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The Who cumplió en el BEC baracaldés rememorando sus grandes éxitos.

Patxo Palacios
Patxo Palacios
sábado, 1 de diciembre de 2007, 02:27 h (CET)
Una de las bandas más míticas en activo del panorama actual, posiblemente sólo superada por los Rolling Stones, regresaba a España en menos de un año después de su triunfal paso por Madrid en 2006. The Who volvía a Madrid, pero lo más curioso era el cartel del BEC barakaldés. Aquí no sólo Rose Hill Drive actuaría de telonero (como habitualmente), sino que a alguien se le ocurrió ampliar la nostalgia, incluyendo a Loquillo y los Trogloditas.



El grupo THE WHO en plena actuación

Lo cierto es que poco pudo tocar el Loco y su banda, una escasa media hora y con un auditorio medio vacío aún. La masa congregada dentro les recibió como Dios manda, no en vano tienen un público muy fiel en Bilbao de siempre. Tocaron varios clásicos y como si fueran del mismo Bilbao se despidieron con un "¡Somos Loquillo y los Trogloditas, y somos los teloneros de los Who, con dos cojones!".

A continuación, Rose Hill Drive . el melenudo y joven trío de Colorado mostró claramente sus influencias de blues-rock sureño tipo Led Zeppelin, Deep Purple o incluso Black Crowes, alejados del sonido más metalero.

El guitarrista, en el centro del escenario, acaparó el protagonismo en todo momento. Y la banda mostró calidad. No es casualidad la elección de The Who para telonearles: su empuje, estilo y su poderoso hard-rock, constituyen un adecuado contraste con el sonido clásico de los ingleses.

Para las 22 h, y con puntualidad británica, todo estaba ya preparado para ver un concierto mítico. Al escenario saltaban Pete Townshend con pañuelo rojo al cuello y Roger Daltrey con su habitual camisa entreabierta. Con ellos, Zack Starkey a la batería, Pino Palladino al bajo, John “Rabbit” Bundrick a los teclados y Simon Towshend como segundo guitarra. Primer tema, "I Can't Explain" y la nostalgia comenzó a apoderarse del recinto con las impactantes imágenes que las pantallas proyectaban de su pasado en blanco y negro, con los malogrados Keith Moon y John Entwistle en plena faena. Poco después sonó otro de sus temas míticos, "Substitute", que no sonó del todo bien.

Para gustos son los colores y lo cierto es que a más de un fan se le oyó decir “ demasiado perfecto el sonido”. En verdad que no sonaba a vinilo, pero difícil se le antoja a uno a estas alturas conseguir un sonido más sucio o garajero. Eso más la voz de Daltrey que, pese a conservarse notablemente, no suena evidentemente como lo hacía treinta años atrás. Ello restó ‘autenticidad’ o sabor añejo a alguna de sus canciones míticas. Por otro lado, su dominio del micro fue toda la noche digno de malabarista, dicho sea de paso.

A continuación, la banda tocó alguno de sus últimos temas, como "Fragments", que pasaron sin pena ni gloria.

Sin solución de continuidad, sonaron los primeros acordes de "Who Are You’, conocido sobre todo por su inclusión en CSI, celebrado con cierto retardo por el público. Cosa que no pasó, desde luego, con el celebérrimo "Behind Blue Eyes". En la pantalla, cuatro ojos azules, después de varios trenes, dianas y Union Jacks.

"The Real Me" prolongó la alegría del auditorio, bastante entregado ya, para cambiar el ritmo con otro tema reciente “Mirror Door". Indudablemente, los temas más nuevos fueron los que menos encandilaron al público, por lo que Townshend y Daltrey enseguida retomaron enseguida los hits, con "Baba O'Riley" coreando todos "Teenage Wasteland" y ciertas concesiones al folk más personal de ambos en solitario.

Enseguida llegaría otro de los momentos de la noche más esperados por los nostálgicos; la quadrophenica "5:15" con imágenes de la película, la revuelta de los mods, las espectaculares peleas con los rockers a bordo de scooters, los titulares sensacionalistas de la prensa británica, etc. Quien viviera esos tiempos en carnes propias debió emocionarse. Otras generaciones (los de 35 para abajo), sin duda, no han tenido una revolución cultural ni de rebeldía como mandan los cánones.

La universal "My Generation" continuó el hechizo nostálgico, a golpe de imágenes de juventudes de diferentes épocas, con hippies, mods, rockers y escenas de otras culturas indies minoritarias. Enlazaron en otro de los momentos más intensos del concierto con el televisivo "Won't Get Fooled Again", para desaparecer del escenario tras casi hora y tres cuartos.

Tras el “beste bat” de rigor y unos breves minutos de respiro, The Who volvió con la carga final: “The Kids are Alright", otro clásico que actualizado pierde la autenticidad genuina de su época, pero que cuajó en amplia medida. "Pinball Wizard" y la guinda al pastel la puso la emotiva (y recortada) ópera-rock “See Me Feel Me”, para cerrar a dúo con "Tea & Theatre" dedicada por Roger a Pete Townshend, que celebraba cumpleaños.

Concierto memorable para los jóvenes, pero que tuvo que poner la carne de gallina a quienes hayan crecido con la banda, que visto el perfil del público del BEC eran mayoría. Gran espectáculo, buen sonido (quizá demasiado) y enorme espectáculo visual, con buenos teloneros de aperitivo. No se puede pedir más.

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