Dice un viejo refrán que la economía es riqueza, en tanto el derroche es pobreza, y al parecer quienes en Paraguay disponen de las finanzas como déspotas deslustrados se han decidido por la segunda de las opciones.
Con gran destaque de la prensa corporativa, la administración de Itaipú anunció que transferiría unos US$ 6 millones a la Municipalidad de Asunción para la remodelación del Mercado 4, generando fuertes cuestionamientos en diversos sectores políticos.
Sucede que la intendencia de Asunción se encuentra en manos de un connotado miembro del clan Samaniego, afiliado a la secta Moon y recordado por sus manejos prebendarios y clientelares, además de poco transparentes.
Paralelamente, el medio ADN paraguayo advirtió en su edición del 5 de marzo del corriente año sobre las graves implicancias de la Secta Moon que ya participa en varios negocios dentro de este país. El diario citaba que la empresa coreana Ilsung Construction Co. Ltda., la representante de la secta se presentó al llamado internacional para la construcción de la ruta 8, que une las localidades de Yuty y Caazapá.
Según la prensa, varios indicios llevan a pensar que dicha compañía había contado con protección del poder. “Desprolija en su presentación y con graves irregularidades, la firma no fue rechazada por el MOPC, posiblemente por estar protegida por influyentes políticos” afirmaba el matutino, de gran circulación en Paraguay.
La firma Ilsung Construction Co. Ltda., presentó la oferta más baja para la construcción de la ruta mencionada. Sin embargo, en la apertura de ofertas realizada en el MOPC, sus representantes no presentaron el poder de la empresa a la que representan, requisito insalvable previsto en la Ley 2.051 de Contrataciones Públicas. En lugar de ello mostraron un acta para la formalización de un poder en instrumento privado que no llevaba la firma del presidente de la empresa.
Este motivo hubiera sido suficiente para que la firma sea descalificada y no pueda participar de la licitación; sin embargo, las autoridades del MOPC no presentaron ningún cuestionamiento y la oferta entró en competencia.
El grupo del fallecido pastor coreano Sun Myung Moon saltó a la palestra en el 2000 cuando compró el pueblo de Puerto Casado con sus 6.000 habitantes incluidos. Desde entonces, su poder ha ido creciendo en el mundillo político y empresarial paraguayo.
Aunque algunos ideólogos del actual gobierno paraguayo han señalado reiteradamente que el sector privado contribuiría con fondos para sostener al estado en sus puntos débiles, lo cierto es que estos grupos de poder empresarial han decidido echar mano del dinero público paraguayo, sin extraer una sola moneda de sus propios bolsillos para sus emprendimientos.
Varios importantes actores políticos, entre ellos el mismo presidente del Congreso paraguayo Julio Velazquez, han hecho notar la paradoja de que algunos empresarios que constituyen un verdadero poder detrás del trono, buscan convertir al poder político en un simple gerente de sus designios.
Desde el mismo sector, el diputado Oscar Tuma ha considerado importante aclarar que su movimiento no está en contra de obras de infraestructura, dado que como ciudadano desea lo mejor para su ciudad.
Lo realmente preocupante, según Tuma, es entregar un cheque en blanco a una persona con antecedentes dudosos en cuanto a gestión tanto pasada como presente. Refuerza la desconfianza ciudadana el hecho que la autoridad involucrada ni siquiera rinde cuenta de su gestión a la Contraloría de la República.
El diputado se pregunta qué confianza puede depositarse en una autoridad incapaz de solucionar problemas tan elementales como las casillas clandestinas existentes en el Mercado 4, o la venta de productos falsificados en locales bajo jurisdicción municipal.
También cuestionó tanta confianza en alguien que ni siquiera es capaz de solucionar puntos tan básicos como los cráteres en la capa asfáltica, o el tratamiento de la basura.
Dice el optimista “políticamente correcto” que un inepto jamás podría llegar a ser autoridad, dado que el pueblo es inteligente y no lo votaría. Sin embargo, la ciudad de Asunción prueba que alguien con una enorme falta de capacidad para gobernar puede llegar a ser Intendente.
Ello porque, como lo explican algunos expertos en marketing, en la decisión del voto no se pone en juego solo la inteligencia sino que intervienen y predominan otros factores, culturales, sociales, económicos, etc., más irracionales y coloreados emocionalmente.
Un viejo y sabio consejo dice que jamás debe darse el poder a un inepto. Desgraciadamente para los asuncenos, ya es inútil llorar sobre la leche derramada, solo resta esperar hasta la próxima oportunidad.
|