“En el Partido Popular no preocupa nada de nada”, “no nos perjudica porque se llevará votos de UPyD y quien les vote será gente que ya tenía decidido no votarnos a nosotros”, “nos viene bien un partido en la extrema derecha (o derecha extrema, según quien sea el que habla) que nos centre”. Es el argumentario oficial y oficioso de los populares y sus terminales mediáticas después de la presentación del partido VOX, que tiene entre sus filas a ex cargos del PP como el vasco Santiago Abascal, a independientes como el economista Iván Espinosa de los Monteros, a ex UCD como Ignacio Camuñas o al que debería ser reconocido como símbolo nacional tanto por la izquierda como por la derecha si en este país hubiera sentido común y decencia política, que es José Antonio Ortega Lara. Todo ello junto a la orden del desprecio, del silencio mediático en la medida de lo posible, no sea que el respetable, más que mosqueado con el gobierno, se entere que hay alternativa al corrupto y corrompido establishment.
Ya lo hemos visto en otras ocasiones. Sucedió cuando nació Ciudadanos, a quien Alicia Sánchez Camacho, que tiene al PPC al borde la extinción, sigue empeñada en despreciar. Sucedió con UPyD hasta que entraron en el Congreso de los Diputados. Sucedió con SCD, que se va afianzando poco a poco en Galicia y que podría llegar a ser un problema para el PP en ciudades clave gallegas en las próximas municipales. El Sistema, tan pagado de sí mismo, no comprende que el personal se ha dado cuenta del timo del tocomocho. Creen que cambiando las reglas del juego o ley electoral a su favor y teniendo a su favor a los medios de comunicación, como han hecho siempre, evitarán la marejada, que empieza a ser tsunami. Y ellos en Babia mientras que la abstención, quizá el único remedio a lo que vivimos, se dispara en las encuestas hasta tal punto que la legitimidad de las urnas podría llegar a estar en entredicho. La desafección de los votantes hacia los partidos políticos tradicionales es cada vez mayor.
La presentación de VOX sorprendió, por sus propuestas, a la España oficial, que está que no gana para sustos. De la imputación real a Burgos, campo de experimentación de la extrema izquierda. Y es que las propuestas fundamentales de la nueva formación, conectan con la base social de la derecha e incluso con parte de la izquierda. No al terrorismo sin matices, economía de mercado, libertad educativa, división de poderes, nada de contemplaciones con los nacionalistas. Algo que, extremismos aparte, gusta. Y liquidación del fracasado Estado de las Autonomías. Supresión de los parlamentos autonómicos. Adiós a los baroncitos y las taifas. Algo que, vista la encuesta que lanzaba elmundo.es, es un clamor.
Que ello requiere abrir un proceso constituyente, aunque no se diga, es de cajón. Sin duda, VOX, pese al desprecio oficial y siempre y cuando no acabe suplicando poder entrar en el consenso, podría tener futuro.
Los del PP y sus voceros –cuya tranquilidad debe de ser inversamente proporcional a los nervios que muestran en las redes sociales- que sigan tranquilos en su mundo feliz, irreal y políticamente correcto. También lo estaban de puertas hacia afuera los de la UCD en los ochenta.
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