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A propósito de Jordi Évole y su ‘Operación Palace’

‘Salvados’ nos ha sembrado la duda como espectadores y no sé si a muchas de las personas que han puesto en el programa toda su buena fe
Herme Cerezo
martes, 25 de febrero de 2014, 07:35 h (CET)
El pasado domingo 23-f, quizá menos 23-f que nunca, Jordi Évole arrasó en el panel televisivo llevándose a su cuota de pantalla 5,2 millones de espectadores, casi un 24 por ciento de la audiencia total del pentágono peninsular. No es que no esté mal sino al contrario, está muy bien. Hasta ahí, chapeau. Éxito completo. Objetivo cumplido. Los chicos de la productora El Terrat pueden sentirse satisfechos de su excelente trabajo. Sin embargo, no todo son números fríos de los que enorgullecerse lisa y llanamente.

Desde hace un tiempo, Jordi Évole, por sus atrevidos planteamientos periodísticos, se ha convertido en algo así como el cronista de la cara b de la realidad. En sus programas trata de explicar con lenguaje llano e imágenes elocuentes lo que no se entiende en este país, lo que no vemos, lo que nos ocultan o lo que disimulan bajo el disfraz del eufemismo. Es la parte del iceberg que queda sumergida en el océano. ‘Salvados’ ha tenido programas memorables, como el que dedicaron a la energía y a la interpretación de los recibos de la luz, ya saben: eso del consumo, de los peajes, de los tramos, del IVA y otras zarandajas; o el que rodaron sobre el accidente del metro en Valencia en apoyo de los familiares de las víctimas. Precisamente por ello, Jordi Évole no es que se haya convertido en Robín de los Bosques pero sí que ha asumido, sin duda de modo involuntario, la portavocía de los que no tienen voz o no se atreven a expresar sus pensamientos en público. Desde luego no es algo que él haya buscado, pero de un modo tácito sí que lo ha asumido.

En ese sentido, ‘Operación Palace’ puede pasarle factura a ‘Salvados’. Hoy mismo, Évole ha explicado en un video de un par de minutos de duración, colgado en facebook, que ellos diseñaron un programa de ficción en cuyo final, como así ha sido, aclaraban que todo era un montaje, una mentira, cosa que otros programas no hacen dándonos gato por libre. Y que, además, su objetivo era conseguir que el ciudadano, el espectador, reaccione y aprenda a filtrar la información que le suministran los medios de comunicación. Ardua tarea esta, a mi entender.

Desde ese mismo punto de vista, el de la filtración, digo, y siendo desconfiados, ¿quién nos puede asegurar que ‘Salvados’ siempre nos ha contado la verdad, toda la verdad y nada más de la verdad? ¿Quién nos puede dar fe absoluta de que los expertos que han aparecido en sus programas son auténticos expertos? Eso sin olvidar que el montaje de ‘Operación Palace’ da pie a otras falacias que solo siembran la inseguridad en el televidente. Sin ir más lejos, esta misma tarde de lunes, 24 de febrero, una tertulia de la Sexta ha hecho aparecer la voz en off de Jordi Évole en escena para ser entrevistado. ¿Cómo no va a hablar Jordi para su propia cadena?, ha explicado el presentador con toda naturalidad. Después de tres o cuatro “revelaciones de grueso calado” y en medio de risas y chirigotas nos han aclarado que se trataba de una llamada falsa, que aquella voz no correspondía a Jordi Évole, que era la de un actor y que todo lo que habíamos escuchado era falso. Otro montaje, vamos.

‘Salvados’ nos ha sembrado la duda como espectadores y no sé si a muchas de las personas que han puesto en el programa toda su buena fe y se sienten representadas por él, les habrá gustado la peripecia juguetona de ‘Operación Palace’. De los políticos que han participado en el “experimento” es mejor no hablar porque han quedado retratados, muy bien retratados como excelentes actores que es lo que han demostrado ser a la luz de focos, cámaras y maquillaje. La pregunta que queda en el aire es la siguiente: ¿cuántas veces habrán actuado con tanta naturalidad desde sus escaños en el Congreso, en sus parlamentos autonómicos o en sus sillones de ediles municipales? Ni idea, pero seguro que más de una. Si alguno de ellos hablase, tendríamos más de un programa de ‘Salvados’ cubierto.

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Para mí es de interés público contar con contenidos legibles que sean una contribución a la cultura, la información, el debate y el entretenimiento entre todos los españoles. No creo que la respuesta en este siglo digital sea el canal de televisión cerrado, es decir, el de pago. Es bien cierto que prácticamente todos los hogares cuentan con al menos un televisor, pero ese no es el único instrumento para ver contenidos de toda índole.

 
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