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El alumno bohemio e inconformista: ¿El profesor es el culpable?

Jesús Pau Vázquez Vilardell / Magazine Siglo XXI
Redacción
jueves, 31 de mayo de 2007, 22:00 h (CET)
"Era algo así como cultivar la separación y la autoconservación, porque este es el único modo en que los estudiantes de arte podían definirse a sí mismos contra la mediocridad visual y cultural de los valores de la sociedad dominante. Esto era necesario y sano, como lo han sido los movimientos bohemios y de vanguardia; pero también hay una parte de tristeza y soledad, especialmente cuando no pueden encontrar el camino de vuelta a la sociedad. Y nosotros los docentes, éramos incapaces de imaginar cómo traerlos de vuelta. Muchos docentes se contentaban porque también ellos se sentían alienados y aislados. Y así se perpetuaba la idea de que la libertad se encuentra fuera de la sociedad."

Esta visión realista del proceso de formación del alumno de Bellas Artes es la de la decana de la Escuela del Instituto de Arte de Chicago Carol Becker, en una entrevista de la artista y escritora Suzi Gablick. De ella se desprende que existe cierto interés por parte del profesorado en dejar determinadas libertades creativas al alumno para que comience a mancharse las manos y manifestar su individualidad. Bien es sabido la naturaleza bohemia del alumno de arte y su capacidad para nadar a contracorriente del resto pero cabe preguntarse si no es necesario que el alumno reciba una formación que les posibilite pensar de forma global y política sobre su posición dentro de la sociedad. Esto es realmente difícil de controlar cuando el alumno ha empezado a seguir una línea verdaderamente productiva al margen de la sociedad, pero que, sin embargo, carece de efectividad sobre ella.

Cuando el alumno corre el riesgo de sentirse artista puede olvidar su posición dentro de la sociedad. Si esto es así, nos hallamos ante la posibilidad de ver la figura del docente desde un punto de vista más trascendental y crítico, por eso es importante analizar la función que ejerce sobre el alumno de Bellas Artes respecto a si éste debe integrar su obra con la sociedad o trabajar al margen de ella.

La doctrina en Bellas Artes: el profesor

Si nos infiltramos en distintas clases de Bellas Artes; veremos que a diferencia de otras carreras universitarias no hay un patrón definido en la evaluación de la asignatura. Todo depende del juicio del profesor y del número de veces que el alumno recurra a pedir su ayuda y opinión. Por lo general suelen haber dos tipos de profesores.

Un tipo de profesor es aquel en la que el alumno de Bellas Artes no trabaja en base a su propia experiencia de lo que le rodea, sinó en base a los gustos estéticos del profesor. Cuando esto ocurre no te queda más que una sensación de que tu obra acaba de pasar por unos procesos de depuración para tener un mínimo de potabilidad para ser consumida por la masa. Como los ciclos del agua, el agua pasa de ser fecal a ser un elemento nutricional para las personas.

Resulta anecdótico pensar que el esfuerzo casi innato que ha ejercido el alumno de Bellas Artes hasta entrar en la facultad (en tener una perspectiva de la sociedad desde fuera) puede quedar enterrado por la benévola intervención del docente. Ante estas situaciones no queda más remedio que confiar la suerte a tu facilidad de ser un relaciones públicas ya que tu trabajo quedará enfocado hacia el público. Además de ello, no hay que olvidar la reiterada obsesión de algunos de estos profesores por las técnicas tradicionales del arte; modelado de la figura humana, dibujo al natural, pintura de paisaje, etc. Es cuando te das cuenta de que la estética de lo absurdo existe, y del valioso tiempo perdido en hacer cosas absurdas sin tener la opción de elegir.

Por otro lado, están los profesores comprensivos, los que comprenden la intención expresiva de cada alumno y que te permiten crear de una forma más autónoma a pesar de que no te auguren un buen futuro como artista. Estos profesores son los que te ven desde fuera y los que dejan que trabajes en la idea que creas oportuna, aunque lo que hagas esté inventado. Saben que sea buena o no la idea el alumno se está construyendo una cámara secreta que le mantiene escondido, y que sólo cuando se cansa de trabajar echa un vistazo a lo que le rodea y hace nuevas valoraciones que le permiten rectificar por sí mismo sus propios errores. Algunos creen que así es como crece un artista de verdad, sirviéndose de una formación autodidacta que le permita descubrir cómo funcionan los sistemas del arte a partir de sus propias torpezas y su experiencia de la sociedad vista desde fuera.

El adoctrinado: el alumno
Según Helena, estudiante de Bellas Artes en la Universidad de Barcelona, "el año pasado aprobé una optativa de Pintura en segunda convocatoria porque acabé haciendo todo lo que me dijo el profesor, cuando me presenté en febrero, a la primera convocatoria me dijo que mi trabajo no podía ser aprobado porque mi profesor decía que no veía mi línea de progresión. El caso es que en junio acabé haciendo lo que me pidió y aprobé, pero no he aprendido nada de nada... en cambio, en el semestre anterior pude investigar bastante con la naturaleza, encontré caminos que me unían a ella, a lo mejor sin pintar en exceso, pero sentí que maduré y que tenía más confianza en lo que podía llegar a expresar".

A medida que avanzan los tiempos en la facultad de Bellas Artes te encuentras con menos diferencias entre los alumnos de arte y el resto de carreras universitarias. Ya no son tan "peculiares" y básicamente lo único que les caracteriza es que hay más variedad en la imagen que quieren dar al mundo.

Allí es posible encontrarse con el "vintage", el rasta, el punk, el "fashion", el rapero... muchos de ellos guardan una apariencia que cada vez menos se corresponde con su forma de ser. Esto simplemente puede ser una señal de que el alumno de arte en general ya no confía tanto en su manera de ser y su forma de ver el mundo y prefiere no permanecer excesivamente al margen del resto.

Prefiere generalmente confiar en la palabra del profesor y en la opinión de las personas que la rodean porque saben que de esta manera hoy pueden ser igualmente artistas. No es malo aceptar los parámetros que imponen los docentes siempre y cuando seas consciente de cómo aplicarlos acorde a tu método de trabajo hasta el momento. Resulta peligroso cuando te "sometes" y cumples todas las pautas del docente a rajatabla, es aquí cuando tu propia opinión del mundo se ve alterada a cambio de conseguir sobresalientes en las notas finales, es cuestión de querer defender o no tus principios artísticos.

Es posible que muchos de los alumnos tengan un miedo amagado, un extraño interés en no perder de vista la mano tendida que les traerá de vuelta a la sociedad.

 
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