Dicen que lo malo de un escándalo es que uno se acostumbra, y es lo que sucedió en Paraguay durante recientes gobiernos, en los cuales los affaires superaron la capacidad de asombro de la población.
A tanto había llegado el libertinaje en la política, que el actual presidente paraguayo Horacio Cartes tuvo que prometer durante su campaña que dispararía con balas a los testículos de los homosexuales. Este tipo de declaraciones fueron festejadas por los conservadores, que buscaban restaurar el pensamiento sobrio en una república que por poco había acabado convertida en una nueva Sodoma o Gomorra.
Cuanto todo parecía indicar que los escándalos en los que el sexo y la política formaban un explosivo cóctel habían quedado atrás, el presidente decidió ceder a la presión del andamiaje NED USAID CIA y dar cabida en su gobierno a la ministra derechista Mabel Causarano, exponente de la misma caterva de libertinos que había sumido en el caos moral a la república.
En unas recientes declaraciones, el presidente ruso Vladimir Putin desmintió tendencias homofóbicas en su gobierno, afirmando que solo se prohíbe la propaganda que promueve la glorificación de los homosexuales, y no su aceptación. Remarcó su postura afirmando que todos los rusos aman la música de Tchaikovsky y admiran al gran músico, pero no lo hacen precisamente porque éste haya sido homosexual.
En contraposición a esta postura, el gobierno de Horacio Cartes ha promovido, a través de su ministra Causarano, la exaltación de la homosexualidad en sí, aunque no lo respalde talento, genialidad o virtud alguna, declarando de “interés cultural” un espectáculo gay.
Como era previsible, la reacción de los influyentes legisladores del partido de gobierno no se hizo esperar.
El diputado Oscar Tuma, quien encabezara como líder la lista de diputados del partido que llevó a Cartes a la presidencia, criticó duramente la decisión de la ministra Causarano. El legislador se preguntó qué es lo que está promoviendo la ministra en cuestión como cultura.
También la acusó de fomentar perversiones cuando se desempeñó al frente del programa ciudadela, tiempos en que organizó un evento en el Puerto de la Ciudad en la que se vio a niños desfilando con travestidos. Las acusaciones fueron acompañadas por fotografías que causaron indignación en las redes sociales.
El influyente diputado fue más allá, incluso, haciendo alusión a la propia orientación sexual de la ministra, aclarando que respeta su tendencia, pero que eso no le da derecho a fomentarla como una política oficial, mucho menos en un gobierno que prometió acabar con la inmoralidad y amoralidad como plan de gobierno.
Los cuestionamientos del legislador fueron profusamente acompañados en las redes sociales por militantes y dirigentes del Partido de gobierno, que consideran una afrenta la presencia de la ministra cuestionada en el ejecutivo que contribuyeron a instalar. Algunos blogueros inclusive iniciaron una campaña de repudio en las redes sociales, y se dirigieron al presidente de la república exigiendo la inmediata destitución de Causarano.
Le recordaron sus mismas declaraciones proselitistas, y cuestionaron que ceda al chantaje de los grupos y algunos medios que promocionaron a la cuestionada secretaria.
Muchos se preguntaron si en qué consiste realmente ser zoquetero, si en reclamar parte de lo que les corresponde como partidarios de un partido de gobierno, o en la falta de dignidad de aceptar ser parte del gabinete de un presidente contra el cual se denostó, y bajo el gobierno de un partido por el cual se siente repugnancia.
Todo hace suponer, en fin, que el escándalo gay en el gobierno de Horacio Cartes recién empieza, y dará mucha tela por cortar en un gobierno que prometía regreso al poder para los conservadores, y balas para la comunidad gay. En realidad, todo era un montaje para volver al libertinaje y glorificación de lo que sus partidarios habían condenado como perversión.
Las consecuencias de estas transgresiones están por venir, pues como alguna vez lo advirtiera Thomas Hardy, nunca conduce a buen destino hacer cosas inmorales alegando razones morales.
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