de la comunidad internacional, por lo que para hacer oir su voz su mejor oportunidad es acceder ocasionalmente a la presidencia pro-témpore de un bloque como el MERCOSUR, que le permite actuar como vocero de las principales potencias sudamericanas. En caso opuesto, su voz queda apagada y aislada, como sucedió con el gobierno del presidente saliente Federico Franco, cuyos partidarios se han esforzado por prolongar la crisis del bloque.

En ese contexto, un parlamentario cercano a Franco (Miguel Abdon Saguier) invitó a María Corina Machado, una recalcitrante opositora a Nicolás Maduro, para dar la nota disonante en medio de todos los presidentes amigos de Nicolás Maduro. Para intentar indisponer a Caracas con Asunción, los derrotados el 21 de abril difundieron la falsa versión de que Machado había sido invitada por Cartes.

Muy por el contrario, los anticomunistas ahora intentan aparecer convertidos a la causa bolivariana.

Es así que el canciller Eladio Loizaga ha manifestado varias veces su discurso conciliatorio, a pesar de sus antecedentes en la Liga Mundial Anti-comunista. Públicamente desmitió al diario ABC color, de su correligionario anti-comunista Aldo Zucolillo, cuando éste publicó que Cartes rechazaba a Dilma Rousseff. También negó supuestos conflictos con Bolivia o Ecuador.

Para tranquilizar a Zucolillo, Loizaga afirmó que impulsaría el "bilateralismo" con los países del MERCOSUR, aunque ello solo como consuelo para los nostálgicos de los tiempos en que Paraguay actuaba como una base norteamericana para impulsar golpes de estado en el Cono Sur. Evidentemente, Loizaga ha implementado una "política pendular" entre Nicolás Maduro y Aldo Zucolillo.

Años atrás, otro conocido personero de la dictadura anti-comunista devenido en ministro en democracia, el ya fallecido senador Martin Chiola, había exteriorizado una conducta similar visitando Cuba, departiendo con Fidel Castro regresando al Paraguay con elogios para el líder de la revolución. Incluso inició un ciclo de contratación de médicos cubanos que ayudaron a paliar deficiencias del sistema sanitario de Paraguay.

En el mismo sentido, Cartes evidenció su voluntad de desmarcarse de los referentes de la embajada norteamericana en la sociedad paraguaya, destituyendo a la ministra Gloria Rubin, conocida por sus nexos con NED-USAID-CIA. También confirmó varias veces su voluntad para regresar al MERCOSUR, y con el gesto de iniciar gestiones con el bloque (Venezuela ya incluida) ratificó su predisposición. Con actitud positiva, Cartes logró tender desde un principio vínculos fraternos, y ganarse el respeto de los jefes de estado limítrofes, quienes acudieron masivamente a su traspaso.

Los gobiernos sudamericanos nunca reconocieron como presidente a Federico Franco, tampoco la legitimidad de su canciller José Félix Fernández Estigarribia. Este último incluso fue expulsado de varias sociedades de abogados por inconducta, tras los sucesos políticos del año 2012.

En contrapartida, Horacio Cartes ha recibido desde un inicio todo el respaldo de las potencias regionales. Las presidentas del MERCOSUR incluso le han exteriorizado su simpatía personal.

Otro anti-comunista converso es el mismo Aldo Zucolillo, quien festejó en la tapa de su diario que Dilma Rousseff y Cristina Fernández concurriern al traspaso de mando en Paraguay, luego de vilipendiarlas con todos los improperios imaginables. Es que se temía un desaire regional a Cartes, y haberlo evitado desató la euforia entre los mismos "anti-bolivarianos", que en su ansiedad por recibir a jefes de estado hasta prorrogaron las fechas para confirmar asistencia de representantes.

Todo parece indicar que a pesar de los trasnochados neo-nazis y sus afines, el regreso del Paraguay al MERCOSUR con Venezuela incluida, es inexorable.

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