Escribió un pensador que pocas cosas causan mayor desánimo que la injusticia cometida en nombre de la autoridad y de la ley, algo que sucede con tanta frecuencia en Paraguay que sin duda es una de las principales causas del pesimismo imperante.
El diputado colorado, Oscar Tuma, señaló que la única forma en que prospere el juicio político contra ministros de la Corte Suprema de Justicia es que así lo quiera el presidente de la República. La semana pasada el presidente Horacio Cartes ha dado a conocer su posición a través de legisladores de su confianza, quienes informaron que el juicio político que el monopolio mediático intenta forzar, no está entre sus prioridades.
Ya en el año 2012 el monopolio mediático había apoyado el juicio político que acabó con la destitución del entonces presidente Fernando Lugo, hecho político que tuvo funestas consecuencias para el Parlamento que lo impulsó. Los bloques de integración regional no reconocieron a Federico Franco, elevado a la presidencia por el Congreso, dejando en ridículo a los parlamentarios. El poder mediático que elevó a Franco al poder, se mostró igualmente incapaz de blanquearlo ante la comunidad internacional, y terminó contribuyendo a su desprestigio con sus publicaciones.
De no variar la posición de Cartes sobre el juicio político a los miembros de la Corte, la dirigencia colorada estaría desafiando las intenciones públicamente expresadas por el mandatario a través de sus voceros.
El diputado Tuma, requerido por los medios, afirmó desconocer que el presidente haya cambiado de postura y le haya bajado el pulgar a los ministros de la Corte. Agregó estar más pendiente de lo que diga Cartes, y restó importancia al o que pueda declarar la presidenta del partido de gobierno, Lilian Samaniego. Ayer lunes, los políticos deseosos de destaque en los medios se manifestaron a favor del impeachment, desatando la euforia del monopolio mediático.
De un tiempo a esta parte, este monopolio ha venido disputando la representatividad popular a las autoridades electas, y creyéndose habilitado para hablar en nombre del pueblo y pontificar por encima del bien y del mal.
"Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo, puede querer Lilian, no puede querer, puede querer quien sea, pero el que tiene la venia es el presidente de la República", acotó el diputado Tuma, especificando que el jefe de Estado maneja mayorías para el efecto.
Tuma ha señalado en varias oportunidades que tanto la actual presidenta del partido, como su hermano Arnaldo (intendente de Asunción) carecen de liderazgo propio y capacidad para pensar por propia cabeza. La variación de posturas en torno a las internas partidarias es un ejemplo de ello. “Si Horacio Cartes le saca el apoyo a Lilian Samaniego y Arnaldo, no van a ganar una comisión barrial. No se puede sacar a los líderes naturales y generar una división en el partido, por una persona que no ejerce un liderazgo”, aseveró Tuma en más de una ocasión.
En otro momento, el diputado Oscar Tuma, reveló que la verdadera intención del PLRA al impulsar el juicio político contra integrantes de la máxima instancia judicial, es remover a ministros liberales que ya no responden al Partido y reemplazarlos por otros que si se alineen.
Con este paso, no será saneado el politizado y corrupto poder judicial paraguayo, sino todo lo contrario.
La importancia del Poder Ejecutivo en este tema ha agitado controversias en ambas cámaras del Congreso. Algunos legisladores opinan que, si Cartes quiere cambiar a los nueve ministros de la Corte así se hará.
Mientras tanto, otros afirman que si bien la postura del jefe de Estado es importante, esta no es determinante para la decisión final. Refieren que es la Junta de Gobierno y no Cartes, quien debe decidir sobre el futuro de los altos magistrados de la máxima instancia judicial. Sin embargo, en lo que va del gobierno actual, el Poder Ejecutivo se ha desentendido permanentemente de las bases partidarias que lo llevaron al poder.
Dijo Sir Francis Bacon que la verdad es hija del tiempo, y no de la autoridad. Esa perla de sabiduría debería ser tenida en cuenta por legisladores que en más de una vez, debido al apuro, envolvieron a su país en enredos insuperables.
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