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Garrucha, hija del mar

En la soledad de Almería
Francisco Cano Carmona
viernes, 1 de agosto de 2014, 07:02 h (CET)
Entre los muchos rincones de la soleada provincia de Almería, está la localidad costera de Garrucha. A 83 kilómeros de la capital, enclavada entre los municipios de Vera y Mojácar, Garrucha es un ejemplo del desarrollo turístico y urbanístico que el Levante almeriense ha sufrido en las últimas décadas. Ha dejado de ser el pueblo pesquero de nuestros abuelos y se ha convertido en un importante centro comercial y turístico que tiene su atractivo en el Mediterráneo y en el puerto y su malecón, su fuente de ingresos.

Un pueblo surgido del mar
La presencia humana en la zona se remonta alrededor del 5000 a.C., y por ella pasaron íberos, cartagineses y romanos. Puerto natural en una zona de importante actividad minera, agrícola y pesquera, la ubicación de los asentamientos propició su actividad comercial; aunque no es hasta el siglo XIV cuando se la comienza a mencionar en textos con el nombre nazarí de Almorac. Y a partir del siglo XVI, la localidad se consolida como un importante puerto pesquero y, posteriormente, comercial de la provincia de Almería.

Sin embargo, su desarrollo más importante, como el de buena parte del área levantina, se producirá en dos fases: una en el siglo XIX, con el descubrimiento de la riqueza minera y la necesidad de puertos con los que dar salida comercial a los productos extraídos de las entrañas de la tierra; es también en esa época cuando Garrucha descubre todo su potencial pesquero con la introducción de la gamba roja que después explotarían en el siglo XX. A lo largo de este siglo, el pueblo se independiza de su vecina Vera, en él se crean fundiciones y continúa creciendo su mercado portuario. Además, importantes terratenientes y dueños de minas se establecen en la costa y levantan casas señoriales que dieron a Garrucha el aspecto y el sobrenombre de "la pequeña San Sebastián".

La otra fase de su desarrollo se da, precisamente, en el siglo XX con el desarrollo pleno de su pesca de la mano de barcos de arrastre como el Amanecer de Mayo, y, sobre todo, con un importante incremento del turismo y de la evolución urbanística.

El pequeño pueblo pesquero, puerto almeriense, se sacude definitivamente las telarañas, deja de mirar con melancolía su esplendor minero y se prepara para entrar en el siglo XXI. El culmen de su progreso lo representan, como no podía ser de otro modo, sus tres puertos.

Gastronomía
La gastronomía garruchera es, como la de cualquier pueblo del Levante almeriense, rica y variada. Los platos fuertes de Garrucha provienen del mar y tienen como producto estrella la gamba roja, que se exporta a buena parte del resto de España y cuya popularidad ha traspasado fronteras. El pescado de roca es, asimismo, todo un manjar para el visitante; y entre los pescados destacan el gallopedro, la gallineta, el pargo y el mero, deliciosamente preparados con vino blanco y aceite de oliva.

Plato también a base de pescado es el guiso marinero, preparado con emperador, rape, o caballa con almendras, pan y ajos fritos.

Las migas suponen una delicia para los pocos días de lluvia y viento en esta provincia de sol. Hechas con harina o pan y acompañadas de sardinas, tocino y pimientos asados, sientan divinamente con el rugido del Mediterráneo como música ambiental.

Y en este paseo gastronómico no podemos olvidar los gurullos con caracoles, cazuela con un refrito de pimientos coloraos y ajos con conejo o costillas, gurullos, garbanzos y caracoles; ni delicias culinarias como el arroz a la garruchera, caldo en blanco, cazuela de fideos, cuajadera y tortas de avío.

Para degustar estos y otros deliciosos platos típicos, el visitante puede sentarse a la mesa de algunos de los restaurantes y bares que abarrotan el bonito malecón que se extiende a lo largo de toda la playa de Garrucha y Vera, tales como el Escánez, El Almejero o El Rincón del Puerto.

Qué hacer y ver en Garrucha
Aunque pequeña, la localidad almeriense posee múltiples atractivos y rincones que la convierten en un destino turístico de peso en una tierra en la que el turismo se ha convertido en el sector más pujante de su economía.

Entre los rincones más bonitos de la localidad están el malecón, en el que es frecuente ver a vecinos y visitantes paseando mientras disfrutan de un helado o del olor a salitre que viene del mar. Plazas como la del ayuntamiento, con el edificio de frente o cualquiera de los tres puertos alegrarán la vista del visitante.

Garrucha cuenta, además, con dos cines: uno de invierno y otro de verano; éste último se llena de vecinos de localidades vecinas.

Pero lo más atractivo de Garrucha son su patrimonio artístico y sus fiestas. Entre el primer grupo de encantos podemos encontrar la iglesia parroquial de San Joaquín, la ermita del Carmen, los celebérrimos castillos de Jesús Nazareno Paciente y de las Escobetas, y la fundición de San Ramón. Asimismo, existen bonitos monumentos como el de la Virgen Del Carmen, que domina el puerto y acoge a sus pescadores; el monumento al Emigrante, y el monumento al Pescador.

Entre las actividades que el visitante puede disfrutar, amén de la degustación y el baño, están la navegación y la pesca. No obstante, lo mejor es siempre visitar Garrucha durante sus fiestas especialmente las de la Virgen del Carmen (16 de julio) y las de San Joaquín (del 14 al 18 de agosto), y pasear por el puerto lleno de atracciones de feria; aunque también están el Día de la Vieja, para celebrar la llegada de un nuevo ciclo de estaciones, y la Noche de San Juan.

Conocer Garrucha es, sin duda, descubrir un rincón tranquilo a la par que moderno en las playas de una provincia de sol, tradición y cultura.

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