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El Fiscal de la foto con el embajador

Luego de fotografiarse con el embajador de Estados Unidos, algunos anticuados funcionarios paraguayos siguen creyendo estar por encima del bien y del mal
Luis Agüero Wagner
jueves, 6 de marzo de 2014, 08:22 h (CET)
Se ha dicho que la soberbia es el abismo donde suele desaparecer hasta el mérito verdadero, y con más razón se borra en él a la vanidad de aquellos que se prevalecen del favoritismo de los imperios.

Como dijera un sabio pensador, ni la arrogancia es señal de competencia ni la competencia es causa de la arrogancia. Ello por más que ciertos sectores mediáticos realicen un gran esfuerzo por levantar un pedestal para los funcionarios funcionales a sus objetivos.

A propósito de estas reflexiones, el fiscal general del Estado de Paraguay, Javier Díaz Verón, firmó esta semana la resolución Nº 672 por la cual traslada al fiscal Carlos Arregui de su puesto actual para enviarlo como encargado del Área III, del departamento Central, en reemplazo del fiscal adjunto Patricio Gaona.

Arregui, conocido por responder al monopolio mediático reaccionario de Paraguay, vinculado a NED, y por encontrarse apadrinado por USAID, se desempeñaba como fiscal adjunto de la Unidad Especializada de Delitos Económicos y Anticorrupción.

En su reemplazo fue nombrado el fiscal Federico Espinoza, desatando una catarata de lamentos en el periodismo que por estos días, precisamente, se encontraba en entredicho por su complicidad en la desaparición de fondos del FONACIDE.

La historia había empezado meses atrás con la publicación de fotos de Arregui, en medios relacionados con NED USAID CIA, posando con el embajador de Estados Unidos en Paraguay. Inmediatamente, en hecho inusual, el gobierno de Horacio Cartes señaló la intromisión en asuntos internos, a través de estos fiscales mediáticos manejados por el poder imperial.

Activistas de ONG financiadas por USAID junto a medios subsidiados por el National Endowment for Democracy y fiscales mediáticos manejados por la embajada, muchas veces participan de operaciones encubiertas contra autoridades paraguayas al estilo de los "golpes suaves", sin que la sociedad paraguaya advierta de la mano de Washington.

La injerencia de embajadas extranjeras, entre ellas por supuesto la de Estados Unidos, es cada vez más notoria para los gobiernos sudamericanos, al punto que también lo es para los referentes del gobierno de Horacio Cartes. Ha sido el más alto costo de los últimos operativos mediáticos, emprendidos por especialistas en ocultar el puño imperial en los sucesos políticos de Paraguay.

Varias señales han indicado en los últimos tiempos, que la época en que los políticos se fotografiaban con diplomáticos del norte y los presidentes acudían a solicitar venias, ha tocado a su fin. La época en que el embajador norteamericano era el personaje más importante del país, incluso más relevante que el mismo presidente, solo queda ya en la nostalgia.

Dijo Clive Staples Lewis que todo lo que no es eterno está eternamente pasado de moda. El fiscal de la foto con el embajador, debería tomar nota.

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Censura. No la juzgo como una práctica muy denostada en estos días. Por el contrario, se me antoja que tiene más adeptos de los que, a priori, pudiéramos presumir. Como muestra de ello, hay un sector de usuarios que están abandonando cierta red social para migrar a otra más homogénea, y no con el fin de huir de la censura, sino por la ausencia o supresión de la misma en la primera de ellas.

Vivimos agazapados sobre los detalles mínimos a nuestro alcance y llegamos a convencernos de que esa es la auténtica realidad. Convencidos o resignados, estamos instalados en esta polémica de manera permanente; no aparece el tono resolutivo por ninguna parte. Aunque miremos las mismas cosas, cada quien ve cosas con matices diferentes y la disyuntiva permanece abierta.

El nombramiento de Teresa Ribera huele que apesta, aunque el Partido Popular y el Gobierno han escenificado perfectamente su falso enfrentamiento. Dicen en mi tierra que entre hienas no se muerden cuando no conviene o, si lo prefieren, entre bomberos no se pisan la manguera. El caso es que el Gobierno y sus socios ya celebran por todo lo alto ese inútil e inesperado nombramiento.

 
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