Escribió Chesterton que aquel que inventa una mentira deberá inventar muchas más para encubrir la primera, y esta norma parece cumplirse con el asesinato del periodista Pablo Medina, sobre el cual las dudas aumentan en lugar de disminuir a medida que corren los días.
Según el ex corresponsal de ABC Héctor Guerín, al diario ABC color “nunca le importó la situación de uno de sus funcionarios que realizaba su labor bajo amenazas”.
Según Guerín, es normal que este diario, cuyas ventas han caído en picada en los últimos años, ignore totalmente la situación en la que trabajan sus empleados en el interior del pais.
ABC había editorializado el tema de la marihuana abogando por su legalización, sin embargo Medina – que también colaboraba con la Secretaría antidrogas (senad) era un furibundo detractor de su cultivo. Ignorándose que página del diario es de Zucolilo y cuál está alquilada a la SENAD, no es de extrañar la displicencia con la cual la SENAD y ABC manejaban el tema de la seguridad de Medina.
Los conceptos neoliberales de la seguridad excluyen a los trabajadores de la prensa que arriesgan su vida enfrentando al hampa en inferioridad de condiciones
La empresa privada para la que trabajaba el periodista Pablo Medina es un diario que constantemente critica que se asignen guardias a congresistas y otras personalidades de la política, a los que siempre sugiere contratar escolta privada. A pesar de ello, tras la muerte de uno de sus periodistas, que poco le importaba según miembros de su mismo gremio, exige al estado emplear las fuerzas públicas para proteger a la fuerza de trabajo con la que lucra.
Con el periodista Pablo Medina Velázquez también fue asesinada la joven Antonia Almada, quien para todos era la asistente del comunicador. Sin embargo, denuncia el diario ADN digital, “con el transcurrir de los días el diario ABC Color, le fue cambiando de rango en sus publicaciones presentándola solo como acompañante”. Todos los pobladores de Curuguaty, Dpto. de Canindeyú, pensaron que era funcionaria del medio de comunicación ya que desde hace unos años, diariamente asiste a la oficina regional para desarrollar sus tareas. En Curuguaty, donde está instalada una oficina regional del diario ABC Color, Antonia Almada era conocida como la persona que se encargaba de abrir y cerrar el local y además se dedicaba a ordenar las publicaciones, los documentos y las fotografías de Pablo Medina. Incluso le acompañaba en algunas coberturas periodísticas, como lo hizo en el día en que ambos fueron asesinados.
Sin embargo, se ignora quién indemnizará a su familia por la muerte ocurrida mientras ella hacía su trabajo. Según Guerin, el diario ABC Color, cuyo principal propietario es el empresario Aldo Zuccolillo Moscarda, aparte de haber abandonado a su suerte a su periodista Pablo Medina, haciéndole trabajar en precarias condiciones y sin ninguna seguridad, a sabiendas que constantemente era amenazado de muerte, también debería explicar la situación de Antonia Almada con la empresa. Joaquín Martínez, jefe de Recursos del diario ABC color afirmó que la joven no tiene ningún vínculo laboral con la empresa.
Sin embargo, según los parientes de Pablo Medina, el salario del periodista fallecido era solamente G. 2.500.000 mensualmente, lo que le resultaría casi imposible remunerar a Antonia de su propio bolsillo.
"Mientras el denunciaba que era amenazado, andaba en un vehículo destartalado, ahora sus compañeros vienen en vehículos de último modelo para generar la noticia y vender más su diario", dijo un conocido político de Curuguaty, quien prefirió el anonimato.
El sindicato de periodistas del Paraguay hizo una grave denuncia contra Zucolillo, afirmando que meses antes de ser asesinado Medina había exigido se cumplan tópicos sobre la seguridad de los corresponsales que figuraban en el contrato colectivo de trabajo pero que la empresa ignoraba.
Supuestamente toda la parafernalia periodística en torno al caso Pablo Medina surge de una preocupación de los empresarios que lucran con las noticias por la seguridad de sus periodistas, pero sin embargo, ni siquiera se publican las denuncias al respecto del Sindicato de Periodistas ni las opiniones contrarias a la versión hegemónica.
A medida que pasan los días, la memoria de lo acontecido se diluye en medio de un mar de versiones interesadas, que sólo intentan reforzar el discurso político de los medios imperantes y muy poco favor hacen a la resolución del crimen.
Dijo Charles Dickens que el número de los malhechores no autoriza el crimen, pero observando el desempeño de los mismos en todos los estamentos de la sociedad paraguaya, no cabe duda que logran disimularlo muy bien. LAW
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